MUXIKEBARRI, la secuencia del siglo XXI del Gran Cinema de Algorta o el acto más vanguardista del antiguo Getxo Antzokia, alzó el telón el pasado martes y con él salieron a escena los recuerdos más emotivos sobre sus antecesores. El Gran Cinema se inauguró el 15 de septiembre de 1928 y su proyector se apagó más de 60 años después cuando las salas de las ciudades y pueblos empezaban a fundirse a negro; el Ayuntamiento llegó a un acuerdo con los propietarios, asumió la titularidad y lo convirtió en el Getxo Antzokia -estrenado como tal en julio de 1992-, hasta que en 2008 decidió bajar su telón, derribarlo y construir lo que hoy ya es Muxikebarri, el centro de cultura, artes y congresos de Getxo. Tres vecinos de Algorta: Juan Ignacio Roscales, Manu Gómez y José Mari Urigüen rebobinan para desempolvar sus tardes en el Gran Cinema y en el Getxo Antzokia. Estas líneas recuperan las regañinas de Lorenzo, el acomodador; los saludos al actor José Sacristán; el placer de las sesiones continuas ante la gran pantalla; el crujir de esas butacas rojas...

“Para mí, siempre será el Gran Cinema”, confiesa Manu, un sentir nostálgico común a muchos getxotarras. “Cuando se tiró ya lloraríamos un poquito...”, asegura. “Pienso en el Gran Cinema y es ese cine oscuro, al que vengo desde Larrabasterra con uno de mis hermanos en las bicicletas que aparcamos en una farola que ya no está aquí, para ver 20.000 leguas de viaje submarino, Los vikingos? Allí descubrí a Christopher Lee en La Momia y en Drácula? Es ese cine, esas películas que yo no tenía ni idea de que existían”, evoca José Mari, que pasaba todos los veranos de crío en Getxo, donde ya asentó su hogar al casarse. “Las taquilleras no nos dejaban entrar en pantalón corto cuando éramos pequeños. Y la mayor sensación que tuve de ser mayor fue cuando voy a ver Testigo de cargo, de Billy Wilder, me pongo el pantalón largo y me dejan entrar al cine sin pedirme el carné. Y dije: ¡Soy mayor! Tendría unos 16 años”, comenta entre risas. Los recuerdos se agolpan y regresan a la cabeza frescos. Juan Ignacio es el actual presidente de Biotz Alai, un coro que con sus más de cincuenta años de trayectoria, cantó en el Getxo Antzokia, claro. Además, para él, su niñez y juventud discurrieron en torno a la plaza San Nicolás, “ahí poníamos dos porterías y...”, indica. “En medio de la plaza estaba el kiosco de Matilde; los críos le comprábamos las chucherías y nos íbamos al Gran Cinema”, cuenta Juan Ignacio, que desde bien pequeño, “a los 7 años”, ya se empezó a poner delante de la gran pantalla. “Me acuerdo de Lorenzo, el acomodador, al que siempre le montábamos alguna. Unos nos poníamos en una esquina, otros en otra y le picábamos... O nos subíamos a la parte de arriba, porque había un gallinero, que después cerraron, y desde allí tirábamos algo a los de abajo...”, desvela. Esas cosas de niños... “Luego, ya más mayor, vine con un permiso de la mili y fui a ver una película que la gente había ido a ver antes a Francia: El último tango en París. Sería el año 76 o 77”, traslada el presidente de Biotz Alai.

Cuando el Gran Cinema dio paso al Getxo Antzokia, el coro de Algorta formó parte de su actividad. “Hemos hecho el concierto de socios muchos años allí y también en el Gurea, un cine posterior al Gran Cinema, que al ser más moderno, yo creo que sí le quitó algo de clientela”, considera Juan Ignacio, que en cierta ocasión se tiró toda una tarde en el cine para preocupación de sus padres. “Pero, ¿dónde andará este niño?”. Y es que las sesiones continuas en el Gran Cinema eran “algo muy típico”. Cuando ya fue teatro, ese espacio albergó “grandes obras” de “gente de mucho nivel”, según opina Juan Ignacio. “Yo he visto a El brujo, por ejemplo”.

Manu es uno de los responsables del cine-club de Getxo. Posee incontables documentos de ciclos cinematográficos organizados en el Gran Cinema, de carteles de películas exhibidas, de noticias... “Esta es la programación que había en el Gran Cinema en una semana de marzo de 1964 o 1965: domingo, lunes y martes, El tren, de Frankenheimer; miércoles y jueves, Trampa Secreta; el viernes, El secreto del capitán O’Hara; el sábado, Yo y los hombres de 40 años. ¡Fíjate qué calendario!”, destaca mirando uno de los folletos que atesora. “La primera película que se proyectó, en 1928, fue una versión de Beau Geste en la que salía Ronald Colman”, apunta. “Yo la primera que vi fue en 1968: El mundo está loco, loco, loco, de Stanley Kramer con Spencer Tracy”, añade este devorador de cine, desde que su padre se lo descubriera.

Hacia el final... Y avanzando un poco en el metraje, Manu visualiza los últimos instantes del Gran Cinema y del Getxo Antzokia. “Creo recordar que hubo dos incendios y el último fue el 16 de enero de 1989. Ese día se proyectó El príncipe de las tinieblas, de John Carpenter. Ahí se quema el cine y para mí que fue la última película del Gran Cinema. Y la última como Getxo Antzokia es el 30 de mayo de 2008: Los crímenes de Oxford, de Álex de la Iglesia. Pero como teníamos nostalgia, nosotros, en el cine-club, hicimos una programación especial después para la última sesión del Getxo Antzokia y pusimos Cinema Paradiso”, rememora. El adiós de este edificio marcó a muchas generaciones. Se evaporaron las tardes en cuadrilla viendo una peli, los primeros encuentros entre novios... Se extinguió el entretenimiento más espectacular en los tiempos de canicas, balones y cromos... “Cuando se cerró, se permitió que cada persona se llevara dos butacas”, señala Manu, y también José Mari, una auténtica enciclopedia cinematográfica que consiguió en el Gran Cinema un autógrafo de José Sacristán. “Se hacían presentaciones. Primero, los actores iban al Buenos Aires de Bilbao, y luego venían al pueblo. Yo estuve en la de Una señora llamada Andrés, con Carmen Sevilla, Juan Luis Galiardo y como actor de segunda o tercera, José Sacristán. Y vinieron aquí. Yo me acerqué a José Sacristán a decirle que me había encantado su interpretación, que había sido casi mejor que la de Galiardo. Me miró y me contestó: ¡Cómo me gusta lo que ha dicho! Y cogió un folleto de la película y me puso: Con mucho cariño, José Sacristán. Lo tengo enmarcado”, recapitula José Mari. Eso es lo que quedan: imborrables recuerdos, pasajes tiernos de una época, vivencias de antaño... Por delante, un nuevo escenario. El futuro.

desde ahora La nueva era es ya con Muxikebarri: tres auditorios, una sala de usos múltiples, vestíbulos con posibilidad de ser empleados como galerías para ferias, congresos, exposiciones... un restaurante, cuatro ambigús y... salas de cine. El nuevo espacio cultural de Getxo, que irá acogiendo actividades poco a poco durante este año, emitirá también películas comerciales, con proyector 4k y sonido envolvente Dolby Atmos... ¡Qué pensaría el vetusto Gran Cinema de las nuevas tecnologías de la imagen!

Los tres vecinos de Algorta asumen que los tiempos cambian y confían en disfrutar de Muxikebarri tanto como lo hicieron de los otros equipamientos en el pretérito. “Creemos que Muxikebarri estará bastante bien”, afirman. En principio, las sesiones de cine-club se trasladarán al moderno edificio enseguida y las actuaciones de las agrupaciones culturales podrán ir sucediéndose durante los próximos meses. “Esperemos que el concierto de San Lorenzo lo podamos hacer aquí”, lanza Juan Ignacio, que además ha sido uno de los “sufridores” de las obras de construcción.

3, 2, 1... Acción en Muxikebarri.