Busturia - Ha venido para quedarse. Lejos de ser una moda extendida en las grandes urbes, lo cierto es que Bizkaia también se abre, aunque más bien sea poco a poco, a los jardines verticales. Y hay un especialista en la materia que puede decir que ha instalado el más grande que hay en Bizkaia, ubicado en un total de 240 metros cuadrados de lo que antes era una pared sin vida en la salida del metro de Berango. Mikel Guerendiain, busturitarra al mando de la empresa Hydroforest, se encarga de que las más de 6.000 plantas instaladas no solo luzcan un espacio urbano, sino que aporten numerosos beneficios medioambientales.

Promovido por el Ayuntamiento berangotarra y contratados por la constructora Vusa, “lo hemos instalado en cultivo hidropónico, con el sistema de Paisajismo Urbano, y la colaboración de Ignacio Solano en el diseño y de David Moreno”, en la dirección junto a Guerendiain, que es quien junto a sus empleados de Hydroforest controla que al jardín vertical no le falte de nada para crecer sano. No en vano, a los condicionantes de la naturaleza propiamente dicha, como suele ser el clima, se les suma una tecnología puntera a la hora de controlar que las plantas estén en buen estado. “Al precio que está el metro cuadrado, la tendencia es cómo tener metros cuadrados de jardín” en los espacio urbanos de las grandes ciudades, señala el también paisajista Guerendiain para enclavar la tendencia a la construcción de espacios verdes escapando del habitual horizontalismo. No en vano, un metro cuadrado de espacio verde “produce el oxígeno necesario para una persona en un año”, por lo que no solo se trata de embellecer el espacio, “si no que además aportamos beneficios ambientales”. “Necesitamos naturaleza, oxígeno, filtros frente a la contaminación...”, enumera.

En el caso de Berango, son 240 metros cuadrados en una pared de alrededor de 125 metros lineales, “ocupando solo unos 25 centímetros de la pared”, donde se instala un fieltro que alberga las plantas. “Y en una vía transitada por vehículos, tenemos un filtro de metales pesados por la combustión de los coches, un receptor de polvo... Es una estructura no solo ornamental, es una estructura que tiene su función medioambiental. Es un pequeño ecosistema en vertical donde hay un equilibrio entre plantas hongos y bacterias. Da vida al espacio”, evidencia, ya que insectos y polinizadores pueden ir ocupando el jardín vertical y tras ellos llegarán las aves.

Hydroforest, especialista en cultivo hidropónico -un método para cultivar plantas que no necesitan de suelo agrícola-, es quien se encarga de que todo el sistema del jardín vertical berangotarra mantenga el equilibrio. El sistema de riego, el abono, el fieltro, el PH, la conductividad... son componentes de una maquinaria que debe controlar todo al milímetro. “De hecho, cualquier problema que surja puede ser solventado rápidamente”, señala el busturitarra. Un aviso que le llega al móvil sirve de alarma, toda vez que alguno de los sensores salta. “Hay que controlarlo todo bien”, espeta.

Algunas de las plantas del jardín vertical de Hydroforest -que se dedica tanto a trabajos innovadores como a otros más tradicionales para ayuntamientos y privados- han sido plantadas hace un mes y por ahora el crecimiento que pueden experimentar es algo que deben de cuidar. Sabido que los jardines verticales han venido para quedarse, y aunque haya habido proyectos de mayor calado que finalmente no han salido adelante, Guerendiain confía en que sea un ámbito de desarrollo en un futuro cercano.