Jon Rahm quiere quitarse la espina olímpica que le quedó tras no poder participar hace tres años en los Juegos de Tokio. Un positivo por covid cuando estaba a punto de tomar el avión hacia Japón le produjo una de las mayores decepciones de su carrera. “Fue un momento muy duro porque estaba jugando muy bien ese año. Ya había dado positivo con anterioridad y nadie pensaba que se pudiera repetir. Me costó mucho superarlo. Así que este año voy con motivación extra, con ganas porque perdí una oportunidad y quién sabe cuántas más voy a tener”, comenta el barrikoztarra en declaraciones a la Federación Española.

El golf se reincorporó al programa olímpico en 2016 cuando Rahm aún no era profesional, por lo que no era un sueño que albergara desde niño, pero ahora cree que “ser olímpico es el honor más alto que puede tener cualquier deportista y más aún, contribuir al medallero”. Tratándose del barrikoztarra, gran aficionado a otros deportes, unos Juegos suponen una experiencia inigualable, aunque lamenta que “no podamos estar alojados en la Villa Olímpica y disfrutar de los Juegos tanto como me gustaría porque, además, será mi cuarta semana seguida de competición”.

El torneo olímpico se jugará en Le Golf National, en Versalles, fuera del bullicio parisino. Es un escenario que ya conoce Rahm porque allí jugó un Open de Francia y la Ryder Cup de 2018 donde logró un recordado triunfo ante Tiger Woods. “Es un campo exigente, donde hay que hacerlo todo bien de tee a green, un campo que le va a mi juego, del que no te puedes esconder. Si todo transcurre con normalidad, tendré opciones de ganar una medalla”, confía el jugador de Barrika, que tendrá como compañero a David Puig, formado como él en Arizona State y también tiene residencia en Scottsdale. Han compartido rondas de entrenamiento, aunque no ha coincidido mucho en competición, pese a que ambos militan ahora en el LIV.