Que Zoran Dragic, veterano de mil batallas que ha jugado en algunos de los mejores equipos de Europa y en la NBA, celebre como celebró la clasificación para la final de la FIBA Europe Cup, tal y como muestra la imagen que ilustra esta página; que los jugadores, algunos de ellos en lágrimas o cerca de ellas, mostraran una euforia máxima: o que Jaume Ponsarnau perdiera algo de su compostura habitual en las celebraciones, todo esto debe servir para realzar lo conseguido por el Bilbao Basket y entender hasta qué punto los hombres de negro desean levantar el primer título de la historia del club. “Bilbao va a estar en la final, donde merece estar. Siempre es bueno jugar finales, más con el Bilbao Basket. Desde el principio, hemos querido ganar este título y ahora estamos un paso más cerca. Confío en que podemos ganarlo porque lo merecemos”, comentó tras el duelo ante el Dijon el alero esloveno, que también aseguró que “no lo podíamos hecho sin nuestros aficionados”.
Esa comunión fue la que impulsó al equipo hacia una remontada imposible y hacia la segunda final europea del club. Hace doce años Charleroi quedó como un mal recuerdo deportivo y ahora llega una segunda oportunidad, tercera si se cuenta la final de la ACB disputada en 2011. Los partidos del 16 de abril en Bilbao y del 23 de abril en Salónica serán la culminación de un camino que arrancó en septiembre en Lituania en una previa ante el Neptunas Kalipeda que en ese momento era objetivo prioritario. Luego, la ruta hasta la final llevó al Bilbao Basket a Georgia, Bulgaria, Eslovaquia, Francia en tres ocasiones, Italia y Turquía. Los aficionados ya van buscando la manera, complicada, de acompañar a su equipo en el partido de vuelta en el que todo apoyo será poco entre los entusiastas seguidores griegos. En este sentido, el club se está moviendo para preparar algún vuelo chárter.
Porque en el bando del PAOK, que llegó al torneo tras caer en la previa de la BCL, esta final también ha sido recibida con júbilo indisimulado. Sus aficionados ven cerca la posibilidad de reverdecer viejos laureles, aquellos que llevaron sus colores blanquinegros a la gloria. La última final del club de Salónica fue la de la Recopa que perdieron ante el Tau en 1996 en el Buesa Arena. Uno de los jugadores que estuvieron en aquel partido es Bane Prelevic, leyenda del PAOK que fue también presidente del club unos años. “Creo que la decisión de la directiva actual de jugar la FIBA Europe Cup fue muy inteligente. Hemos jugado muchos años la BCL, pero ahora tenemos una gran oportunidad de volver a ganar un título, que es lo que están deseando y esperando nuestros aficionados desde hace mucho tiempo”, ha declarado el exalero serbo-griego en el podcast de Josh Bett, narrador oficial de la FIBA.
Otras obligaciones
Esta será, por tanto, una final inédita entre dos equipos que la alcanzaron de forma agónica. Antes de medirse en el primer choque en Miribilla, el Bilbao Basket y el PAOK tendrán que atender compromisos ligueros importantes en el objetivo de tratar de repetir presencia en Europa. Los de Salónica juegan este fin de semana y el siguiente los dos primeros partidos del play-off por el título ante el AEK Atenas. Por su parte, los vizcainos recibirán mañana al Gran Canaria, finalista de la Eurocup, y visitarán el domingo siguiente al Andorra. Una vez que la permanencia está bastante encarrilada, Ponsarnau y sus jugadores quieren acabar en la mejor posición posible y para ello tienen que seguir sumando victorias para cerrar la brecha con los equipos que les preceden.
En este sentido, se espera la recuperación de Hlinason y Jones, al menos de uno de los dos, para antes del primer partido ante el PAOK. Sylla y Bagayoko ya han demostrado que se puede contar con ellos, aunque en este tramo de la temporada cualquier recurso es bienvenido y tampoco se puede cargar a los jóvenes con toda la responsabilidad. “Hemos demostrado lo que somos como equipo. Hemos sacado el carácter y todo el mundo ha dado un paso adelante”, valoró Dragic, que también ha sacado su mejor versión en el momento de la verdad.