Diez minutos finales de desplome de energía frustraron tres cuartos iniciales en los que el Surne Bilbao Basket ofreció una resistencia más que meritoria, notable incluso por momentos, en su visita al Martín Carpena de Málaga, en la que el Unicaja acabó imponiendo la ley del más fuerte, del más intenso y más aguerrido para ganar por 101-84. El encuentro se les hizo larguísimo a los de Jaume Ponsarnau, dinámicos, revoltosos y punzantes hasta el descanso, al que llegaron con una ventaja de 42-45, resistentes en el tercer cuarto (71-64) aunque en el tramo final del mismo los anfitriones sacaron ya a relucir toda la efusividad y el potencial de su retaguardia y finalmente entregados a la superioridad de los de Ibon Navarro en unos diez minutos finales en los que no hubo color para acabar encajando un castigo incluso superior al merecido.

Los 59 puntos encajados tras el ecuador de la contienda fabricaron una vía de agua para la que no hubo tapón posible, sobre todo cuando el ataque bilbaino empezó a estamparse contra el muro defensivo malagueño en el tramo final del tercer acto, provocando un creciente desequilibrio de fuerzas. Los anfitriones, que habían llegado al descanso con un 1 de 7 en triples, lucieron un muy dañino 9 de 15 tras el mismo con Dylan Osetkowski y Tyler Kalinoski como principales armas, solo fallaron dos de sus quince lanzamientos de dos puntos en los dos cuartos finales -inmaculado siete de siete en el tercero- y su juego se basó fundamentalmente en correr gracias a su brutal dominio en el rebote y encontrar situaciones favorables de lanzamiento en los segundos iniciales de las posesiones para castigar a unos hombres de negro a los que les fueron pesando las piernas cada vez más.

Esta dinámica acabó desmoralizando a un conjunto vizcaino que durante prácticamente treinta minutos hizo méritos para creer en la campanada de la mano de Sacha Killeya-Jones, Adam Smith y Kristian Kullamae, autores de 50 de los 84 puntos totales de los suyos, pero finalmente no hubo más opción que rendirse a la tiranía de la lógica entre dos conjuntos muy lejanos en cuanto a potencial físico y profundidad de recursos. Además, los ocho tiros libres que desperdiciaron los de Ponsarnau tampoco ayudaron precisamente.

BUENA PUESTA EN ESCENA DEL BILBAO BASKET

En un encuentro que arrancó con 33 minutos de retraso por la avería del reloj de posesión de una de las canastas, fue el Unicaja el que llevó la iniciativa en el marcador gracias al magnífico arranque de Osetkowski, autor de 13 de los primeros 19 puntos de los anfitriones. El Surne Bilbao Basket sufrió en defensa en estos compases iniciales, con problemas a la hora de utilizar las faltas y mandando demasiadas veces a su rival a la línea de tiros libres. Sin embargo, en ataque encontró soluciones satisfactorias. Primero, con un Killeya-Jones que se las arregló para sumar en las distancias cortas; posteriormente, tras el tiempo muerto solicitado por Ponsarnau con el peligroso 21-12 en el luminoso, de la mano de sus exteriores, sobre todo Smith.

Así, el primer cuarto se cerró con un equilibrado 25-23 y en el momento en el que Kullamae sumó dos triples seguidos fueron los hombres de negro los que pasaron a controlar el luminoso. Los de Ponsarnau actuaban con entereza y a pesar de que sufrían para ponerse a la altura física de su rival, que seguía teniendo en los tiros libres una notable válvula de escape, no le perdían la cara al encuentro ni mucho menos, hasta el punto de llegar al ecuador de la contienda con un 42-45 favorable a sus intereses gracias a un par de acciones de Smith y Killeya-Jones, ambos ya en dobles dígitos en anotación junto al escolta estonio. El 73% en lanzamientos de dos puntos (14 de 19) era un gran tesoro para los visitantes, que habían superado ya los 43 puntos en los que se quedaron en el choque de la primera vuelta disputado en el Bilbao Arena, mientras que a Unicaja le ayudaba a tapar su pírrico 1 de 7 en triples un magnífico 11 de 12 desde la línea de castigo.

LA DEFENSA DEL UNICAJA MARCA DIFERENCIAS

Pero en la reanudación, las constantes vitales del encuentro fueron cambiando de manera gradual. A 6:45 del final del tercer cuarto, un codazo de Kendrick Perry en una penetración envió a Xavi Rabaseda directamente a vestuarios tras sufrir un fortísimo golpe en la boca. De la antideportiva, los hombres de negro solo sacaron dos tiros libres de Keith Hornsby y el Unicaja, adelantando muchísimo sus líneas defensivas y cambiando radicalmente su nivel de acierto desde la línea de 6,75, pasó a controlar la situación.

Anotar empezó a ser una tarea complicada para los visitantes, que se dejaron también tres tiros libres por el camino, y el 71-64 a diez minutos del final era sinónimo de problemas, más aún cuando Kalinoski inauguró el acto final con otro triple para elevar la desventaja hasta los diez puntos. Ahí ya no hubo vuelta atrás. Los triples de Pantzar y Smith fueron contestados por un rival que encontró enormes facilidades para anotar desde todas las distancias, impulsarse en el marcador y acabar imponiendo la ley del más fuerte.