“A las 6.00 horas cuando salimos a la calle ya arden las brasas y empieza a oler a carbón”, ha contado la presidenta de la Cofradía de la Putxera, Begoña Ortiz de Vallejuelo. Alrededor de ochenta personas “distribuidas por tareas como una máquina perfectamente engrasada” supervisan el desarrollo del 53º concurso de San Severino muy pendientes de la previsión de viento debido a la borrasca Benjamín.
Por primera vez la organización ha entregado a los concursantes, un total de 231, una chapa de acero para depositar las putxeras y proteger así el pavimento y el mobiliario urbano. Este año la medida tendrá carácter optativo con la idea de que a futuro se regule mediante una normativa municipal a tomar en cuenta para todas las cuadrillas, como las que abarrotan el centro de la villa desde primera hora de esta mañana.
A las 4.15 Unai Aretxederra Villar "estaba en la calle preparado para cocinar" y su mano se notó al alzarse con el triunfo del certamen. Digno heredero de su padre, el recordado maestro de la olla ferroviaria Borja Aretxederra, Pizarrín (fallecido en 2023) y por parte materna de la también estirpe culinaria Villar, a sus 16 años formó parte del grupo que preparó "36 putxeras, muchas para comer en el frontón, otras de encargos que nos hacen" y también se presentó al concurso. De hecho, no es su primera participación en este tipo de certámenes. Recomienda "tener una buena alubia y darle cariño" para obtener un óptimo resultado y rememoró las tantas ocasiones en las que "veía a aita cocinar y le acompañaba a recoger premios en San Severino". No sólo el lleva el ADN de la cocina, su hermana Paula se alzó con uno de los premios locales y el sexto puesto general. Un final de lo más emotivo para la mañana con una cerrada ovación de la plaza de San Severino y las lágrimas de ambos y su tío, Gorka Villar.
Además, en las calles de Balmaseda se pudo ver al chef del restaurante Casa Garras de Karrantza, Txema Llamosas, desplegó su talento culinario con la putxera. Pero San Severino recibe con los brazos abiertos a quienes tengan más o menos experiencia. Los veinteañeros del Txoko Eguzki aprendieron "que hay que quitar las cenizas que van cayendo después de que nos descalificaran el año pasado". "A las 7.15, cuando hemos salido a la calle llovía muchísimo y por eso la plaza se ha vaciado y hemos podido encontrar este sitio cerca del pórtico de la iglesia", han relatado. "Con el viento nos ha resultado un poco complicado", ha señalado Richard Liébana junto a la iglesia de San Juan mientras vigilaba cinco putxeras destinadas "a más de sesenta personas". Allí se ha detenido la visita guiada organizada por Alboan Servicios Turísticos de Balmaseda con asistencia de diversas procedencias,desde Bizkaia hasta Canarias.