Bilbao - Ayer las canciones y la popular bandana de Francisco Javier Labandón, conocido como El Arrebato, presidieron el escenario de Euskalduna Jauregia, en Bilbao, en el arranque de la gira de presentación de su disco Abrazos, con el que festeja sus primeros 20 años de carrera rodeado de amigos como El Barrio o Miguel Poveda. El concierto, que cuenta con la colaboración de DEIA, se repetirá hoy en Iruñea, en el Teatro Gayarre.

Abrazos fue idea del productor de El Arrebato, que ya se encontraba trabajando en un nuevo álbum con canciones inéditas. “Al decirme que cumplía 20 años de carrera en enero, decidimos hacer algo especial e invitar a mis amigos al cumpleaños, compartiendo con ellos un rato cantando. Sentí su abrazo también”, explica el sevillano, que comparte micrófono con Rosana, Abraham Mateo, Moncho Chavea, Miguel Poveda, Antonio José, El Barrio, Pastora Soler, India Martínez...

“Son once, como un equipo de fútbol”, explica el músico, futbolero por herencia familiar y compositor del himno del Sevilla F. C. “Elegirlos fue fácil, todos son amigos míos, aunque son artistas dispares. Poco tienen en común Abraham, del que conozco su talento desde niño, con Poveda”, analiza a DEIA. Lo más complicado fue cuadrar agendas. “Hubo que grabar con ellos en Sevilla, Madrid, Barcelona, Cádiz... Mereció la pena por el cariño y la pesonalidad que pusieron. Por eso el disco creo que es tan bonito”, incide el cantante sevillano.

celebración Abrazos surge como “una celebración de mis veinte años en la música”. Por ello, supone “un agradecimiento a esos abrazos que he recibido en el camino y que me han ayudado a estar donde estoy, disfrutando y viviendo de la música”, reflexiona el sevillano, que canta “en cada abrazo existe un milagro”, y lo defiende a capa y espada. “El abrazo es un refugio y un descanso; hay abrazos que nos ponen las pilas y con ellos somos capaces de afrontar lo que sea”.

El Arrebato, que se autodefine “pirata, bohemio, trovador y canalla”, explica que “haber vivido mucho es bueno para crear”. Pegado a una sonrisa, el músico aboga por la empatía y por buscar los puntos en común de las personas, no las diferencias. “La gente me dice que no cambie. Es que no sé ser de otra manera. Heredé de mi madre la sonrisa constante y ver el lado positivo de las cosas. Ahí están mis canciones, no soy capaz de escribir un drama. Lo empiezo, pero se resuelve siempre de forma positiva”, indica entre risas.

Abonado al pop aflamencado, en Abrazos incluye también algún ritmo afrolatino y algo de rap y reggae, para que “los colaboradores estuvieran cómodos y el disco sonara más ameno, con más colores”.

El músico sevillano asegura sentirse “con la misma ilusión que al empezar, con el veneno de la música en la piel, porque soy un músico de guardia las 24 horas del día”. De hecho, explica que “nunca me atreví a soñar lo que he conseguido; era menos pretencioso”. La gira de presentación del nuevo disco arrancó ayer en Bilbao, en Euskalduna Jauregia.