Mientras hay vida hay esperanza y a ella se aferra el Bilbao Basket con uñas y dientes para seguir siendo el próximo curso equipo de la Liga Endesa. El conjunto vizcaino superó ayer domingo al Urbas Fuenlabrada en un final de duelo ajustadísimo y pese a que el hilo que le mantiene conectado a la posibilidad de salvarse sigue siendo finísimo puede continuar diciendo que depende de sí mismo, que es dueño de su futuro. Y en una situación tan desesperada como la suya, eso ya es algo.

Con su octava victoria del ejercicio, los hombres de negro siguen necesitando a día de hoy ganar dos de los tres encuentros que quedan pendientes en su horizonte (Hereda San Pablo Burgos y Joventut en casa y Real Madrid a domicilio). El pleno de éxitos será obligatorio si el Movistar Estudiantes, el otro implicado en la batalla del descenso, saca adelante su compromiso ante los de Joan Peñarroya, convertidos en jueces de esta lucha.

El conjunto vizcaino tuvo que luchar hasta la bocina final para sacar adelante un partido que los visitantes, jugando sin ninguna presión al haber hecho ya sus deberes de supervivencia, no vendieron nada barato pese a comparecer con su línea exterior escasa de recursos. A los anfitriones se les notó su flojera física por el confinamiento provocado por el covid-19 y su estado de extrema necesidad clasificatoria y protagonizaron un encuentro repleto de dientes de sierra, pero tuvieron aplomo y acierto cuando más falta hizo, en un último cuarto resuelto con un 24-16.

El partido se les había complicado en el tercero, con Kwan Cheatham y sobre todo Kyle Alexander (22 puntos y 15 rebotes) explotando los desajustes defensivos, pero en los diez minutos finales surgió la versión más 'killer' de John Jenkins para que el triunfo no se escapara de Miribilla. El estadounidense firmó 11 de sus 19 puntos en ese acto final con tres triples, el último, el que despejó los nubarrones del campo de visión de los suyos al dibujar el 84-80 a 29 segundos del final, un auténtico triplazo. Una canasta rapidísima de Ziga Samar tras error defensivo local complicó algo el final, pero Jaylon Brown, notable en la segunda parte al igual que Arnoldas Kulboka en la primera, resolvió desde la línea de tiros libres.

DIENTES DE SIERRA

Fue el Fuenlabrada el que más acertado arrancó la contienda aprovechando las posibilidades de penetración que ofreció la retaguardia local a sus exteriores, pero el Bilbao Basket no tardó en reaccionar a lomos del brutal acierto de Kulboka. El lituano lideró un parcial de 11-0 que hizo que el choque pasara del 6-11 al 17-11, pero no hubo posibilidad de prolongar el momento de inspiración. Josep María Raventós paró el partido y entre Cheatham y Jovan Novak volvieron a equilibrar el luminoso (17-17), pero el magnifico relevo ofrecido por Álex Reyes desde el banquillo tanto en defensa como en ataque permitió que fueran los hombres de negro los que cerraran en ventaja el acto inaugural (26-20).

Pero no hubo manera de que los de Álex Mumbrú acabaran de fabricar una renta tranquilizadora. Su apuesta por activar a Ondrej Balvin en las distancias cortas ofreció dividendos irregulares por la falta de fuelle físico del checo -se le notaron las secuelas del covid, pero se vació en labores reboteadoras con nueve capturas, seis de ellas en ataque-, el acierto desde la línea de 6,75 bajó al igual que la capacidad de gestionar con seguridad la bola y el Fuenlabrada no tuvo excesivos problemas para mantener el rebufo de su rival, llegando incluso a ponerse por delante (36-37). Ante la falta de regularidad en su propuesta de juego, fueron Kulboka y Brown los que acudieron al rescate y permitieron a los anfitriones llegar con ventaja al descanso, pero con un marcador que dejaba absolutamente todo en el aire: 44-42.

PROBLEMAS Y SOLUCIONES

En la reanudación, las constantes vitales de la contienda pasaron a ser favorables a los visitantes merced a la magnífica puesta en escena de Alexander, con nueve puntos seguidos. Por parte bilbaina, nada funcionaba al nivel deseable. La defensa llegaba medio segundo tarde en la mayoría de jugadas, mientras que en ataque las pérdidas y la merma en el acierto de Kulboka provocaban que fuese el Bilbao Basket el que tuviera que realizar labores de persecución. Las desventajas no eran muy amplias, pero cuatro o cinco puntos suponían ya una montaña para unos hombres de negro agobiados. Dos triples seguidos de Jenkins devolvieron el control del marcador a los locales (61-59), pero fue algo efímero. Los de Raventós, jugando sin presión, actuaban muy sueltos e impulsados por un 0-7 llegaron a los diez minutos finales por delante: 63-66.

Pero los de Mumbrú dejaron lo mejor de su juego para el final. Arrancaron el cuarto final con un 7-0 (70-66) y pese a la resistencia del Fuenlabrada un triple de Jenkins y dos tiros libres de Athinaiou tras antideportiva de Novak colocaron el 77-73 a 2:51 del final. Entre Christian Eyenga y Alexander amagaron con la taquicardia (81-80 a 53 segundos del final), pero Jenkins tiró de galones y metió un triplazo que mantiene a flote al Bilbao Basket.