De este confinamiento histórico e histérico quedarán insólitos recuerdos grabados en la mente, infinidad de recortes de periódico -los testigos de la realidad-, e incalculables iniciativas de gente anónima que ha dado lo mejor de sí de una manera u otra: para curar para trabajar, para entretener, para acompañar... Ángel Garrido ha sido retratista del día a día de esta pandemia, ya que con sus pinceles ha capturado los distintos episodios de esta cuarentena, a sus protagonistas, sus situaciones, sus sensaciones… Y, por otro lado, se ha expresado, ha gritado por escrito, ha reflexionado con el sonido de las palabras leídas. Este vecino de Leioa ha realizado acuarelas prácticamente cada día de esta reclusión que empieza a tener fugas y las ha compartido en sus redes sociales, junto a pequeños textos. Sus pinturas son la radiografía creativa del covid-19.“No empecé exactamente al principio del confinamiento, creo que fue a la semana siguiente. Hice una serie en blanco y negro porque me parecía que la situación era dramática, pero como luego la gente necesitaba más color, he ido cambiando y haciendo cosas diferentes. Pero las acuarelas siempre han ido acompañadas por un comentario con lo que quería representar”, señala Ángel. Así que su diario ilustrado de la cuarentena registra, por ejemplo, a sanitarios en tonos grisáceos; a niños con caretas alegres de lo más originales, porque es “el momento de fomentar su imaginación y desarrollar su creatividad”; o a un grupo de cocineros como “homenaje a todos los autónomos (cafeterías, bares, fontaneros, electricistas…) que mantienen sus microempresas, creadas a base de esfuerzo, miedos e incertidumbres y que se les pueden venir abajo por un evento fortuito que no pueden controlar y que se les está haciendo difícil de digerir para no echar la persiana definitivamente”. También forman parte de este álbum de acuarelas las mujeres que sufren violencia machista: “Quiero recordar a todas aquellas mujeres obligadas a vivir bajo la presión de su maltratador y decirles que alejen la culpa o vergüenza y denuncien ante el 016. Muchas ya lo han hecho”. También están en la colección un bote vacío, un atardecer o amanecer, un puente, la música, las caceroladas vs. los aplausos…

Esta es la forma en la que este vecino de Leioa siente los estragos del coronavirus. “Todo el mundo se expresa: unos lo hacen hablando, otros aplaudiendo… y a mí me surgió esto. Es mi manera de transmitir; mi hermano es un filósofo aficionado y traslada sus sentimientos con la palabra, lo mío es más el dibujo”, admite. Y eso que Ángel no lleva tanto tiempo trazando líneas artísticas; dio alguna en el año 2000 y luego, al jubilarse en 2016, las retomó con más continuidad. “Tenía curiosidad por la acuarela, porque me parecía muy difícil y, efectivamente, lo es porque no te permite corregir: si has puesto un color ya no lo puedes quitar. Pero es muy gratificante. Me gustó. Empecé a ir a un taller en Kultur Leioa, aprendí y ahora ya me estoy saliendo de la técnica. Intento hacer cosas espontáneas y ahora que firmo una al día, cuando me surge la idea de repente, me pongo y lo hago de manera personal”, indica este pintor que expone en su galería de Facebook. “He perdido la vergüenza a mostrar mis obras; al principio tienes que superarlo, asumir que la gente vaya a comentar. Ahora si me sale algo mal no me importa. Simplemente me he expresado así y punto. He llegado a ese momento en el que no sufro”, se sincera Ángel. Así ha creado sus acuarelas de cuarentena.