Los vicios son feos. Les hablo de vicios públicos (los otros, ni les cuento...) a la hora de comer en público, de la cruz de una moneda cuya cara son los buenos modales. Antes esta práctica se adquiría en colegios —han pasado ya bastantes años de estas lecciones de urbanidad...— y también en el seno de la familia, pero de un tiempo a esta parte, como cada uno no se busque la vida (o se apunte a algún curso específico en esta materia), adquirir los modales en la mesa o al comer en público queda a criterio personal.
Recuerde, quien esto lea, aquello que Don Quijote le recomendaba a su fiel escudero: “Ten en cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de eructar delante de nadie”, además de aconsejarle que fuese “templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”. Estando de acuerdo con todo cuanto les he dicho hasta ahora, ver ayer cómo algunos de los presentes se chupaban los dedos al comer un pintxuleta con alioli y patatas fritas naturales servida en el bar El paraíso (Rafaeka Ybarra, 14) que regenta Angélica Karin Mantilla, fue como espiar por la mirilla para ver en acción un bello vicio. Esa pintxuleta, les digo, es el bocado ganador en el XV concurso de pintxos de Deusto.
Pisándoles los talones, la pulpería Naroa (Julio Urquijo, 8) rozó la medalla de oro con un pintxo compuesto sobre una base de zamburiña, rollito de primavera con lámina de surimi relleno de mucilago de bogavante y pulpo, todo ello bañado con una emulsión de piquillo y finas tiras de cebolla encurtida y mayonesa de chipotle. Si tienen que pedirlo así en barra se les pasa el hambre de tanto hablar. O les entra la sed. Para redondear el podio, aparece en escena El rincón de Arantza (Blas de Otero, 59), con un singular cóctel de la huerta de Deusto. Completaron el retablo de las maravillas de esa tarde noche bañada en sabrosuras los premios a la mejor atención y a la mejor barra, en ambos casos ganados por Sabinaren Taberna, donde Miriam Angulo Fernández y Pol Capote hacen un trabajo de fina pasamanería.
Testigos de todo cuanto les he contado, permítanme que les cuente que a la cita no faltaron la concejala Kontxi Claver; la presidenta de Deusto Bizirik, Julia Diéguez; la vicepresidenta, Vicky Portugal, y el gerente Ignacio Aguirre; Javier Garcinuño, presidente de Bilbao Ekintza; el concejal de Cultura, Gonzalo Olabarria, Goyo Zurro, Xabier Jiménez, Yolanda Díaz, Urtzi Ostolozaga, Paula Garagalza, Cristina Maruri, Joel Gallego, de Akeita Gozo, José Antonio Alonso, Rocío Redondo, Marta Ferranza, Omar Langhar, Inés Nebreda y un buen puñado de gente que se acercó a la hora de las celebraciones.
La presente es una historia de alta gastronomía en pequeña escala. Por sus paginas pasearon María Cereeceda, el artista Iñaki Arce, Julio Aristín, Ricardo Davis, Mikel Segurola, Jujo Ortiz, Iker Urkidi, amo y señor de BilbaoHistorikoa, Oscar Rabanal; la presidenta de Mujer Siglo XXI, Carmen Miral; el gerente de Bilbao Centro, Jorge Aio, Begoña Zurbano; la estilista del cabello, Yolanda Aberasturi, Alberto González, Matías Carballo, Irma Martínez, Nerea Garrido, Javier Etxebarria, Elena Mendizabal, Aitor Alonso y un buen puñado de gente comerciante, hostelera y servicial que disfrutaron de un encuentro que, con doce años de vida ya a sus espaldas, lleva camino de convertirse en uno de los clásicos de finales de año en Deusto. Y decir eso, en un barrio con tanta correa y tanto trajín a sus espaldas, no es poco decir. Les hablo de la alegría que nos trasmiten los bares, tabernas y restaurantes con las puertas abiertas, como puntos de encuentro y templos de celebración. Incluso, como les dije en los comienzos, tierras donde una puede chuparse los dedos, ese gesto tan mal visto que, sin embargo, nos pasaporta a la infancia. Y recuerden cómo se vivía allí.
src="https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/statics/js/indexacion_Trebe.js">