El Bilbao Basket busca un lugar en el Olimpo con el título de la FIBA Europe Cup
El Surne Bilbao Basket, con el respaldo del colchón de siete puntos conquistado hace una semana en la ida ante el PAOK, sueña hoy en Salónica con el título de la FIBA Europe Cup
Desde Salónica, en la lejanía, cuando los cielos son claros como los de estos días y en el campo de visión no se interponen las nubes, puede vislumbrarse la majestuosa figura del Monte Olimpo, el enclave en el que la propia mitología griega ubicó el hogar de los dioses, encabezados por Zeus, y el lugar que el mundo del deporte ha adoptado como morada de las gestas eternas y los héroes inolvidables, de los campeones que reescriben la historia y dejan su nombre cincelado en la misma para siempre. Ese es el mágico y exclusivo paraíso al que quiere acceder esta tarde (19.15 horas) el Surne Bilbao Basket escalando metafóricamente a su nevada cumbre desde el volcánico PAOK Sports Arena, donde se jugará el título de la FIBA Europe Cup en un ambiente hostil en el que tendrá que hacer valer la ventaja de siete puntos conquistada siete días atrás en Miribilla.
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El sueño, y también la responsabilidad, de poder conquistar el primer título continental de la entidad justo en el año en el que se celebra su 25º aniversario de existencia reposa sobre los hombros de un grupo humano que mezcla la efervescencia de la juventud, que será muy necesaria, con el aplomo de los veteranos, que se prevé absolutamente imprescindible. Planteles con mucho mayor brillo, estrellas individuales y poderío presupuestario rozaron el palo del gran éxito en Turín, Gasteiz y sobre todo Charleroi, pero el que ahora lidera desde la banda Jaume Ponsarnau se ha ganado el pleno derecho a soñar, y a hacer soñar, trabajando a pico y pala, desde la ya lejanísima eliminatoria previa de septiembre, dominando la competición con mano de hierro cuando tocaba, sabiendo bajar al barro cuando la cosa se puso seria y salpimentando el tramo final del camino con toques de genialidad y absoluta efervescencia que quedan ya para siempre en el ideario colectivo.
Pero para que la historia sea completa le falta lo más difícil: escribir el remate perfecto. El final feliz que corona los cuentos. Las primeras líneas se redactaron hace siete días en un Bilbao Arena vibrante como hacía mucho, pero quedó un desenlace abierto. ¿Serán suficientes siete puntos? He ahí la gran cuestión, la pregunta sin una respuesta que otorgue una verdad absoluta, la incógnita de la ecuación que solo los acontecimientos de hoy en el Palataki serán capaces de desvelar. La historia de la competición dice que el que pega primero pega dos veces, que en las finales a doble partido el equipo que ha perdido la primera cita jamás ha conseguido levantar el título, pero el desempeño de los hombres de negro lejos de Miribilla en los últimos tiempos habla claramente de la necesidad de conseguir una importante mejora de rendimiento para hacer valer ese colchón.
DETERMINACIÓN
El duelo de ida dejó claro por dónde pueden ir los tiros para designar al nuevo campeón. Baloncesto físico, de mucho contacto y puntos caros. En este ecosistema, el Surne Bilbao Basket necesitará energía, acierto y, por encima de todo, determinación. Deberá cruzar guantes ante un rival que si ya fue tremendamente incómodo lejos de su hogar lo será muchísimo más con el empuje y el aliento de un Palataki que se toma esta cita como una de las más trascendentales de su prácticamente centenaria historia. Ante este panorama, las dudas y la endeblez, tanto física como mental, son defectos a extirpar del organismo por el riesgo de hacer cortocircuitar todo el sistema, cuyas piezas deberá elegir con mucho mimo Ponsarnau en una nueva convocatoria en la que la obligación de alistar a cinco cupos de formación obligará al conjunto vizcaino a desprenderse de su estructura más fiable, con dudas añadidas por el estado físico de Tryggvi Hlinason, Malcolm Cazalon y Xavi Rabaseda.
En los tramos del partido de ida en los que no encontró acierto en el triple, el conjunto vizcaino sufrió horrores para mover sus guarismos ofensivos. Escasísimos 30 puntos entre el segundo y el tercer cuarto, muchísimos de ellos de tiros libres, tras el rumboso arranque bombardeando desde la línea de 6,75 y el muy buen arreón final para fabricar el 72-65 tras llegar a verse cuatro puntos por detrás en el luminoso. Hará falta fluidez y dureza para sacar ventaja de las situaciones de bloqueo directo, a las que los de Massimo Cancellieri ponen especial atención, y acierto en las situaciones liberadas de lanzamiento exterior para evitar que el rival pueda llenar de cuerpos la zona. Y también, por supuesto, que jugadores con muchas batallas a sus espaldas den un paso al frente en un escenario especialmente adverso y en unas circunstancias de amenaza de mal de altura que pueden provocar que algunas piernas comparezcan no del todo firmes. Después de que en la ida portaran la bandera los jóvenes Melwin Pantzar y Thijs De Ridder, se espera que Muhammad-Ali Abdur-Rahkman y Zoran Dragic actúen como en los momentos más taquicárdicos de las eliminatorias ante el Tofas Bursa y el Dijon y que Marvin Jones sepa imponerse en las distancias cortas.
AMENAZA
Las líneas maestras del juego del PAOK pudieron observarse hace siete días en el Bilbao Arena, pero probablemente en este duelo decisivo será más fiel a su modus operandi habitual e incrementará su ritmo de juego. Tampoco será sencillo verles repetir el horrible 3 de 26 en triples que registró su hoja de servicios siete días atrás. Con sus siete americanos más Dimitrios Katsivelis como núcleo principal, el revoltoso Shavar Reynolds volverá a tener mucha bola en sus manos para ejecutar y distribuir, con Frank Bartley y Cedric Henderson como grandes lugartenientes en posiciones exteriores. Los de Cancellieri también afrontan una cita histórica debido a que la época dorada de la entidad queda ya muy atrás en el retrovisor y esta FIBA Europe Cup se considera la oportunidad ideal para revivir aquellas sensaciones de gloria que proporcionaron los pretéritos éxitos nacionales e internacionales. El Surne Bilbao Basket nunca las ha saboreado y cree que ha llegado su momento. El momento de tener su propio lugar en el Olimpo.