El tranvía de Bilbao registró en la última década 64 atropellos de peatones, bicis y patinetes
El aumento de kilómetros recorridos desde la pandemia no suma más accidentes
El pasado 1 de abril se registró el último arrollamiento de una persona por parte del tranvía en Bilbao. Ocurrió en la calle Ribera y un hombre de 52 años resultó herido grave cuando atravesó la vía por un lugar indebido y fue atropellado por una unidad golpeándose en la cabeza.
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Es una víctima más a añadir al registro de accidentes e incidentes que el tranvía tiene todos los años en Bilbao y que durante la última década de 2014 a 2024 ha sumado un total de 65 arrollamientos tanto de peatones como de ciclistas que circulaban por las vías, así como de patinetes.
En la estadística no se incluyen los accidentes con coches, motos y autobuses, de los cuales también se registran varios cada año.
Una cifra que a priori puede parecer importante pero que analizada en profundidad significa una media de seis accidentes por cada uno de los años estudiados, según los datos facilitados a DEIA por Euskotren, la compañía ferroviaria dependiente del Gobierno vasco, que es la responsable de la gestión de la movilidad de los convoyes verdes. La gravedad de la siniestralidad del tranvía también se analiza en función de los miles de kilómetros que cada año recorre este tren ligero por la trama urbana de la capital vizcaina.
Según los datos de Euskotren, durante los últimos diez años el servicio del tranvía en Bilbao supuso que los convoyes hayan recorrido cuatro millones de kilómetros de distancia transportando clientela, primero entre la parada de La Casilla y Atxuri, y a partir de 2023 con la extensión que alcanza la actual terminal en el barrio de Bolueta.
Una distancia sumada que equivale a dar la vuelta al mundo en un centenar de ocasiones o cubrir algo más de diez veces la distancia existente entre la tierra y la luna.
Un aumento de presencia del tranvía en las calles y plazas de la villa que no ha sumado más siniestros. Desde la compañía ferroviaria resaltan que “el incremento progresivo de los kilómetros recorridos en los últimos ejercicios no ha supuesto un aumento de incidentes o accidentes del tranvía en la misma proporción”.
De hecho, el pasado año 2024, es en el que menos accidentes se registraron, un total de seis, comparando la distancia recorrida en el servicio, es el máximo histórico en este transporte con 432.253 kilómetros. Es decir, uno por cada 72.000 kilómetros transitados.
Unos guarismos positivos en cantidad pero que en cuanto a la gravedad de los atropellos es todo lo contrario. De los seis accidentes registrados, dos de ellos resultaron mortales.
Los finados fueron Rober y María Benigna, arrollados por el tranvía cuando cruzaban por lugar indebido como recordaba en febrero pasado la concejal de Seguridad de Bilbao, Amaia Arregi, en el balance de siniestralidad ocurrida en las calles y carreteras de la villa el pasado año.
El año con un balance más negro fue 2017. En este ejercicio tuvieron lugar once accidentes en los casi 343.000 kilómetros que sumó el transporte, lo que significó un atropello por cada 31.215 kilómetros. En el otro lado de la balanza, se sitúa el año 2015. Fue cuando menos dispositivos sanitarios se movilizaron para atender solo a tres personas heridas en otros tantos arrollamientos, es decir, una por cada 120.000 kilómetros efectuados.
Hay que tener en cuenta que prácticamente todos los casos en que se registran atropellos por parte del tranvía, la culpa es de los peatones, que cruzan el trazado por zonas no habilitadas, o de los ciclistas que transitan por la plataforma, algo que está prohibido.
Y eso que la presencia del tranvía ya ha superado las dos décadas de existencia desde que este tipo de transporte urbano volvió a la ciudad en diciembre de 2002.
El silencio con el que circula el tranvía por su tracción eléctrica es un motivo evidente para que se originen incidentes sobre todo entre personas mayores o con problemas de audición. Y eso a pesar de que los conductores de los convoys están siempre con mil ojos avizor a lo que tienen delante en su recorrido y utilizan la sonora campana del vehículo para avisar a los imprudentes que cruzan las vías por lugares indebidos.
Convivencia
Es el caso de la mujer que en setiembre pasado fue golpeada por una unidad cuando caminaba por la trama del tranvía en la calle Navarra resultando con una herida abierta a la altura del tobillo.
Afortunadamente, la escasa velocidad a la que circulan los convoys suponen que una gran mayoría de las víctimas no revistan heridas graves salvo excepciones como las indicadas.
En cuanto a las zonas del recorrido de la única línea que serpentea por Bilbao, donde más incidentes se registran es en tramos como el que atraviesa el Sagrado Corazón o la zona de La Ribera donde el tranvía circula solo por un par de rieles y en ambos sentidos. Ello supone que para muchos peatones pase más desapercibida su presencia. En aquellas secciones del itinerario donde el tranvía no comparte plataforma ni con peatones ni con coches, como el tramo por Abandoibarra y Uribitarte, apenas se producen incidentes.
Aunque siempre hay excepciones como la ocurrida en agosto pasado. Una persona resultó herida al ser arrollada por un convoy en el tramo existente en la parte trasera del Museo Guggenheim. En este caso uno de su pies quedó bajo el tranvía lo que complicó las labores de descarcelamiento por parte de los bomberos.
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