Conforme al inventario elaborado por el Gobierno vasco hace ya algunos años, y que fue actualizado en 2020, Elantxobe “tiene un nivel de 90% de vulnerabilidad sociodemográfica, de 74% en el ámbito socioeconómico y del 79%, en lo que respecta a la accesibilidad”. Su particular orografía, colgado al mar Cantábrico a espaldas del cabo Ogoño, hace de la pequeña localidad un enclave en el que el turismo se ha convertido en la actividad económica que más ha crecido. Arma de doble filo en ciertas épocas del año, especialmente en verano, cuando se ve masificada; la asociación de desarrollo rural Urremendi ha puesto en marcha un análisis para conocer la carga turística del municipio, el tráfico de vehículos y su necesidad de aparcamiento. Toda vez que se conozcan los datos este mismo año –el trabajo debe completarse para el 31 de diciembre–, se pondrán sobre la mesa “las soluciones en clave sostenible para hacer frente a ese incremento del turismo con la finalidad de evitar la saturación del municipio”.

Urremendi, que ofreció elaborar estudios similares a otras localidades de Busturialdea, es conocedora de que el turismo “en los espacios protegidos –como es el caso de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai– debe tomarse como una herramienta para integrar la conservación del medioambiente y el desarrollo sostenible, aunque para ello debe estar respaldada por una buena gestión y planificación, que a su vez ayude a la sensibilización de la población local y de los visitantes respecto a los valores del espacio y a sus necesidades de conservación”. Una actividad bien planificada “tiene la capacidad de generar ingresos que ayuden a mejorar la calidad de vida de las poblaciones locales”, si bien, “si no existe una planificación y una gestión adecuada, el turismo puede contribuir al deterioro del espacio protegido, y a largo plazo tener sus costes ecológicos, sociales, económicos y culturales”. Es por ello que hace unos años apostaron por establecer la carta europea de turismo sostenible (CETS) –siendo pioneros en Euskadi–, un distintivo para adelantarse al fenómeno del crecimiento de la actividad en los espacios protegidos “y apostar por un turismo responsables tanto con el medioambiente como con el desarrollo socioeconómico sostenible”.

En el caso concreto de Elantxobe, se busca “medir y analizar la carga turística de la localidad, el tráfico de vehículos, la necesidad de aparcamiento, y en definitiva, implementar soluciones sostenibles”. Así, y entre otras cuestiones, se realizará una medición y análisis del flujo de movilidad que permitan “concluir el dimensionamiento de plazas de estacionamiento, y las necesidades reales del municipio, así como definir las condiciones y condicionantes de los accesos e incluso localización de fincas que pudieran potencialmente destinarse a aparcamientos disuasorios”. Asimismo, se llevará a cabo una “prospección estadística del perfil del visitante del municipio para analizar la estancia prevista, el medio de movilidad empleado, lugar de pernoctación y posicionamiento ante diferentes posibilidades de movilidad de acceso al municipio” o se tratará de implementar “un sistema de conteo de matrículas –con las autorizaciones pertinentes– para recopilar información precisa sobre los flujos de vehículos a Elantxobe en temporada alta”.

“Lo que buscamos con este análisis es tratar de conocer cuál es la capacidad de Elantxobe y dibujar las posibilidades de cara a futuro para que la localidad cuente con una actividad lo más sostenible posible”, citó la gerente de Urremendi, Aitziber Ansotegi, quien ahondó en que “las soluciones que arroje, como si es necesario o no construir un aparcamiento, quedará en manos de las administraciones competentes”.