La madrugada del miércoles se convirtió en el escenario de un ejercicio de emergencia de alto nivel, cuidadosamente orquestado pero con un realismo escalofriante. Minutos antes de la medianoche, en la oscuridad del túnel que conecta las estaciones de Zazpi Kaleak y Uribarri en la Línea 3 del metro, un convoy sufrió un supuesto descarrilamiento que puso a prueba la coordinación, la capacidad de respuesta y la eficacia de todos los servicios de emergencia de Euskadi.

Este simulacro, promovido por Euskal Trenbide Sarea (ETS) y coordinado junto a Euskotren y otros organismos públicos, se desarrolló entre las 23.45 horas y las 2.00h de la madrugada. En el punto kilométrico 0/200 del túnel, un tren se detuvo de forma brusca, lo que dio inicio a una serie de llamadas al centro de emergencias SOS-Deiak 112. La primera de ellas relataba un fuerte impacto y la detención repentina de la unidad. El maquinista no respondía, y se desconocía si había heridos.

La tensión aumentó con una segunda llamada, que alertaba de que un viajero había abierto una puerta del tren por su cuenta y se había adentrado corriendo en la oscuridad del túnel. Su paradero, estado físico y dirección eran completamente desconocidos.

A partir de ahí, se activó un operativo de intervención inmediata bajo el protocolo de IMV (Incidente con Múltiples Víctimas). El incidente ficticio no sólo ponía a prueba las capacidades técnicas y humanas de los equipos participantes, sino que introducía elementos críticos que pueden darse en situaciones reales: una persona con discapacidad visual, otra con movilidad reducida, varios viajeros asustados, y el factor más complejo de todos, una persona desaparecida.

La estación de Zazpikaleak se transformó en un hospital. Borja Guerrero

Aunque se trataba de un simulacro, la tensión fue palpable. Sanitarios, bomberos y personal de emergencias recorrieron los vagones y las vías con preocupación, buscando posibles heridos en medio de la oscuridad. Un reconocimiento para los estudiantes del Instituto Fadura que realizaron una actuación digna de Óscar como figurantes.

La operación involucró también a un amplio espectro de organismos. Desde los equipos de ETS y Euskotren hasta la Unidad Canina de la Ertzaintza, pasando por Bomberos de Bilbao, Policía Municipal, Osakidetza, los profesionales de SOS-Deiak y la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología (DAEM).

La noche fue tensa, meticulosamente planificada pero también abierta a la improvisación, en tanto que se buscaba generar respuestas espontáneas ante elementos inesperados. Este tipo de ejercicios permiten que los equipos aprendan a operar en entornos de máxima incertidumbre, evaluando tanto las decisiones individuales como la respuesta global del sistema de emergencias.

Actuar coordinadamente desde los primeros minutos es lo más importante. Borja Guerrero

Olfato canino en la oscuridad

Uno de los momentos más destacados del simulacro llegó con la intervención de la Unidad Canina de la Ertzaintza. Elur, un perro adiestrado en búsqueda de personas desaparecidas, fue el gran protagonista de la noche. Gracias a su olfato y entrenamiento, logró localizar al viajero ficticio que se había adentrado en el túnel, oculto entre la maquinaria.

Simulacros como el de esta madrugada son más que un ensayo. Son ejercicios vitales para comprobar que, ante situaciones imprevisibles, Euskadi cuenta con un sistema de respuesta coordinado, eficaz y humano. Todo para estar preparados para lo impensable.