Ocho décadas después de que las sirenas marcaran la huida y los puertos se llenaran de despedidas, Lekeitio vuelve la mirada a sus niños del exilio. La asociación Intxorta 1937 Kultur Elkartea ha culminado un estudio que permite poner nombre y apellido a 34 menores lekitarras que tuvieron que abandonar su hogar durante la Guerra Civil. Eran niños y niñas de menos de 16 años cuando la guerra de 1936 alteró para siempre sus vidas, llevándolos a distintos puntos del mundo en busca de refugio.

El trabajo, fruto de meses de investigación, pretende rescatar del olvido a aquellos pequeños protagonistas de la diáspora vasca. El Ayuntamiento de Lekeitio apoya la iniciativa e invita a los vecinos y vecinas a aportar información que permita reconstruir sus trayectorias. ‘Puede que algunos de ellos, o sus descendientes, sigan vinculados al municipio’, señalan desde el consistorio. La lista con los nombres identificados está disponible para consulta, con la esperanza de que la memoria local ayude a completar los vacíos del archivo.

Labor y trayectoria de Intxorta 1937 Kultur Elkartea

Desde su fundación en 1986, la asociación Intxorta 1937 Kultur Elkartea trabaja por la recuperación de la memoria de quienes resistieron al golpe fascista. A través de libros, documentales y homenajes, la asociación ha reivindicado la ‘verdad, la justicia y la reparación’, recordando también a las mujeres silenciadas por la dictadura. Su empeño es construir una historia común, equitativa e inclusiva, donde cada nombre encuentre por fin su lugar en la memoria colectiva.

En cuanto a su recorrido, desde su primera exposición en 1986 y la publicación de 'Arrasate 1936. Una generación cortada', la asociación ha impulsado homenajes, recuperado fosas junto a Aranzadi y creado el Centro de Interpretación de la Memoria Histórica en Elgeta. Galardonada con el Premio René Cassin de Derechos Humanos en 2015, ha publicado numerosos libros y documentales y promovido proyectos como 'Emeek Emana', centrado en las mujeres resistentes. Casi cuatro décadas después, su compromiso sigue firme: evitar que la historia de los niños lekitarras, y la de tantos otros, se pierda en el olvido.