El arte es algo vivo, en permanente evolución. Así ha sido desde las pinturas rupestres de la prehistoria, pasando por los genios del Renacimiento o las ruptura del cubismo y la abstracción, hasta llegar a nuestros días. En plena revolución de una Inteligencia Artificial (IA) que provoca fascinación y temor a partes iguales, esta tecnología desembarca en el Museo Guggenheim Bilbao de la mano de Refik Anadol. El artista turco afincado en Estados Unidos, situado a la vanguardia del arte algorítmico, presenta Arquitectura viva: Gehry, una obra inmersiva y multisensorial que utiliza formas generadas por la IA para reinterpretar los diseños de Frank Gehry, el arquitecto que ideó el emblemático museo de la capital vizcaina, que acogerá la muestra desde este viernes hasta el 19 de octubre.

A juicio de Juan Ignacio Vidarte, que este jueves ofrecía su última rueda de prensa como director del Guggenheim antes de ceder el testigo a Miren Arzalluz, la propuesta de Anadol abre "un capítulo nuevo" en la trayectoria del museo bilbaino, marcado por "la convivencia de la tecnología más primitiva utilizada por el hombre para hacer arte, el dibujo, con la más moderna".

Arquitectura viva: Ghery es una instalación concebida específicamente para la sala 208 del Guggenheim, cuyas cuatro paredes de 16 metros de altura se han convertido en lienzos que ofrecen al visitante una experiencia envolvente, con imágenes proyectadas en "una obra de 360 grados", como la definía el propio Anadol, quien confesaba su cansancio tras haber estado ultimando detalles del montaje hasta las cinco de la madrugada. "Hemos trabajando duramente para empujar las fronteras. La obra no tiene un principio y un fin", añadía.

35 millones de imágenes

Anadol ha estado trabajando un año entero entrenando un modelo de IA para esta exposición del Guggenheim, en lo que ha definido como un proceso "increíblemente difícil". No en vano, ha partido de 35 millones de imágenes "que ha conseguido de una manera ética", como subrayaba la comisaria de la exposición, Lekha Hileman Waitoller, para generar unas composiciones visuales en permanente transformación. "El visitante nunca va a ver lo mismo, va a ver muchísimas variaciones. Es prácticamente imposible ver lo mismo dos veces", añadía.

En esta idea de una "obra viva" en la que "cada momento es único" incidía también el creador, que ha definido un reto "el encontrar lo humano en lo que no es humano". Pese a confesar que ha hallado "un mundo nuevo en el algoritmo", Anadol huye de visiones apocalípticas en torno a la futuro que depara a la humanidad la Inteligencia Artificial: "La espiritualidad, la filosofía... Todo eso prevalecerá".

Apertura de una serie

La instalación, acompañada de un paisaje sonoro compuesto expresamente para ella por Kerim Karaoglu que incluye grabaciones procedentes del Guggenheim Bilbao, centra la exposición in situ: Refik Anadol, apertura de una serie de muestras que incluirán obras creadas específicamente para los espacios del museo en las que se presentarán proyectos de artistas contemporáneos que trabajan en el ámbito de la escultura, las instalaciones ambientales y las creaciones multimedia.