L Bilbao Basket se ha abonado a la agonía para sobrevivir en este tramo final de la temporada y la sufridísima victoria de ayer ante el Fuenlabrada le permite ganarse otra oportunidad de seguir dependiendo de sí mismo en esa lucha a distancia que mantiene con el Estudiantes y de la que solo puede salvarse uno. Los hombres de negro lograron ganar un partido en el que volvieron a asomar muchas de sus debilidades, algunas estructurales y otras provocadas por la situación en que se encuentra el equipo. También asomaron sus virtudes, esa resistencia a rendirse, ese coraje para saber sufrir y esa personalidad de algunos de sus jugadores para anotar en los momentos críticos.

Cinco de los jugadores que pisaron ayer la cancha no estaban en la plantilla que arrancó el curso y dos acaban de llegar en un momento delicado y tienen que adaptarse en su vida a una competición distinta y a un estilo de juego también alejado de lo que conocían. No es, por tanto, sencillo que el Bilbao Basket muestre ahora la solidez que le ha faltado en todo el curso. Ioannis Athinaiou salió de titular en busca de aprovechar su oficio, pero el griego aún no se ha hecho con el equipo y acabó pasando desapercibido. Y ayer se produjo el debut de Leonardo Toté, que apareció en la pista de Miribilla en el minuto 4 para dar aire a Ondrej Balvin, que apenas salido del covid hizo el esfuerzo de ayudar a sus compañeros.

Con el italiano en cancha, el Bilbao Basket tuvo un balance de +6, así que al menos puede decirse que no desentonó. Eso sí, como era de esperar, pagó la factura de debutar en la Liga Endesa y cada uno de sus contactos defensivos fueron sancionados con falta, aunque no rehuyó nunca la pelea. Se jugó seis balones cerca del aro con desigual acierto, lo que demuestra que no le pesa la responsabilidad. Su condición de zurdo le puede procurar algunas ventajas, aunque eso obligue a sus compañeros a facilitar sus movimientos. Y algunos de ellos no se caracterizan precisamente por su buena lectura del juego. Al final, el ex jugador del Fortitudo Bolonia sumó 12 minutos y 41 segundos para seis puntos, un rebote y tres recuperaciones.

Ni siquiera el hecho de que el Fuenlabrada llegara ya salvado y con una rotación reducida y descompensada por la ausencia de varios jugadores de perímetro permitió que el Bilbao Basket tuviera un partido cómodo. El buen inicio, comandado por un certero Kulboka, se fue diluyendo por los problemas defensivos del equipo para frenar a jugadores con mucha capacidad atlética. Desde el segundo cuarto, el duelo fue un intercambio de golpes y los locales empezaron a sufrir al caer sus porcentajes de tiro. La falta de automatismos convertía cada ataque en una odisea y solo Jenkins y Brown, pese a algunos ramalazos de individualismo, eran capaces de sacar puntos, incluso en situaciones complicadas.

Algunos gestos de los jugadores de Mumbrú empezaban a dejar ver la tensión del momento y cierta frustración porque las cosas no salían como querían y porque el Fuenlabrada no dejaba de sumar y seguía bien agarrado al partido, incluso con algunas ventajas inquietantes cuando se entraba en los últimos tres minutos. El Bilbao Basket falló dos ataques que podían haberle dado una renta tranquilizadora y al final tuvieron que aparecer los dos estadounidenses, un triple de Jenkins con la mano de Eyenga delante y cuatro tiros libres de Brown, para abrir una brecha mínima, pero suficiente, que supuso una bocanada de aire para seguir respirando y concedió tiempo para tratar de mejorar para el choque del martes ante el San Pablo Burgos. Quedan tres partidos y la cuerda que sujeta a los hombres de negro colgados del precipicio aún no se ha roto. Y como diría el refranero, la procesión no se acaba hasta que pase el último cura.

Leonardo Toté, que apareció en la pista en el minuto 4, tuvo una aportación positiva y nunca rehuyó los contactos