El competitivo mercado del asfaltado de carreteras ha encontrado en la valorización de los residuos obtenidos con el fresado de los antiguos firmes de carreteras, autovías y autopistas un nuevo acicate para minimizar el impacto que viene sufriendo esta industria tanto por causas exógenas, como las crisis económicas o las sanitarias que han supuesto un parón en la construcción y reparación de vías rodadas, como las endógenas derivadas del avance investigador que ha procurado la aparición de nuevos materiales y la disminución del grosor de las capas de rodadura y por tanto su producción neta.

Circunstancias a las que no ha sido ajena la empresa Pavimentos de Vizcaya. S.A. (Pabisa), perteneciente al Grupo Campezo, que obtuvo a finales de enero el plácet en el procedimiento de evaluación de impacto ambiental simplificada para la puesta en marcha en el polígono industrial El Campillo de Abanto Zierbena (Bizkaia) de una "planta de valorización de residuos procedentes del fresado de firmes y pavimentos asfálticos para reciclarlos como materia prima del nuevo aglomerado", según detalla la resolución gubernamental que sitúa en 210,000 toneladas año la capacidad de producción.

"El grupo Campezo cuenta con plantas en Andoain, en Vitoria-Gasteiz, en Burgos y las dos plantas de Bizkaia, en Abanto Zierbena y en Elorrio, que tienen una capacidad productiva de un millón de toneladas aunque con los tiempos que corren la producción real se sitúa en el entorno de las 80.000 toneladas año", señaló Jon Iribarren, directivo de Pabisa, quien destacó que un factor importante en la disminución de la producción está ligada al hecho de que la tecnología ha avanzado "y lo que en su día eran capas sucesivas hasta cubrir 35 centímetros, hoy en día no suelen pasar de los 16 centímetros ya que por debajo van otro tipo de materiales", planteó.

Fruto de estos condicionantes, Iribarren consideró que la valorización a desarrollar en el Campillo -unas 21.500 tm/año- supone una alternativa importante para el abaratamiento de costes de producción pero también un ahorro para las administraciones públicas que son las propietarias de las carreteras. "El residuo del fresado de las carreteras es un material suyo y lo que se pretende es reincorporarlo al proceso de fabricación del asfalto evitando que sea un residuo cuyo tratamiento como tal costaría mucho dinero", valoró Iribarren. El ámbito afectado por la actividad consiste en una superficie de 10.897 metros cuadrados en un emplazamiento industrial, en el que no se ha detectado ninguna característica relevante por parte de las autoridades ambientales.