DANIEL Vargas (Cochabamba, Bolivia, 1996) y Josías Bazo (Cochabamba, Bolivia, 1996) se conocieron hace unos años jugando en contra a k’ajcha, la pelota a mano tradicional del pueblo boliviano. Josías no lo recuerda; Daniel, por contra, sí: perdió. Desde el 2 de julio comparten parada y fonda en Bizkaia en busca del perfeccionamiento en pelota vasca. Ha cambiado la película. Son socios de entrenamiento. El objetivo es ambicioso: colgarse una medalla en los Juegos Panamericanos que se desarrollan en agosto en Perú. Kepa Arroitajauregi, director técnico del Consejo Mundial, considera que tienen “posibilidades”. Hay madera de presea. Quizás la selección de México sea la más peligrosa. “El resto se encuentran a un nivel similar”, apostilla el técnico vizcaino, cicerone de los dos muchachos, que se están ejercitando tanto en Amorebieta-Etxano como en el trinkete de Abadiño y residen en Durango. “Hay opciones”, relatan.

Vargas y Bazo comenzaron su camino en la pelota tradicional boliviana. El primero lo tuvo que dejar durante unos años, pero hace tres campañas retomó la pasión por el deporte, acercándose hace solamente una a la pelota vasca. El segundo, entretanto, continuó en la liza. “Los cueros pesan entre 95 y 100 gramos y son más pequeños y duros”, dice Daniel. Considera Josías, que tiene anatomía de delantero artista, que “con un mal resto te lesionas”. Aprovechan las canchas de k’ajcha -de pared derecha y chapas más bajas- para ensayar su desembarco en la pelota vasca. Comenta el puntillero que “donde yo vivo no hay frontones como este -señala las entrañas del frontón de Amorebieta-Etxano- y me toca practicar en otras condiciones. En nuestra cancha no resbala la pelota”. El caso de Vargas es diferente, puesto que hace un año se construyó frontón en su ciudad y en ella comparten entrenamientos con el seleccionador boliviano, Leonardo. Al cambiar el escenario, el juego se acelera y se endurece. Bazo reconoce que les toca “adaptarse” a la velocidad y al “bote”, pues la aspereza se merienda la viveza del material. “Aquí te tienes que poner más lejos para golpear la pelota. Las distancias son más largas. Al principio, cuesta mucho ubicarse. En los vídeos parece fácil, pero luego te pierdes”, argumenta Josías, quien añade que “llama la atención también la presión que tiene el pelotari”. El desgaste es mayor.

Irujo, Titín III, Altuna III... Los bolivianos, que competirán mano a mano en los Panamericanos, son muy diferentes entre sí. Daniel Vargas se considera un pelotari “largo”, al que le gusta “pegar atrás”. “Tengo paciencia y no me importa trabajar el tanto”, analiza el de Cochabamba, con una fisionomía clara de zaguero. Bazo, por su parte, admite que le gusta “terminar”. Por algo es fanático de Titín III. “Técnicamente era muy bueno y hacía tantos espectaculares. De los de ahora, me quedaría con Altuna III”, define Josías. Su compañero de entrenamientos coincide en que “Altuna me gusta en el Cuatro y Medio y me decanto por Irribarria en toda la cancha. Eso sí, antes de retirarse, seguía a Martínez de Irujo”.

La inmersión en la pelota a mano profesional llegó a través de youtube, al igual que su preparación personal. “Tratamos de sacar provecho de lo que vemos por internet, pero no es lo mismo. Necesitamos adaptarnos”, desgranan. La experiencia, por ahora, está siendo muy positiva. Bazo y Vargas están creciendo de la mano de Arroitajauregi en el camino hacia las preseas de Perú. Tienen hambre de gloria.