Es la grandeza o la miseria que sale de las entrañas del fútbol, y si tan majestuosa pifia ocurre en unos octavos de final de una Eurocopa todo se magnifica hasta el paroxismo. Es un gol que pasará a formar parte de la antología de los disparates, y Unai ya tiene argumentos para una colección (el gol ante Kosovo, también con la selección española; o aquel otro frente a la Real Sociedad, con el Athletic). Y sin embargo el portero vasco salió tan airoso del encuentro frente a Croacia que ahora se le valora más, sobre todo cuando se conoce su traza humana.

Para contrarrestar tamaña torpeza Unai Simón realizó tres paradas extraordinarias, sobre todo aquella mano abajo en los inicios de la prórroga, con el 3-3 en el marcador. Como la selección española ganó por goleada (5-3), está en cuartos y encima tendrá como rival a Suiza, en vez del ogro francés, todo es felicidad y parabienes. Es muy cristiano eso de la indulgencia, y Unai se la ha ganado.

“No me molestaba el sol, hago mal el control, se me escurre, tenía mucho espacio para controlar. Intento dar salida al balón con el control en vez de dejarlo muerto en mis pies. Es un accidente, no sé cuantos controles hago por partido y en toda mi vida, nunca había ido para dentro”, confesó ayer miércoles el portero alavés ante los medios de comunicación al recordar el error que permitió a Croacia adelantarse en el marcador. “Es un mal control que hago. Me he martirizado viéndolo seis o siete veces y no le encuentro explicación”, añade el portero, para concluir finalmente con lo obvio, que son gajes del oficio, aunque en un deporte que mueve el corazón, pero también las vísceras del aficionado, esa explicación no sirve si no hay final feliz.

Y lo hubo. Por eso Unai Simón rememora con alivio las escenas posteriores, las buenas. Como la carrera que se dio tras el quinto gol anotado por Mikel Oyarzabal, que desató la euforia y abrazos de jugadores y banquillo. “Fue un desahogo. Fui con la rabia y las ganas que tenía dentro de demostrar que no soy el portero del primer gol que encajamos”, enfatiza.

El gesto de David de Gea

En un trance así conforta gestos como el de David de Gea, su contrincante por el puesto de titular, camino de los vestuarios en el descanso. “David se quedó a esperarme. Lo que me dijo queda entre nosotros pero puedo decir que me tranquilizó mucho que viniese a animarme, a arroparme, que estuviese encima de mí un portero como él. Solo podía mejorar y tirar para arriba”, añadió sobre el meta del Manchester United, aunque el resto del grupo también acudió a arropar a su portero.

Lejos de abrumarse, el portero del Athletic, que vivirá cuando termine la Eurocopa la experiencia de unos Juegos Olímpicos, enseña su faceta positiva y, al analizar las experiencias que está viviendo en la Eurocopa 2020, confiesa que está “mejorando en pequeñas cosas”. Tal es así que, superado el trance de un fallo de la magnitud del primer gol de Croacia, Unai Simón afirma que es “mejor portero hoy que ayer, pero peor que mañana”, o sea, que a sus 24 años recién cumplidos aún tiene un amplio margen de mejora.

Unai dice que le daba igual el rival en cuartos, Suiza o Francia, aunque no es lo mismo, y sobre todo se deshace en elogios hacia su valedor, Luis Enrique. “Es el principal artífice, es el que nos ha indicado el camino, nos guía por dónde tenemos que ir”, ensalza. “Los grandes grupos se forjan con las adversidades. Es un orgullo formar parte de este equipo, lo que me han arropado en el campo... no sé si pasaremos de cuartos, de semis, sea cual sea el resultado vamos a ir todos juntos”, dice sobre el espíritu que les asiste, la mano del entrenador.