HACE menos de un mes, todo era optimismo en el horizonte de los Golden State Warriors. Grandes favoritos para ganar el anillo de la NBA y establecer una dinastía propia de otros tiempos -buscaban su tercer título seguido, el cuarto en cinco años-, mudanza veraniega desde Oakland hasta San Francisco para estrenar el colosal Chase Center, un nuevo pabellón que va a permitir que los ingresos de la franquicia se disparen, un grupo de estrellas bien avenidas dentro y fuera de la cancha para lo que son los estándares de la NBA, donde los conflictos de egos en los vestuarios están a la orden del día... Todo era de color de rosa, salvo la inquietud sobre lo que iba a deparar la agencia libre a partir del 1 de julio, con la posibilidad de que dos de sus figuras, Klay Thompson y, sobre todo, Kevin Durant, pudieran cambiar de aires, aunque los propietarios insistían que estaban dispuestos a rascarse los bolsillos hasta límites nunca vistos en la liga para garantizar la continuidad del proyecto.

Pero todo se resquebrajó durante las finales ante los Toronto Raptors, con dos lesiones de gran gravedad de los principales jugadores que pueden dejar el nido este verano. Primero cayó Durant. Ausente desde las semifinales de la Conferencia Oeste por una lesión de gemelo, forzó para tratar de ayudar en el quinto partido a unos Warriors que estaban contra las cuerdas (1-3), pero en el segundo cuarto tuvo que dejar la cancha por una rotura en el tendón de Aquiles. Y en el sexto encuentro, con Golden State con ventaja en el marcador y luchando por llegar al séptimo, fue Thompson el que cayó en acto de servicio como consecuencia de la rotura en el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. El anillo se marcho a Canadá y la franquicia californiana quedó envuelta en un mar de dudas acerca de su futuro. Si renovar a estos dos jugadores por el máximo salarial -un montante total de 410 millones de dólares por las próximas cinco temporadas- ya iba a disparar muchísimo sus gastos, ¿es una temeridad hacerlo con ambos lesionados de enorme gravedad y teniendo en cuenta que uno de ellos -Durant- no podrá jugar el próximo curso y el otro -Thompson- no regresaría a la acción hasta el mes de marzo? Desde la franquicia han deslizado que sus planes no han cambiado y que la idea sigue siendo renovar a ambos, pero no son pocas las incógnitas que se abren en el futuro inmediato de la entidad.

El caso más peliagudo es el de Durant. Los rumores sobre su supuesta decisión de abandonar los Warriors ocurriera lo que ocurriera en el plano deportivo han sido constantes durante toda la temporada -se daba como destino más probable los New York Knicks-, pero lo único cierto es que él siempre ha despejado las preguntas sobre su futuro. Tiene una opción unilateral para extender su contrato por un curso más a cambio de 31,5 millones, pero saliendo a la agencia libre podría firmar uno nuevo que ya el próximo ejercicio le permitiría ganar 38 -los Warriors pueden ofrecerle un contrato de 220 millones por cinco años, el tope para cualquier otra franquicia sería de 160 por cuatro-. Lo normal es que Durantula trate de amarrar un nuevo contrato ya que, pese a su lesión, lo más probable es que haya equipos que le ofrezcan el máximo. ¿Lo harán los Warriors? Thompson, por su parte, no tiene opción unilateral para prolongar su actual contrato con los Warriors, por lo que será agente libre. En su caso, su actual franquicia también puede ofrecerle un año más de relación laboral y mejor salario que cualquier otra (190 millones por cinco ejercicios), lo que en la 2019/20 le haría embolsarse 33 millones. Joe Lacob, propietario principal, ha asegurado recientemente que “siempre he dicho que mi gran objetivo es que Klay sea un warrior de por vida y esta lesión no cambia nada para mí”. Su padre, el exjugador Mychal Thompson, apuntó la pasada semana en el San Francisco Chronicle que “no tengo duda de que mi hijo seguirá en Golden State”. Siempre y cuando le ofrezcan lo máximo posible, claro...

¿Y el resto? El límite salarial en la NBA de cara a la campaña 2019/20 será de 109 millones de dólares y las franquicias deberán hacer frente al impuesto de lujo a partir de los 132. Actualmente, los Warriors tienen siete jugadores con contrato en vigor: Stephen Curry (40,2 millones), Draymond Green (18,5), Andre Iguodala (17,1), Shaun Livingston (7,7 -el jugador podría renunciar a este año opcional por parte de la franquicia y retirarse por sus problemas físicos), Damion Jones (2,3), Jacob Evans (1,9), y Alfonzo McKinnie (1,5). Si renuevan por el máximo a Durant, que se pasará el curso en blanco, y Thompson, que podría jugar solo los últimos meses, el gasto salarial de Golden State se dispararía hasta los 160 millones con media plantilla todavía por confeccionar. Y es que otro de los jugadores que queda libre es DeMarcus Cousins, pívot con vitola de all star que este año solo ha cobrado 5,3 millones al fichar el pasado verano por los Warriors convaleciente de otra lesión de tendón de Aquiles y tendrá ofertas bastantes superiores, lo mismo que Kevon Looney y Quinn Cook, dos suplentes importantísimos, cuyo salario era de 1,5.

Renueve a estos jugadores u opte por firmar a otros en la agencia libre, está claro que el futuro inmediato, tanto económico como deportivo, de los Warriors ha quedado muy tocado por las lesiones de Durant y Thompson. Un mar de dudas que se despejarán a partir del 1 de julio.