JOSÉ Manuel Centeno (Larrabetzu, 1972) es un hombre inquieto. Lleva más de dos décadas jugando a baloncesto en silla de ruedas al máximo nivel -está en el BSR Bidaideak- y también ha destacado en otras modalidades deportivas como el esquí o el handbike. Desde hace un año, además, visita el frontón. Gorka Álvarez (Bilbao, 1985) no tiene ninguna lesión, es entrenador en la escuela de baloncesto del BSR y comenzó con la paleta en silla de ruedas casi de casualidad. Hizo del revés el camino de la inclusión. Junto a Andoni Velasco, siempre que sus compromisos de pádel se lo permiten, y algún otro baloncestista, son los únicos pelotaris en silla de ruedas de Bizkaia. Son pioneros. De hecho, el domingo en el frontón de San Miguel, a partir de las 12.00 horas, disputarán la primera final de la modalidad en el territorio junto a dos ases guipuzcoanos: Beñat Lizaso y Asier Navaridas. El primero compartirá gerriko con el larrabe-tzuarra, mientras que el segundo se unirá al bilbaino en busca de las txapelas del Basauri-Bilbondo Pilota Egokituaren Sari Nagusia. La función también acogerá una final entre deportistas con discapacidad intelectual: Ibai Magdaleno-Jurdan Arakistain se miden a Iker Teijido-Eneko Sagarmendi.

“Fui a acompañar a José, que quería probar. No sabía que no existían restricciones y me animé a jugar”, relata Álvarez. Esos fueron sus inicios. En el caso de Centeno todo comenzó por Iker Amarika, uno de los responsables del proyecto, que le comentó la idea. “El manejo de la silla lo tengo interiorizado y la pala es un deporte muy bonito”, desgrana el larrabetzuarra. “Es una modalidad en la que se disfruta mucho. Tiene mucho encanto”, añade.

Entretanto, Gorka confiesa que era “necesario” abrir el frontón a todos los sectores. “Soy trabajador del deporte adaptado y siempre estamos más centrados en los deportes que salen en los Juegos Paralímpicos. Ahora tenemos la oportunidad de jugar a uno nuestro. Además, existe la facilidad de que hay frontones en casi todas las localidades. En nuestro caso el problema está en la silla de ruedas, que son caras, pero es un deporte que debería haber estado implantado desde hace más tiempo”, cuenta Álvarez, quien resalta que “somos la primera pareja vizcaina y la idea es trabajar para sacar grupo”. Asimismo, el bilbaino realiza la labor de agente inclusivo. “¿Por qué no iba a poder jugar si lo hago igual que una persona que tiene un tobillo bloqueado o un problema de rodilla?”, se preguntó Gorka. “Así, en esa tesitura, nos dimos cuenta de que es un deporte inclusivo de verdad, ya que, dependiendo de la diversidad funcional que exista, no hay diferencias”, argumenta. La silla “pone” a todo el mundo en el “mismo lugar”. “Estamos acostumbrados a que los deportes convencionales acojan a una persona con discapacidad y no a que un deporte adaptado acoja a una sin discapacidad”, sostiene Álvarez.

Mirando a la otra orilla, Centeno destaca que llevan “alrededor de un año” ejercitándose en la especialidad. En Gipuzkoa, en cambio, el proyecto está más asentado. Lizaso, por ejemplo, lleva más de nueve años en la brecha. “Contamos con el problema de la financiación. Estamos intentando conseguir sillas de ruedas para que la gente se anime a competir y sacar grupo en Bizkaia”, determina el veterano. Ya hay interesados de otras especialidades. “La idea es dar a conocer un deporte que es sencillo y en el que no se requiere de demasiada preparación física para disfrutar”, finaliza Centeno.

El trabajo en Basauri Por otro lado, el club Bidebieta de Basauri ha comenzado esta campaña con la pelota adaptada y tiene un grupo de deportistas con discapacidad intelectual que alterna la mano y la herramienta. “Es un paso más hacia la integración. Un club es grande cuando llega a todos los sectores de población”, remacha José Manuel Fuentes Mateos, presidente del bloque basauritarra.