CONSUMADA ya la derrota en la final de Copa ante el Betis Energía Plus, donde la efusividad e hiperactividad física del conjunto andaluz hizo imposible cualquier atisbo de rebelión por parte de los hombres de negro, apenas queda tiempo para lamerse las heridas, pues la igualdad de la competición obliga al Bilbao Basket a dirigir su mirada, su mente y sus esfuerzos hacia lo que está por venir. El cuerpo técnico que dirige Álex Mumbrú deberá trabajar estos días para que la oportunidad pérdida de levantar un título no deje secuelas psicológicas en el vestuario de Miribilla. Porque la posibilidad de alcanzar la gloria era atractiva, un caramelo, pero la principal batalla para la entidad bilbaina no figura en el pasado sino que aparece en el horizonte: la pugna por el ascenso.

A falta de trece encuentros para la conclusión de la temporada regular, el Bilbao Basket se encuentra ubicado en el primer puesto entre los mortales atendiendo a la condición de conjunto estratosférico del Betis, cuya actual renta de cinco victorias con respecto a los hombres de negro les dará el ascenso directo salvo extrañísima hecatombe. El conjunto que dirige Mumbrú es segundo, pero el atasco en la zona alta de la tabla es de tal magnitud que cualquier derrota puede alterar la situación de manera radical. Y es que hasta cinco equipos (Covirán Granada, Melilla, Ourense, Liberbank Oviedo y Levitec Huesca) se encuentran a un solo triunfo del conjunto vizcaino, mientras que otros dos (Palencia y Valladolid) cierran la zona de play-off con solo dos victorias de desventaja.

Es por ello por lo que no es ya que el Bilbao Basket no tenga el más mínimo margen para la relajación, sino que esta misma semana deberá apretar sus engranajes de cara al encuentro que le medirá el domingo en Miribilla con el Leyma Coruña. Perder finales, aunque el favoritismo se posara en todo momento en el equipo rival, siempre deja un poso de tristeza y decepción en los equipos, por lo que dejar atrás esos recuerdos será fundamental para centrarse en el futuro liguero. Además, en el seno de la plantilla bilbaina hay jugadores que deben regresar a su mejor nivel de rendimiento, sobre todo en la parcela ofensiva, para que la estructura del colectivo no se vea dañada. El equipo necesita los triples de Edu Martínez, fichado para ser el referente en este aspecto del juego, la desaparecida eficacia al poste de Kevin Larsen, más regularidad de Osvaldas Matulionis... Pero claro, los ataques son vasos comunicantes. Sin efectividad desde la larga distancia se complican los espacios para que los interiores puedan generar peligro y a lo largo de la presente campaña, y la final de Copa no fue ni mucho menos una excepción, los porcentajes en el triple no están acompañando precisamente a los hombres de negro, dotando a su juego de un matiz de excesiva previsibilidad.

Solidez Si el Betis ha demostrado con 19 victorias consecutivas que no hay un rival en la categoría capaz de tutearle cuando eleva al máximo su nivel de intensidad, el Bilbao Basket también ha dado muestras de poder someter a la mayoría de sus rivales desde la solidez defensiva. La notable labor de retaguardia ha sido el pilar del conjunto vizcaino en sus mejores momentos del curso y debe ser su principal rasgo diferenciador en las trece jornadas que quedan en juego, sobre todo mientras el ataque no encuentre el nivel de sostenibilidad y acierto requeridos para solucionar las contiendas por la vía del aplastamiento. En una competición en la que las rachas, tanto a favor como en contra, son habituales, los hombres de negro han demostrado ser los más regulares dentro de esa irregularidad y ese es un importante punto a favor a explotar. Disputar la Copa fue el primer reto del curso y se consiguió. Pese a no redondear la faena con el título, el objetivo más importante del curso sigue en juego y es ahí donde el Bilbao Basket debe centrar sus esfuerzos.