- Arranca un nuevo curso político que seguirá marcado por el covid-19, la crisis sanitaria que conlleva y también la económica. El diputado general, Unai Rementeria, analiza cómo está afectando la pandemia a los distintos ámbitos en Bizkaia: económico, residencial, escolar... Insiste en que hay que "ganar tiempo" para minimizar su impacto hasta que llegue una vacuna que permita recuperar la normalidad, con la elaboración de los presupuestos de 2021 a la vuelta de la esquina, condicionados con una caída que puede llegar al 18%.

Arranca un nuevo curso. ¿Cómo se presenta?

—Muy diferente, la pandemia ha venido a condicionarlo todo. Es una crisis sanitaria acompañada de una económica que hay que afrontar, como hemos hecho con otras anteriores.

Los contagios parece que se estabilizan en Bizkaia. ¿Respira más tranquilo?

—En esta situación hay un momento de tranquilidad. A nivel epidemiológico parece que esta segunda ola está viniendo a menos y eso es muy bueno. Hay que ganar tiempo, minimizar el impacto, hasta que llegue la vacuna.

¿Qué cree que ha fallado este verano? ¿Los ciudadanos nos hemos relajado, las medidas adoptadas no han sido suficientes...?

—Es una combinación de muchas cosas. Después del confinamiento y de que se nos traslada que la ola ya ha pasado, la gente ha querido ir de vacaciones, estar en la calle... Y ya en agosto nos dimos cuenta de que el virus seguía ahí y llegó esta segunda. No creo que sea una cuestión de culpar, sino de responsabilidad, de afrontarlo como sociedad.

¿Será necesario adoptar más restricciones?

—Esta segunda ola no ha tenido nada que ver con la primera: la situación de los hospitales, la letalidad... Todas las administraciones hemos aprendido mucho y vamos a poder sortear la situación sin llegar a esos confinamientos.

Los contagios han vuelto también a las residencias de mayores, pese a todas las medidas adoptadas. ¿Por qué?

—En el momento en que hay una transmisión en la comunidad, el virus también entra en las residencias. Hemos aprendido mucho y no escatimamos esfuerzos en poner en marcha toda una batería de medidas: hemos exigido a cada residencia un plan de contingencia y convivencia, tenemos un plan de vigilancia compartido con Osakidetza con 20 rastreadores que trabajan con las residencias en materia de formación -una persona por cada 500 usuarios-, cinco equipos que hacen cribados completos por comarcas y también en cuanto hay un positivo en una residencia, PCR a los trabajadores que se reincorporan a su puesto tras las vacaciones, convenios con el Colegio de Psicólogos para cuidar a los profesionales de esos centros que acusan la angustia porque han podido infectarse y llevar esa infección a la residencia... Y tenemos las unidades residenciales de Birjinetxe, y preparadas las de Unbe y Santurtzi por si fuera necesario. Son medidas para evitar que el virus entre y, si entra, se controle para que no se propague.

¿Se puede hacer más para blindarlos?

—Créame que hemos preguntado en muchos foros de expertos, en los que yo he estado presente personalmente, para contrastar todas estas medidas y no sé qué más se puede poner en marcha.

¿Han hablado con los familiares de usuarios?

—Sí; la relación con ellos es constante. Lo que hemos aprendido, no solo en Bizkaia sino en toda Europa, es que no se pueden cerrar las residencias a las visitas, solo cuando hay un caso positivo mientras se neutraliza la situación.

Usted tiene dos hijos en edad escolar. ¿Cómo lleva la vuelta a las aulas?

—Supongo que como todos los aitas y amas de Bizkaia. Uno de mis hijos estudia en un centro público y el otro, en uno concertado; en ambos casos se nos está informando de cuáles son los protocolos. En el jantoki faltaba un trabajador más y ya se ha puesto; no se han reducido los servicios, salvo las extraescolares.

¿Considera que son lugares seguros?

—El riesgo cero no existe en ningún ámbito, tampoco en las escuelas. Lo que tenemos que hacer es seguir los protocolos: grupos burbuja que se mantienen en los recreos y el comedor, cuarentenas cuando se detecta un positivo... Es el elemento crucial, aunque sea duros para ellos.

¿Saben cuándo podrán reanudar el deporte escolar?

—Tenemos todo preparado para empezar, si se puede, en octubre. Esos quince días de transmisión del virus van a ser un elemento importante; habrá qué ver a finales de este mes qué nivel de infecciones se ha producido. En el momento en que Educación permita articular las actividades extraescolares nosotros también pondremos en marcha el deporte escolar.

La paralización de la actividad económica ha dejado un panorama desolador en todos los ámbitos. ¿En qué parámetros se mueve Bizkaia?

—Las bajadas del PIB que podemos prever para finales de año estarán en torno a un 15-17%.

El número de ERTE y trabajadores afectados ha sido muy importante, y empiezan a aflorar los ERE, el último en ITP.

—Sí, y es algo que todavía no sabemos: cuántos ERTE se convertirán en ERE. La crisis económica no está afectando por igual a todos los sectores: la hostelería y el turismo lo está sufriendo de forma muy significativa, y el sector cultural también. En el ámbito industrial, el sector aeronáutico está hecho polvo porque hoy vuelan el 20% de aviones que el año pasado; el sector energético está tirando; automoción está al 80% y esperan llegar al 100% en pocos meses...

¿Continuará aumentando el paro?

—Lógicamente, pero la foto final la conoceremos a principios de año. Si hay una expectativa de que la vacuna estará disponible para el primer o segundo trimestre del año, va a suponer una previsión en positivo.

La patronal decía esta semana que si no se negocian rebajas salariales es probable que se tengan que tomar otras medidas. ¿Comparte esa lectura?

—No; no podemos ir al blanco o negro, o hay rebaja salarial o no salimos de esta. Depende de cada sector, de cada empresa... Los ERTE han sido una ayuda desde lo público para mantener y evitar los despidos; las empresas también tienen que hacer un esfuerzo para aguantar. Hay que minimizar el impacto y ganar tiempo hasta que llegue la vacuna.

¿Ganar tiempo?

—No es una crisis económica al uso, como la última que vivimos durante diez años largos, porque depende de un factor totalmente ajeno a la economía: un virus. En el momento en que llegue una vacuna, desaparecerá y volveremos a reconstruir. Tenemos que hacer los deberes para que cuando llegue ese momento estemos preparados como sociedad y Administración.

¿Cómo va a hacer frente la Diputación a esta situación?

—Con mucha colaboración; tenemos que sacar lo mejor de cada uno en su ámbito, también en la Administración. Y apelo a los sindicatos, para que unan esfuerzos en esa remada conjunta. Las crisis económicas hay que afrontarlas y nosotros ya estamos, junto a las empresas, en la reconstrucción de Bizkaia. Los presupuestos de los próximos ejercicios serán clave.

Nada sencillos con una caída de recaudación del 20%, según los últimos datos de agosto.

—Hay que incorporar las liquidaciones en positivo tanto de IRPF como de Patrimonio, y las moratorias a autónomos y empresas, que mejorarán algo el resultado. Pero, si esto no cae más, la bajada puede ser de en torno a un 16 o un 18%. Es un caída muy significativa; hacer presupuestos así va a ser muy complicado para todas las instituciones vascas. Y hay cuestiones que todavía siguen pendientes.

¿A qué se refiere?

—Por una parte, hay que determinar, en la Comisión Mixta del Concierto Económico, el nivel de déficit y endeudamiento para todas las instituciones vascas. Y hemos puesto encima de la mesa proyectos estratégicos con los que queremos captar fondos europeos: el Nagusi Inteligence Center, la digitalización, el Energy Inteligence Center... Son, junto con la recaudación, las herramientas para diseñar los presupuestos y todavía hay mucha incertidumbre.

Los de 2021 están a la vuelta de la esquina.

—En la crisis de 2008 se ralentizó la inversión por parte de la administración pública, porque nos decían que había que reducir gasto. Ahora es a la inversa; recae en las administraciones públicas, en el dinero público, el que empujemos la actividad económica para salir. Si en algún momento las administraciones se tienen que endeudar es ahora; hay que empujar a la sociedad y al tejido económico para mantener el empleo y que este sea de calidad.

¿Cómo se cuadra una mayor necesidad de gasto con una menor recaudación?

—Es complicado. Los presupuestos de 2021 van a ser muy complejos pero los servicios públicos en ningún caso se van a reducir. En las inversiones habrá que ver qué puedes demorar en el tiempo y qué puedes afrontar ahora; qué margen de déficit y endeudamiento tenemos las instituciones para poder afrontar esas realidades; qué fondos europeos nos vienen para la reconstrucción del territorio...

Va a tocar priorizar.

—Sí, sin duda. Pero los servicios públicos son absolutamente prioritarios.

¿Hay proyectos que tendrán que esperar?

—Habrá que verlo. Yo no renuncio al programa de gobierno, que va a tener su recorrido en los próximos años. Los presupuestos van a condicionar la velocidad de algunos de esos proyectos, porque los servicios esenciales son intocables. Las inversiones estratégicas tendrán un recorrido con los fondos europeos y habrá que analizar a qué velocidad podemos implementar el resto.

¿Se mantendrá la apuesta por la proyección internacional o toca arreglar la casa?

—A corto plazo y con las fronteras condicionadas por cuarentenas, no. Pero en el momento en que haya un tratamiento y una vacuna, esto volverá a una situación normalizada y ahí la apuesta internacional del territorio tiene que mantenerse.

Las medidas del plan Bizkaia Aurrera, ¿han sido suficientes?

—Nunca van a ser suficientes pero han sido las apropiadas: rápidas, para dar certidumbre, para permitir que las empresas y los ciudadanos tuvieran dinero en la caja.

¿Hará falta reeditarlo el próximo año?

—La foto que tengamos a final de año es importante; cuando veamos cuáles son las perspectivas, tomaremos las decisiones que sean necesarias.

Los ayuntamientos también se van a ver afectados por esa situación. ¿Se les va a tender la mano?

—En Euskadi el riesgo es compartido; si cae la recaudación, cae para todos. En Bizkaia, los ayuntamientos tienen unos remanentes de unos 450 millones de euros, y pueden utilizarlos para inversiones y gasto sostenible, como todos los que ha supuesto la pandemia. A día de hoy no hay un solo ayuntamiento que tenga una situación compleja de incumplimiento de las normas de estabilidad. Se tendrá que analizar qué posibilidades nos dan de déficit y endeudamiento.

¿Cuándo levantará cabeza Bizkaia?

—Dependerá de nosotros y de la ayuda que podamos tener en términos europeos. Nadie tiene una bola de cristal pero dicen que no recuperaremos el PIB de antes de la pandemia antes de 2023. De la última crisis tardamos diez años en recuperar el PIB y ahora se prevé un escenario de tres. Eso es lo que hay que afrontar pero el trabajo se hace día a día, por eso apelaba a lo mejor de cada uno, cada uno en su ámbito, para sacar esto adelante.

A punto de terminar a finales de este mes, ¿qué balance hace de la temporada de playas?

—Ha sido atípica pero quiero agradecer a todos los usuarios y al personal de los arenales cómo se han comportando y cómo han trabajado. Sí hemos tenido que hacer un control en algunas playas y algunos días, gracias a la colaboración de los ayuntamientos, pero no ha habido ningún brote.

¿Y el turismo? ¿Cómo ha ido el verano?

—Muy impactado, aunque en nuestro caso el peso del sector es más reducido que en el Estado. A principios de julio se veía que había una irrupción de gente que podía venir, también del extranjero, pero cuando esta segunda oleada se ha adelantado a las predicciones que se tenían, ha provocado cancelaciones, también aquí.