Bilbao - Ha sido el sector al que más le ha costado incorporarse al ciclo de recuperación, pero al fin la construcción vasca empieza a encadenar números positivos. Realizado el despegue en 2017, el año pasado fue el de la confirmación con un incremento de la actividad superior al 12%, un avance inédito desde 2001. Queda atrás una crisis larga y dura que se ha llevado por delante casi la mitad del empleo, un indicador que poco a poco empieza también a recobrar el pulso.

De hecho, en los últimos meses la construcción se ha convertido en uno de los pilares que permite al mercado laboral vasco mejorar sus números, algo que llevaba muchos años sin ocurrir. Las empresas constructoras tiran de la contratación desplazando a la industria y manejándose codo con codo con actividades de servicios tan dinámicas como la sanidad, la educación, la hostelería o el comercio. El paso al frente coincide con el que ha sido el mejor año para el sector en casi dos décadas con un crecimiento muy superior a la media de la economía.

En concreto, la actividad subió un 12,5% en el conjunto del pasado año, según los datos Eustat, con una progresión al alza ya que el último trimestre terminó con un avance interanual superior al 15%. Empuja sobre todo, al igual que el ejercicio anterior, la edificación de viviendas, que acelera en un marco de recuperación del mercado inmobiliario.

El año pasado subió la venta de pisos el 9% en Euskadi, y aunque la mayor parte de operaciones siguen siendo de vivienda usada la compraventa de casas nuevas avanza también de forma similar a la media. El contexto económico favorable, el repunte del empleo y los bajos intereses hipotecarios crean un clima propicio para un mercado que ha estado casi diez años parado, con el consiguiente impacto en los precios y también en el número de promociones en marcha.

Este círculo virtuoso es la clave detrás del ascenso de 2018, aunque también la obra civil se anota un incremento anual de casi el 5% dejando atrás tres ejercicios de fuertes retrocesos. En la última década solo 2014 registró una mejoría de la obra civil en Euskadi, con caídas superiores al 20% en la primera fase de la crisis. En este caso la tendencia es hacia una cierta ralentización a lo largo del año, para registrar en el último trimestre un ligero descenso que se explica por el elevado volumen de obra pública concentrada en la última parte de 2017 a través de grandes proyectos como el Tren de Alta Velocidad (TAV) o la ampliación del Puerto de Bilbao.

Precisamente las restricciones en el gasto público ha sido otro de los lastres de la construcción durante la crisis. La administración empieza a soltarse el cinturón a medida que los ingresos fiscales se recuperan contribuyendo también a dar un impulso al sector.

El optimismo regresa a las empresas constructoras aunque con retraso. La actividad coge ritmo después de cinco años de crecimiento económico, y justo en el momento en que las previsiones apuntan a una desaceleración en el PIB vasco. No hay riesgo de una crisis inminente, insiste el Gobierno vasco, aunque sí hay síntomas que advierten de un serio parón que puede notarse sobre todo a nivel industrial. La rama manufacturera ya ha dejado en febrero un primer dato negativo en el Estado español al calor del estancamiento de la industria europea, lo que puede impactar también en Euskadi.

En todo caso, el horizonte se mantiene despejado para la construcción. La patronal vizcaina Ascobi indicó a finales del mes pasado que la recuperación del sector tendrá “cierta continuidad” a lo largo de 2019 con buenos números tanto en la rama de edificación y rehabilitación de vivienda como en la obra pública y privada.

demanda de trabajadores Tal es así que desde Ascobi se ha lanzado ya un primer mensaje referido a la necesidad de contar con mayor número de profesionales cualificados. Un aviso que también se ha puesto sobre la mesa en determinadas ramas industriales especializadas y que entronca con un asunto más amplio como es la orientación de la formación y las prioridades del sistema educativo.

La demanda de trabajadores dio un salto en 2018, con un incremento del empleo en la construcción de más del 4%, también el mejor dato desde 2001. Ayuda a estos elevados porcentajes el pobre punto de partida en que ha quedado el sector después de la crisis, que ha dejado una huella muy profunda. La mejoría del empleo en 2018, de 1.800 ocupados, sirve apenas para tocar a la puerta de los 50.000 trabajadores, una cifra muy por debajo del pico de la década de 2000, cuando la burbuja inmobiliaria aun seguía ganando tamaño. Euskadi llegó a rozar los 90.000 trabajadores de la construcción en 2003 para tocar fondo en 2013 con algo más de 46.000, prácticamente la mitad.