El Museo de Bellas Artes estaba cerrado al público, debido a la crisis sanitaria por el coronavirus, cuando Maider López recorrió sus galerías. En sus pasillos y salas vacías, sin público, la artista guipuzcoana (Donostia, 1975) descubrió que la pinacoteca seguía viva. "Noté que las obras habían permanecido allí, aunque nosotros no pudiéramos verlas. Sentí una potente sensación de vida", explica sobre Arnasa. Por primera vez, el Bellas Artes ha encargado una creación artística para su programa La Obra Invitada, una instalación de luz que simula la respiración del museo, iluminando de forma gradual y rítmica sus salas, y que podrá verse desde el exterior todas las noches desde ayer hasta la conclusión del verano.

Presentación de  'Arnasa' en el Bellas Artes de Bilbao

Presentación de 'Arnasa' en el Bellas Artes de Bilbao

Reabierto el lunes tras permanecer dos meses y medio cerrado al público, el Museo de Bellas Artes retoma también uno de sus programas más veteranos ligándolo a la excepcional situación vivida debido al covid-19. "Queríamos activar el privilegiado emplazamiento del museo y la posibilidad de pasear alrededor de su arquitectura nos ofrecía una oportunidad única para sacar al museo de dentro hacia afuera", explicó su director, Miguel Zugaza. López, prosiguió, era la artista "ideal" para ello, "vasca, pero con un extraordinario perfil internacional y que trabaja desde hace años con la arquitectura y los espacios urbanos, proponiendo paradojas y nuevas formas de relacionarse con lo cotidiano". Arnasa es, en palabras de Zugaza, un "nocturno" en forma de instalación de luz que se extiende por todas sus fachadas y recrea la serena respiración del museo, "donde incluso cerrado, el arte y su energía transformadora sigue latiendo en su interior como la propia vida".

En Arnasa, todas las salas del museo se encienden y se apagan al mismo tiempo de forma gradual, simulando el ritmo calmado y constante de la respiración. Cada transición de oscuridad a luz, y viceversa, dura aproximadamente ocho segundos, a los que suceden tres de luz u oscuridad; es la inhalación y la expiración de un ser vivo. A través de las ventanas aparecen y desaparecen la virgen de Zurbaran, las naturalezas muertas de Ribot, las escaleras del museo, sus esculturas, sus puertas... En la penumbra, los cristales de las ventanas reflejan el Bilbao que lo rodea. "Mi trabajo parte de elementos comunes existentes que, al dislocarlos, crean una nueva situación, transformando realidades comunes. En este caso, el ritmo de la iluminación es transformado, expandiendo el museo, dándole movimiento y animándolo a través de una instalación que interviene el espacio público y la arquitectura", explicó López. "Es una pieza para ser vista desde la calle, para mirar el museo desde fuera e integrarlo en la ciudad".

El coordinador de Conservación e Investigación del Bellas Artes, Javier Novo, destacó que se trata de la primera vez que se encarga una pieza para el programa La Obra Invitada, que habitualmente recoge obras de arte propiedad de otros museos y colecciones públicas o privadas que se muestran en el interior del centro en su horario habitual de apertura al público. "Supone un hito para la historia de este museo y con el tiempo nos daremos cuenta de ello", remarcó. "Activa un edificio estático, que ahora vuelve a coger un cierto dinamismo. Lleva a un nuevo plano la existencia propia del museo".

También en la misma línea se manifestó Gabriel Zabala, director de Instituciones del País Vasco del Banco Santander, cuya fundación colabora en el programa. "Nos recuerda que cuando sus puertas se cierran, el museo sigue muy vivo entre nosotros", valoró.