Bilbao - Ha sido una semana negra en las empresas vascas, con cuatro trabajadores muertos repartidos en solo dos jornadas, además de un quinto fallecido por exposición al amianto. Desde Osalan, el órgano dependiente del Gobierno vasco que vela por la prevención, su director Alberto Alonso pide a las empresas más formación en esta materia y una mejor coordinación para que la seguridad llegue también a las subcontratas.

¿Hay algún factor que haya podido desencadenar tantos siniestros mortales en tan pocos días?

-No, después de mil análisis el único factor que se nos ocurre es el azar. No sabemos por qué normalmente los accidentes mortales se encadenan. Es raro que cuando hay un accidente mortal a lo largo de los siguientes días no haya otro. Lo que ha desencadenado el accidente mortal de Zarautz no tiene nada que ver con lo que ha pasado en Loiu.

Tala de árboles, caídas desde altura, aplastamientos... los de esta semana no son accidentes nuevos.

-Pues sí. Se trata de la siniestralidad más clásica. En tres días hemos tenido todo el abanico de lo que es la siniestralidad en Euskadi. Creo que hay una primera conclusión clara: los empresarios tienen que ponerse las pilas. Puedo entender que hay riesgos más invisibles como los psicosociales que son más difíciles de detectar, pero los riesgos que han producido estos cuatro accidentes tenían que estar totalmente evaluados y prevenidos.

Se han cumplido muchos de los condicionantes típicos de la siniestralidad: dos fallecidos en lunes, temporalidad, subcontratación...

-Sí, es verdad que el lunes es el día de la semana con más accidentes laborales. Esto tiene mil interpretaciones, algunas son evidentes pero otras no están tan claras. En cualquier caso la estadística es tozuda en este sentido. En cuanto a la antigüedad de los fallecidos sí es algo que la Inspección mira rápidamente. No sé exactamente cuánto, pero es verdad que el fallecido en Loiu llevaba poco tiempo en ese trabajo.

La temporalidad es un factor de riesgo.

-Sí. Un tercio de los accidentes ocurren en el primer mes de trabajo. Algo estamos haciendo mal. Si a esto añadimos que el 40% de los contratos que se firman en Euskadi tienen una duración inferior al mes pues la conclusión está clara. Ese tercio de accidentes podría evitarse con una intensificación de la formación en prevención. Y no me vale con que el papel esté en regla, la empresa tiene que velar para que esa formación sea efectiva.

Tres de los cuatro fallecidos estaban subcontratados.

-La empresa principal tiene que velar por la formación que se está dando a las contratas. Tiene que haber una coordinación exquisita entre la seguridad en la empresa matriz y la cadena de subcontratas. La figura de la coordinación de actividades es vital y está fallando. A veces parece que con que la empresa principal me enseñe los papeles ya está. No, eso no vale. La propia ley dice que el mero cumplimiento administrativo no exime de culpa. Muchas veces subcontratamos la prevención y nos adormilamos. Y no, la responsabilidad es directa del empresario.

Es la Inspección la que tiene potestad para sancionar pero, ¿tiene Osalan constancia de qué ha podido fallar en estos accidentes?

-Osalan no juzga, pero hay una evidencia: las cosas se estaban haciendo mal. A partir de ahí nuestro papel es preguntarnos qué ha pasado en estos accidentes para que no vuelvan a ocurrir y esclarecer todos los elementos que han podido intervenir para que la Inspección juzgue. Un informe riguroso de Osalan puede tardar dos o tres meses en completarse. Tienen que quedar claras las responsabilidades para que cada uno asuma lo que le toque. Hablamos de que en cada accidente hay un fallecido. Si se demuestra que no se han tomado las medidas preventivas necesarias hablaríamos de casi un homicidio, es decir, podría haber hasta dos o tres años de cárcel.

El Gobierno vasco ha puesto el foco en que hace falta un esfuerzo desde la parte empresarial.

-Lo dice claramente la ley. La responsabilidad de la salud de los trabajadores es de los empresarios. Es un tema que nos incumbe a todos y toda la sociedad tiene que colaborar para evitar accidentes, pero legalmente quienes se tienen que poner las pilas son los empresarios. Sobre todo en accidentes de este tipo es que está claro, tú tenías que haber previsto que algo podía fallar. Si se te cae un trabajador desde una grúa es porque no tenías bien evaluados los riesgos.

¿Falta sensibilización social con la siniestralidad laboral?

-Sí, empezando por los medios de comunicación. Mientras un trabajador muerto suponga una columnita en la sección de economía de un periódico se seguirá transmitiendo la idea de que es normal que estas cosas pasen, como quien dice que llueve. Tenemos que rebelarnos y remover la conciencia de la ciudadanía.

Hay otros cientos de accidentes no mortales al cabo del año que pueden tener graves consecuencias.

-Muchos accidentes son leves por milésimas de segundo. Un enganchón con una máquina se queda en un rasguño pero podría haber supuesto una amputación de una mano. Si la grúa que cayó en Zarautz llega a caer un metro más allá en lugar de un muerto tenemos tres porque cae en la garita donde estaban comiendo sus compañeros. Muchas veces nos centramos en el mortal y parece que el accidente leve es una anécdota, pero no. Los leves pueden ser serios. El riesgo está ahí y no hay que minimizarlo.