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Bizkaia llega a la gala Michelin con una pregunta que todos se hacen: ¿habrá nuevas estrellas?

El territorio vizcaino combina estabilidad, talento y propuestas emergentes en una edición donde cualquier movimiento puede reconfigurar el mapa actual

Bizkaia llega a la gala Michelin con una pregunta que todos se hacen: ¿habrá nuevas estrellas?Sandra Atutxa

Bizkaia llega a la gala Michelin de Málaga que se celebra este martes, 25 de noviembre, con los sentidos en alerta y el recuerdo aún fresco de que, en esta guía, como en la vida, nada es eterno. El territorio vizcaino presume de un firmamento bien consolidado, con Azurmendi, de Eneko Atxa, como el único restaurante triestrellado, y una decena de templos culinarios con brillos, pero también sabe que cada edición puede cambiar el mapa: sucedió el año pasado la pérdida del Michelin del Atelier de Etxanobe de Bilbao. Ahora, con los inspectores moviéndose en silencio, la gran incógnita vuelve a ser la misma: ¿será una noche de nuevas luces, de reajustes… o simplemente de confirmar que el vértigo también forma parte del juego culinario?

Diferentes propuestas

Entre los restaurantes ya estrellados, hay proyectos que viven un momento de madurez interesante. Garena, en la localidad de Dima, bajo la maestría del chef Julen Baz ha reforzado su discurso de territorio y producto local; Txispa, en Atxondo, continúa asentando la identidad que le valió su estrella reciente; y en Bilbao, espacios como Nerua, Zarate, Mina u Ola de Martín Berasateguitrabajan en la discreción que caracteriza a quienes buscan no solo mantener, sino crecer.

En este panorama, no se puede obviar la presencia de Asador Etxebarri, también ubicado en Atxondo, el proyecto de Bittor Arginzoniz. Más allá de su estrella, el Etxebarri es un referente internacional gracias a su dominio absoluto de la brasa y su particular forma de realzar el producto.

Junto a los ya reconocidos, el territorio cuenta también con una base sólida de restaurantes que orbitan desde hace tiempo alrededor de la guía. Espacios como Horma Ondo, en Larrabetzu —uno de los recomendados que más consenso genera entre críticos y aficionados—; Remenetxe, en Muxika, un histórico que mantiene una línea firme y elegante; o Casa Garras, en Karrantza, con una cocina de autor poderosa y personal, representan ese nivel intermedio de proyectos maduros que podrían llamar la atención de los inspectores en cualquier momento, sin necesidad de pronósticos explícitos. No son los únicos, son más y merecedores del brillo.

Nueva oleada

A esa constelación se suma una nueva oleada de cocinas con identidad fuerte y proyectos personales que han ido ganando presencia en los últimos años. En ese grupo aparece La Revelía, en Amorebieta- Etxano, que no tiene estrella pero sí forma parte de la selección de la Guía Michelin. Su entrada en la recomendación oficial supuso un primer aval a una propuesta madura, reflexiva y muy ligada al territorio, firmada por un cocinero de larga trayectoria como es Fernando González. No hay señales de que vaya a dar el salto inmediato —Michelin rara vez deja pistas—, pero sí representa uno de esos proyectos sólidos que crecen sin estridencias.

También destaca Bakea, en Mungia, el restaurante del joven cocinero Alatz Bilbao, cuyo imaginario combina fuego, metalurgia y una cocina de autor de marcada personalidad. No figura aún en la selección Michelin, pero su creciente eco mediático y la coherencia radical de su propuesta lo han convertido en uno de los nombres más comentados del panorama vizcaino. Su caso recuerda que las futuras estrellas suelen incubarse primero en el boca a boca, la crítica especializada y la estabilidad del proyecto, antes que en las quinielas.

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Momento singular

Bizkaia vive así un momento singular: chefs consolidados que buscan mantener el brillo y propuestas emergentes o en consolidación que amplían el paisaje gastronómico del territorio. Una mezcla que fortalece su condición de enclave culinario de referencia, y excelencia, incluso en años en los que el mapa Michelin pueda moverse poco.

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De cara a la gala de Málaga de este martes, el escenario más realista es el de la cautela: la guía podría optar por un año continuista, consolidar lo existente o, como ha ocurrido antes, ajustar el mapa sin dejar nuevos nombres en la lista. Pero también existe la posibilidad de pequeños gestos, reconocimientos puntuales o la sorpresa que muchas veces llega sin previo aviso.

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Sea cual sea el resultado, Bizkaia aterriza en la cita con argumentos, talento y una identidad culinaria que continúa alimentando expectativas. Porque, más allá de los brillos que puedan sumarse o perderse, la fuerza de la gastronomía del territorio sigue en lo más alto, con esa mezcla de tradición, creatividad y sentido del producto local y de calidad. La mezcla es un lujo que conquista los sentidos y los paladares más exigentes.