Bilbao - Por momentos pareció que iba a llegar por la vía del aplastamiento, pero finalmente hubo que trabajarla a pico y pala. Sea como fuere el Bilbao Basket despidió el año 2019, el del renacimiento, en Miribilla con una victoria ante el Coosur Betis que sabe a gloria. Siete triunfos en catorce encuentros disputados, ver para creer. El conjunto de Álex Mumbrú, pese a sus claroscuros, alternando un baloncesto incluso preciosista con fases más ásperas, acabó dando buena cuenta de un cuadro andaluz al que siempre tuvo en su espejo retrovisor y al que le faltaron argumentos para el abordaje pese a amagar más de una vez con subirse a las barbas al conjunto vizcaino. Los hombres de negro gozaron de ventajas de dobles dígitos en varias fases de la contienda pero no fueron capaces de dar carpetazo al partido por la vía rápida debido, sobre todo, a sus problemas a la hora de cerrar su rebote, lo que permitió a los visitantes sumar un tercio de sus puntos, 23 de 69, en segundas oportunidades. Eso sí, cuando el duelo llegó a su tramo decisivo con la efervescencia por las nubes (61-60 en el ecuador del acto final) tuvo la entereza suficiente para no hacer regalos y mantener su rumbo firme.

Ese control de las situaciones se debió, además de por el buen trabajo coral, por la capacidad resolutiva de dos de sus piezas: Axel Bouteille y Ondrej Balvin. Que el Bilbao Basket ha encontrado un auténtico tesoro en el alero francés es una realidad que se confirma jornada tras jornada y ayer volvió a ser el líder anotador de su equipo (23 puntos) luciendo fantásticos porcentajes de tiro (9 de 13) y sumando un dos más uno y un triple en los dos últimos minutos, cuando el marcador reflejaba un inquietante 69-64. Por su parte, el pívot checo dejó lo mejor de su actuación para el último cuarto, en el que tiranizó ambos aros para acabar con 29 créditos de valoración merced a sus 15 puntos, seis rebotes y cuatro tapones. Ambos fueron el mascarón de proa de un grupo que realizó un notable trabajo defensivo que sirvió para paliar el poco acierto en ataque del que hicieron gala Jaylon Brown y Rafa Martínez (2 de 16 entre ambos). Además, Jonathan Rousselle y Emir Sulejmanovic volvieron a vestirse de corto y aportaron su granito de arena.

El conjunto bilbaino no solo ingresó en pista con los cinco sentidos activados tal y como exigía Mumbrú en la previa, sino que lo hizo con un estado de excitación que desató una tormenta negra sobre la cancha de Miribilla. Con Ben Lammers, incrustado junto a Brown en el quinteto inicial, colocando tres soberanos tapones y firmando un par de mates en un abrir y cerrar de ojos y Bouteille sumando dos triples, los anfitriones se dispararon hasta un interesante 10-2 en solo tres minutos de juego. Con el encuentro convertido en un torbellino, solo hizo falta que Arnoldas Kulboka entrara también en estado de gracia desde la larga distancia para que sus tres misiles desde la línea de 6,75 se incrustaran en el fuselaje de un Betis que capeaba el temporal como buenamente podía y al que solo su efusividad en el rebote ofensivo permitía no despeñarse del todo. El 26-15 con el que acabó el acto inaugural explicaba perfectamente el arranque del duelo, vertiginoso. Una canasta de Thomas Schreiner dio a los de Mumbrú su máxima renta en el choque (28-15), pero el Bilbao Basket no fue capaz de romper el duelo porque el conjunto andaluz seguía sacando petróleo del rebote ofensivo (12 de sus primeros 22 puntos llegaron de segundas oportunidades). Con Albert Oliver ya en acción, los de Segura ganaron en solidez y ni siquiera el regreso de Bouteille y Kulboka a escena, que permitió al Bilbao Basket recuperar ventajas de dobles dígitos (35-24 a 4:28 del descanso) hizo mella en ellos. Los anfitriones fueron poco a poco perdiendo eficiencia ofensiva, el Betis viajó una y otra vez a la línea de tiros libres y el 42-32 colocado por Rousselle bajó a la mitad en apenas medio minuto merced a un triple de Conger, una pérdida de Kulboka y una canasta sobre la bocina de Slaughter.

Toma y daca El 42-37 en el ecuador de la contienda dejaba vivos a los verdiblancos. Y el tercer cuarto no arrancó mejor. Otra canasta de Sipahi y dos tiros libres fallados por Brown, con falta de ataque de Kulboka tras rebote ofensivo, colocaron a los visitantes a tiro de triple de empatar. Surgió entonces de nuevo la figura de Bouteille para volver a dar aire a los suyos, pero las constantes vitales del partido habían cambiado. Ya fuera fallando tiros cómodos o con alguna pérdida en primera línea de pase, el Bilbao Basket regalaba demasiado en ataque y el Betis, con Oliver ejecutando desde la línea de 6,75, iba sintiéndose cada vez más cómodo. Los locales tuvieron fases para volver a impulsarse en el luminoso (con 51-44 primero y 57-49 después), pero no supieron aprovechar ninguna y el duelo llegó a sus diez minutos finales con un 57-51 que no permitía ni la más mínima relajación. El acto final arrancó con una canasta de Sulejmanovic tras rebote ofensivo, los primeros puntos de segunda oportunidad de los locales. Los de Mumbrú, bien plantados atrás, fallaron los tres siguientes ataques, pero un mate de Balvin a 7:55 del final tras otra captura en ataque parecía meter a los de Mumbrú en la autopista hacia el triunfo, pero ni así. El 61-51 solo duró 70 segundos, pues una falta de ataque de Brown y otro balón perdido sirvieron en bandeja el parcial de 0-9 para el Betis. El 61-60 a cinco minutos del final abría un partido nuevo, pero la superioridad de Balvin, la quinta personal de Slaughter y dos canastones seguidos de Bouteille tumbaron la resistencia final de Conger y Oliver. El Betis intentó revolverse hasta el final, pero el veterano base, jugando ya a la desesperada, acabó perdiendo un par de balones y el Bilbao Basket pudo celebrar su séptima victoria.