Balmaseda reivindica a Martín de los Heros, 'El héroe del progreso'
Txomin Etxebarria y Valentín Ibarra escriben la biografía del relevante militar, político e historiador del siglo XIX
Alcalde honorario, coronel, político a quien le rinden tributo calles en Bilbao y Madrid y referente de los historiadores de Balmaseda, Martín de los Heros da nombre al archivo de la villa. “Sacamos del olvido y homenajeamos a una persona que, con su valentía y dedicación, tanto contribuyó a construir los cimientos de los derechos y libertades del edificio constitucional del que hoy disfrutamos. Ojalá su ejemplo nos inspire a luchar por la identidad y cultura de nuestro pueblo”, afirman Valentín Ibarra y Txomin Etxebarria, autores de la biografía de esta destacada figura del siglo XIX publicada por la editorial local Harresi.
El héroe del progreso, como han llamado al libro, vino al mundo el 8 de noviembre de 1784 en Karrantza, de donde procedía su madre, aunque poco después la familia se trasladó a su casa de la plaza de San Severino. Su acta de bautismo se cuenta entre los documentos que han rescatado junto con discursos que pronunció en las cortes, al ingresar en la Real Academia de Historia, una carta a la reina Isabel II, un artículo sobre él en el periódico inglés The Times o su testamento.
Perder a su madre a los 5 años y pocos meses después a su padre sacudió al joven Martín, que quedó huérfano y “sin hermanos ni primos hermanos, heredero de un mayorazgo”. En Balmaseda estudió Primaria antes de continuar con su formación de “humanidades en Madrid y leyes en la Universidad de Oñate, donde se formaba la jerarquía de las instituciones dominantes de la sociedad”. “En un acto de rebeldía”, abandonó el despacho del rector con un portazo a los 19 años e “ingresó en la Guardia de Corps en Madrid, donde se hallaba el 2 de mayo de 1808 cuando aconteció el levantamiento contra la invasión francesa”.
El joven se involucró activamente en la Guerra de Independencia, “sobrevivió a las primeras batallas contra las tropas napoleónicas en Rioseco, Zornoza, Balmaseda y Espinosa de los Monteros”. El 8 de noviembre de 1808, día de su 24 cumpleaños, “vería por última vez su casa familiar antes de que al anochecer los franceses saquearan e incendiaran Balmaseda”. La villa se sumergía “en un convulso siglo XIX en el que sufrió varias guerras, con sus batallas y tropas acantonadas y de paso, sequías e inundaciones y epidemias catarrales y de cólera” que minaron a sus habitantes.
Martín de los Heros “obtuvo pasaporte y autorización de los franceses para desplazarse a su residencia en Balmaseda”. Seis meses después al reintegrarse en el ejército “sufrió la afrenta de no dársele puesto de oficial hasta que acrisolara su conducta; concluyó la guerra como capitán de caballería y, siendo teniente coronel, en 1818 fue declarado alcalde honorario de Balmaseda”. En diciembre de 1820 abandonó el ejército después de 16 años para dar un giro hacia la política. Entró en la Secretaría de Gobernación de Ultramar, “donde era ministro el balmasedano Ramón Gil de la Quadra”, quien le introduciría “en el movimiento liberal y la masonería, en la lucha por la superación de un antiguo régimen en el que ostentaban una posición social privilegiada de cuna, en una época en la que miles de liberales sufrieron exilio o prisión o fueron ejecutados”.
Exiliado en Bélgica Se exilió en Lieja, Bélgica, en 1824 huyendo de la represión de Fernando VII y allí entabló relación con “círculos científicos e industriales” de los que formaba parte, por ejemplo, “Maximilian Lessoine, banquero y empresario que invirtió en la minería del zinc en Asturias”. De vuelta en España, después de diez años en el extranjero “con la guerra civil carlista ya iniciada, Heros y Argüelles -el padre de la Constitución de Cádiz y futuro tutor de la reina- “regresaron juntos a Madrid y convivieron en fraterna amistad con Ramón Gil de la Quadra, en una casa de huéspedes de la calle Lope de Vega”.
El balmasedano desempeñaría “una importante acción de gobierno en la revolución liberal: en 1835 fue designado ministro de Gobernación y miembro de la Real Academia de la Historia y en mayo de 1837 presidente de las Cortes”. Propuso “el término progresistas para los liberales y se le considera precursor de la libertad de prensa y otros derechos civiles, defendiendo la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley”.
Al finalizar las guerras carlistas regresó a Balmaseda en 1840. Solo un año después asumió el cargo de “Intendente de la Casa Real y director de la Biblioteca Nacional en la regencia de Espartero”. En 1844, y tras una década “de intensa actividad política”, a los 59 años de edad, Martín de los Heros decidió retirarse a la villa encartada “a descansar en su soleada casería de Quitapesares en la soledad de mis montañas... entre mis castaños”. En la villa escribió sus principales obras, entre ellas la Historia de Valmaseda: “una historia local y a su vez general que relata los grandes acontecimientos y acciones de los reyes, pero también la vida cotidiana de los balmasedanos y sus ambientes”, que a día de hoy se sigue considerando una referencia.
Aún realizaría otro viaje a Madrid a los 69 años en calidad de senador vitalicio y “fue nombrado Consejero de Estado y, otra vez, Intendente de la Casa Real (1854-1856)”, poniendo de manifiesto el “trato de confianza y muy próximo que Don Martín guardaba con la reina Isabel II desde niña”.
Martín de los Heros falleció en Madrid “el 14 de marzo de 1859 en la misma casa en que había muerto Agustín Argüelles y más tarde Ramón Gil de la Quadra”. Conocidos como “el triunvirato del saber y la virtud, accedieron a los más altos cargos de gobierno y llevaron a cabo reformas esenciales para el progreso del país, con honradez, sin medrar ni acumular riquezas en una sociedad donde imperaba la corrupción”. Enterrado en el cementerio de San Nicolás, hoy día sus restos reposan “en el camposanto de Balmaseda, en el pabellón de la familia Hernández”.