INGÚN comienzo está siendo fácil. Los centros escolares echaban a andar hace casi un mes y todavía navegan en aguas desconocidas sin saber qué les deparará este curso académico. Dantzerti, la escuela superior de arte dramático y danza de Euskadi, cada día se hace innumerables preguntas. La cultura está siendo el sector más castigado por la pandemia y por ello, los alumnos de ambas disciplinas se encuentran con sentimientos encontrados. Sienten verdadera pasión por lo que estudian, pero también se sienten desmotivados por el futuro incierto de la profesión. Además, las medidas sanitarias que siguen a rajatabla en todas sus clases están dificultando su aprendizaje. “Se preguntan cuándo acabará todo esto”, dice Unai Izquierdo, profesor de dicción y expresión oral de Dantzerti, que dada la situación excepcional confiesa frente a los alumnos de arte dramático y danza, Ander Camacho y Kattalin Newiger Mitxelena, que tiene que repartirse entre la exigencia y el cariño a partes iguales.

Aunque desde que se decretó el estado de alarma nada haya vuelto a ser igual, los cerca de 100 alumnos de la escuela, así como los docentes, han vuelto con más ganas que nunca. “Las clases presenciales son todo un lujo”, afirman Unai, Ander y Kattalin. Cada uno, desde un punto de vista diferente, comparten a DEIA cómo está siendo el proceso de adaptación a esta nueva etapa pospandemia. “Teníamos muchas ganas de volver porque hemos sentido que el pasado curso lo perdimos. Había un trabajo interpretativo que no se podía corregir”, comenta Ander de Gasteiz que todos los días viaja hasta la villa para conseguir su sueño: dedicarse al mundo del arte dramático. Una pasión que trata de contagiarles su profesor Unai, que ha tenido que modificar sus clases de dicción y expresión oral. “La vuelta ha sido complicada porque con las mascarillas tengo que adivinar la posición de la lengua, la mandíbula… Eso nos crea muchos problemas. Además, la tecnología juega a nuestra contra”, manifiesta, aunque apunta que entiende que “todas las medidas implantadas por el Gobierno vasco son para protegernos”. El uso de la mascarilla es obligatorio en cualquier espacio es por eso por lo que tal y como viene exigiendo la comunidad sorda o los logopedas desde su implantación por las trabas que supone para comunicarse, Dantzerti también ve necesario utilizar las mascarillas transparentes. “Podríamos leernos, pero sabemos que no están homologadas. Es una limitación porque aunque readaptemos las clases no es lo mismo”, expone el profesor.

Acostumbrarse a esta nueva forma de enseñar y aprender artes escénicas está siendo un gran reto par todos incluso para los estudiantes Erasmus como Kattalin Newiger, que viene desde Alemania y aterrizó a Dantzerti hace tan solo tres semanas. Estudia performance, una mezcla entre arte dramático y danza, y afirma que echa en falta poder relacionarse con otras personas. “Me resulta difícil leer las expresiones fáciles de la gente. Me produce mucha inseguridad porque no conozco a nadie”, agrega la joven, de padre vasco y amante del euskera.

Desánimo

Uno de los grupos ya ha estado diez días confinado y la incertidumbre por cómo transcurrirá el curso es constante, y eso repercute en su autoestima. “Se van perdiendo muchas cosas. Cada uno tiene una circunstancia diferente y aunque se extremen las precauciones yo les veo desanimados. Aunque vienen con muchas ganas hay que darles un empujón”, agrega el docente. “Quiero contagiarles el amor por esta profesión, que es maravillosa. Y si a mi me ha dado tantas cosas a ellos les va a dar más, porque hay más oportunidades”, prosigue.

El coronavirus ha impedido también que los alumnos del último curso del pasado año finalizasen sus carreras con la defensa de sus trabajos finales, poniendo punto final a una etapa de cuatro años. “Abandonaron lo que habían peleado todo este tiempo. Les echo mucho de menos porque ellos me han dado más a mí de lo que yo les he podido dar a ellos”, confiesa Unai emocionado.

La complicada situación ha llevado a los alumnos a plantearse su futuro. Cierto es que Dantzerti es un centro de referencia para los jóvenes puesto que, tal y como apunta Unai, “los docentes son profesionales en activo” y eso les motiva a seguir adelante. Para impulsar el sector, el docente, que también es actor, anima a todo el mundo a que “se quite el miedo de ir al teatro porque es uno de los entornos más seguros”. “También subiría el aforo a más del 50% y que prueben lo que es porque cuando descubren el mundo ya no se van”, apunta. Por su parte, Kattalin cree que es importante inculcar la pasión por la cultura desde la infancia, por eso opina que “es peligroso dejar de programar actividades”. “Las ikastolas han abierto, pero todo lo que se podía hacer por la tarde, que podía ser una visita cultural, ir al teatro… se ha dejado de hacer”, apunta. Son conscientes de que es un mundo complejo, nadie les dijo que no lo fuera, por ello, aunque el coronavirus se haya puesto en su camino, saben que esta es un obstáculo más que superarán con éxito gracias a su esfuerzo. “Todos son diferentes, pero con sus diferencias, son muy talentosos”, finaliza Unai.

En el caso concreto de Unai Izquierdo, este confiesa que le resulta complicado impartir su clase de dicción y expresión oral. La mascarilla le impide dar la materia con normalidad.

Hasta el momento, el alumnado no puede hacer uso de las duchas ni del comedor. No obstante, adelantan que esta semana tendrán noticias para saber cuándo podrán usar estas instalaciones.

El alumnado y profesorado animan a los bilbainos a ir al teatro porque “es un lugar seguro”. Apuestan por incrementar el aforo a más del 50% y disfrutar de cada función.

100

Dantzerti cuenta actualmente con cerca de 100 alumnos de arte dramático y danza. Para poder obtener una plaza, todos ellos han tenido que superar la prueba de acceso.

“Quiero contagiarles el amor por esta profesión, y a ellos les va a dar muchas oportunidades”

Profesor de dicción y expresión oral

“Creo que es peligroso dejar de programar actividades culturales en las ikastolas”

Alumna de Erasmus de danza

“Teníamos muchas ganas de volver; había un trabajo interpretativo que no se podía corregir”

Alumno de arte dramático