bilbao - Javi Salgado vive unos días en los que trata de recuperar su cuerpo y reposar todas las emociones del último tramo de la temporada, que quizás fueron sus últimos partidos como jugador. Con el objetivo cumplido, el base de Santutxu repasa una temporada en la que el Bilbao Basket “nunca se ha descompuesto” y advierte de que la humildad debe guiar el futuro del club.

¿Hace cuánto que no disfrutaba en la cancha como esta temporada?

-Pues bastante tiempo. Posiblemente, desde mi primer año en el Estudiantes que no jugaba con tanta regularidad ni importancia en el equipo. La verdad es que conseguir un ascenso en el equipo de tu ciudad lo magnifica todo y no solo he disfrutado, sino que además ha sido todo muy emotivo e intenso.

Mumbrú dijo el otro día que se había quitado un espina con el ascenso. ¿Usted también?

-Sí, claro. Mi importancia en el equipo el año del descenso no era mucha, pero siempre te queda esa cosa. Poder conseguir el ascenso otra vez te saca esa espina, aunque los malos momentos siempre estarán ahí. Pero los buenos de este año los superarán con creces.

Ha jugado unos 23 minutos por partido. ¿Lo esperaba?

-Más o menos, no exactamente, pero con el paso de la temporada se vio que todos jugábamos parecido y en muchos partidos hemos coincidido Thomas (Schreiner) y yo en cancha. Pero sobre todo me queda que, aún saliendo desde el banquillo, casi siempre he estado en cancha los minutos importantes. Es de lo que más orgulloso estoy, de haber podido aportar y disfrutar del ascenso como el que más.

Hace quince años era de lo más jóvenes de una plantilla con gente bregada. Ahora ha sido el jugador más veterano de la LEB Oro y, claro, del equipo. ¿Le ha sorprendido el grupo que ha tenido el Bilbao Basket, cómo ha evolucionado durante la temporada?

-La verdad es que ha sido una plantilla muy sana y trabajadora, con gente joven con ganas de trabajar y hacer las cosas y otros veteranos que conocían la liga. Todo eso lo hemos conjugado muy bien y hemos conseguido que el grupo funcionara todo el año. Con buenos y malos momentos, el equipo nunca se ha descompuesto ni ha tenido fisuras. Siempre hemos ido en la dirección correcta y ha dado frutos. Yo he intentado aportar tranquilidad, serenidad, y decir las palabras adecuadas en el momento adecuado. Aunque seguro que alguna vez me habré equivocado, como los jóvenes.

Cuando arrancó la temporada, el Bilbao Basket fue señalado como candidato, pero no ha ido sobrado y ha tenido que pelear muchos partidos hasta el último cuarto. ¿Eso les ha ayudado en el tramo decisivo del curso?

-Sí, cuando decíamos que iba a ser complicado, que había mucha igualdad y que la LEB Oro es muy competitiva, pudo parecer falsa humildad, pero se ha demostrado que era así. Salvo el Betis, los demás hemos tenido que pelear mucho. El play-off contra el Palencia fue durísimo y en la Final Four íbamos perdiendo en el tercer cuarto en los dos partidos. Ha sido superduro, como suponíamos. Tener una plantilla larga nos ha dado profundidad y nos ha permitido rotar y llegar con algo más de frescura al final, pero la dificultad de lo que hemos conseguido es evidente.

Con el formato de competición, ¿se les pasó en algún momento por la cabeza la posibilidad de quedarse sin ascenso en dos o tres jugadas? Porque ha parecido que el equipo ha estado muy fuerte mentalmente.

-Desde el principio, el objetivo era estar en los puestos de arriba y pelear por el ascenso. Se nos metió eso en la cabeza y no había excusas de ningún tipo. Cuando las cosas han ido mal, hemos tenido esa dureza para reaccionar. El tercer partido en Palencia fue clave porque de haber perdido todo podría haber sido diferente. Y luego la Final Four también fue muy exigente en ese aspecto. Pero la clave ha sido jugar en Miribilla la mayoría de los partidos importantes. Nos ha ayudado y nos ha arropado mucho y eso cuando tienes gente joven en la plantilla es fundamental.

¿Ese tercer partido ante el Palencia fue el peor momento de la temporada?

-Sí, en la primera vuelta tuvimos algún revés importante, como el del Palencia allí, que nos puso en nuestro sitio. Luego, derrotas duras en casa también ha habido. Pero como momento crítico, que no tienes margen de reacción, el tercero de Palencia fue clave. Porque jugarte toda la temporada en un cuarto fuera de casa contra un rival como ese habría sido muy complicado. No sabemos qué habría pasado, pero la situación no era la ideal.

En la pretemporada se vio un equipo que tenía facilidad para anotar. Pero al final el Bilbao Basket ha acabado con un 31% en triples y un 69% en tiros libres. Con esos números no se suele ascender.

-Sí, pero hemos sido la mejor defensa de la liga regular. Álex ha hecho más hincapié en la defensa, suponiendo que en ataque íbamos a meter en algún momento, en ser un equipo sólido atrás y eso nos ha permitido competir la mayoría de los partidos. Contra equipos con una defensa más floja, ganábamos más fácil y contra equipos que defendían mejor y no nos permitían jugar fácil, nos agarrábamos a la nuestra para tener opciones hasta el final.

Mumbrú ha llevado muy bien el grupo y se ha apoyado mucho en usted y en Schreiner.

-Nos ha dado un poco el mando a nosotros dos, los que en cancha mandábamos y hacía mucho énfasis en tener orden y que todo el mundo hiciera lo que nosotros decíamos. Porque en la LEB a veces se juega un poco descontrolado y desde el principio quiso poner orden. Además, ha gestionado muy bien el vestuario porque ha repartido mucho los minutos y casi todos los jugadores hemos tenido nuestros momentos y nuestras oportunidades para destacar.

La sociedad que han formado Salgado y Lammers ha sido llamativa, más que nada porque son un veterano y joven que no se conocían de nada antes y han congeniado como si llevaran toda la vida juntos.

-Es que es muy fácil jugar con él. Los dos interpretamos bien el pick and roll y, además, él tiene la virtud de que convierte un mal pase en una canasta. Tiene muy buenas manos, muy buen timing, y eso te facilita las cosas. En la segunda vuelta, todos los equipos se cerraban mucho para evitar a toda costa que conectáramos. En la primera fue exagerado porque casi cada partido hacía tres o cuatro mates espectaculares.

Con todo lo que ha vivido esta temporada, ¿se ha sentido más querido que nunca en el Bilbao Basket?

-Yo siempre me he sentido querido. Es cierto que cuando juegas muchos años y muchos minutos, como me pasó en mi primera época, la gente quiere ver algo nuevo, algo fresco y diferente, y pide otras cosas. Pero siempre he sentido ese cariño y este año, por supuesto. Creo que la gente ha sabido valorar que siempre he intentado que todos los jugadores aportasen, mi experiencia y control del juego y estoy contento por ello. Pero entiendo que haya gente a la que no le guste mi forma de jugar o que considere que estoy mayor.

Ahora le toca tomar la gran decisión. Mumbrú ha dicho que puede decidir lo que quiera, pero no todo dependerá de eso.

-No, influyen muchos factores. Influye la familia, influye el estado físico, que vamos a jugar en la ACB. Son muchas cosas a valorar. Como jugador, siempre piensas que puedes jugar más y nunca sabes cuál es el momento adecuado. Este año me he encontrado bien físicamente, pero la ACB es mucho más exigente. Habrá que valorar todo: cuál sería mi rol, qué opciones hay si dejo de jugar? Hay que hablar con el club de dónde puedo encajar, si creen que debo encajar en algún sitio, y seguir aportando cosas a Bilbao Basket. Durante el año me habéis preguntado y honestamente os respondía que no lo tenía claro porque tampoco lo tengo claro ahora. Ahora le estoy dando vueltas para ver cuál es la mejor opción para el club y para mí.

¿El hecho de haber dado un buen nivel esta temporada puede decantar la balanza?

-No sé, no me tires de la lengua porque no lo sé. He estado bien, pero podía haber estado mejor. Sé que ha habido partidos en los que se me ha notado cansado y otros en los que he aportado y he metido canastas en los momentos importantes. Hay que valorarlo todo, insisto.

Con usted o sin usted, el Bilbao Basket debe aprender de esta temporada, que ha hecho recuperar la ilusión, pero también ha servido de cura de humildad.

-La palabra clave para el año que viene es esa, humildad. La hemos tenido este año y nos ha ido muy bien. Hay que ser conscientes de que si las cosas no se hacen bien o se hacen mal repetidamente, suele tener sus consecuencias y esa fue el descenso. La próxima temporada el Bilbao Basket va a volver a ser un recién ascendido, con historia exitosa, pero recién ascendido y la estadística dice que la mitad de los ascendidos bajan el primer año. Por eso, hay que tener que claro que habrá que sacrificarse mucho y tener mucho respeto a todos los rivales en la cancha y en la grada. Nuestra mayor virtud es que podemos tener 10.000 personas a nuestro lado muchos días y hay que aprovecharlos en los partidos en Miribilla.

Esta temporada se ha creado, además, un tejido alrededor, una base de aficionados jóvenes que no se puede dilapidar.

-Sí, se están dando pasos para construir algo que dé solidez, que sujete y enraíce al Bilbao Basket en la sociedad vizcaina de una manera más permanente a través de su afición y a través de su cantera, que creo que es algo importante. Es duro ponerlo en marcha, pero con el paso de los años podremos ver frutos. El Bilbao Basket no puede ser solo un club o un equipo donde hay doce jugadores, sino que sea una masa social, cinco o seis equipos de cantera, con la ilusión que genera a muchos chavales de Bizkaia. Yo lo he visto, por ejemplo, en el Estudiantes que tiene mil niños de cantera y eso le da mucha solidez y empaque en el entorno en el que se mueve en Madrid. Es un club que aunque bajase sería difícil que desapareciese porque está muy anclado en el baloncesto, en el deporte y en la sociedad.

Usted ya ha dado sus primeros pasos para ser entrenador y ha compartido entrenamientos con los equipos de cantera del Bilbao Basket. ¿Qué ha percibido en los jugadores?

-Sobre todo, muchas ganas y mucha ilusión por hacer las cosas bien. Es difícil porque muchos han llegado de diferentes clubes y era la primera vez que jugaban juntos. Es difícil que todo funcione desde el primer momento y sacar jugadores para el primer equipo, pero hay que intentarlo. Eso yo nunca lo he vivido, desde la época del Cajabilbao que a mí me pillo muy joven no hemos tenido un espejo, algo que te empuje a trabajar en infantiles, cadetes y juniors para llegar al primer equipo o al máximo nivel posible. Eso genera ilusión y genera posibilidades. Hasta ahora no ha habido posibilidades de sacar chavales, ni de que jugadores jóvenes se involucrasen con el proyecto. Ahora se tienen posibilidades y cuando eso ocurre pueden pasar cosas buenas.