El Bilbao Basket, para su desgracia, vive en las últimas fechas ahogado por la Ley de Murphy. Si algo puede salir mal, saldrá mal. Tal cual. En la mañana del domingo, los hombres de negro cayeron ante el Movistar Estudiantes en un duelo resuelto de forma agónica que los de Álex Mumbrú tenían prácticamente en su mano a trece segundos del final. Por la tarde, más pulgas para el perro flaco, pues se confirmó que Ondrej Balvin, el MVP de la escuadra vizcaina el presente curso y el gran bastión de su juego interior, y Quentin Serron, bajas en la mencionada contienda, deberán permanecer en el dique seco durante un periodo aproximado de dos meses, el primero por un esguince moderado/severo del tobillo izquierdo con afectación de la sindesmosis tibioperonea distal, y el segundo por una rotura parcial del tendón rotuliano de su rodilla izquierda. Los problemas crecen en un tramo fundamental de curso. ¡Y de qué manera!

Observar los rostros de los hombres de negro cuando se retiraban al vestuario masticando el amargo sabor de la derrota era la constatación de lo duro que resulta ese sentimiento de dejar escapar una victoria vital cuando estaba muy bien encaminada. Y es que a trece segundos del final, los anfitriones mandaban por 77-76 y tenían a Jaroslaw Zyskowski, un jugador de teóricos buenos porcentajes, en la línea de tiros libres. Pero en ese momento Murphy decidió aparecerse por el Bilbao Arena para hacer de las suyas. El polaco, horrible durante todo el partido, falló sus dos lanzamientos. En la siguiente jugada, Aleksa Avramovic, autor de 26 puntos y un constante dolor de muelas para la zaga bilbaina -explotó constantemente su emparejamiento con Jaylon Brown, muy flojo en retaguardia-, decidió jugarse el choque con una penetración. Regimantas Miniotas cubrió muy bien las espaldas de Álex Reyes y forzó un mal tiro del balcánico, pero Víctor Arteaga palmeó la bola y sin bajarla metió el tiro de la victoria. Porque al Bilbao Basket le faltaba la calamidad final. Con segundo y medio y saque de banda en campo rival para el más difícil todavía, el intento de Reyes de hacer llegar el balón a Goran Huskic debajo del aro se perdió por línea de fondo. Todo lo que podía salir mal, salió mal.

Al conjunto vizcaino no se le puede negar su espíritu de lucha, su capacidad de competir pese a la importantísima baja de Balvin, su jugador más importante, pero ha entrado en un estado de nerviosismo, fruto de la acumulación de derrotas, que le convierte en inseguro e inestable en los momentos en los que el pulso firme es fundamental para sobrevivir. El domingo fueron los jugadores de refresco los que tiraron del carro -sobresaliente Álex Reyes con sus 21 puntos y su cinco de seis en triples, notables Goran Huskic, Miniotas y su capacidad para interactuar en las distancias cortas, meritorio Felipe Dos Anjos en el arranque-, pero en situaciones de alto voltaje deben ser los primeros espadas los que tienen que dar un paso al frente y estos ayer no estuvieron a la altura. Entre Jonathan Rousselle -muy mala gestión del francés con sus faltas, pues cometió la quinta, una técnica, a dos minutos y medio del final dejando a su equipo huérfano de timón-, Brown, Zyskowski, Kulboka y Hakanson hicieron un 5 de 30 en tiros de campo. Demasiadas concesiones ante un rival que además de Avramovic tuvo a John Roberson y Arteaga como fuentes fiables de suministro de puntos ante la floja matinal de Alessandro Gentile.

El conjunto vizcaino arrancó con el punto de mira muy errático, fallando tanto penetraciones como tiros liberados, por lo que fue el Estudiantes el que se hizo de inicio con el control del marcador. Los de Mumbrú tiraron al menos de intensidad defensiva para que el rival no cogiera vuelo, ya que en la parcela ofensiva solo Dos Anjos, autor de siete de los primeros ocho puntos del equipo, conseguía producir. La entrada en escena de la segunda unidad con el 12-16 revitalizó a los anfitriones. Dos triples seguidos de Reyes, uno para clausurar el primer acto y otro para inaugurar el segundo, impulsaron a un Bilbao Basket que encontró un tesoro en la conexión entre Huskic y Miniotas en el juego interior. Colaborativos en ataque y enérgicos en defensa, los locales firmaron un gran parcial de 19-3 que colocó un ilusionante 31-19 en el marcador a 5:43 del descanso. Pero el regreso a cancha de los titulares atascó a los de Mumbrú. Ni Rousselle ni mucho menos Hakanson supieron hacer jugar a sus compañeros y el Estudiantes, tambaleante hasta entonces, encontró alfombra roja para reengancharse a la vida. La producción ofensiva de los locales quedó limitada a un mísero punto en los últimos cinco minutos del segundo cuarto, mientras que los de Javi Zamora, con Giedraitis y sobre todo Avramovic muy inspirados, facturaron quince, por lo que la contienda alcanzó su ecuador con un 35-37 adverso. A esas alturas de la película, entre Rousselle, Brown, Zyskowski y Kulboka llevaban siete puntos. La rotación de bases y escoltas, solo cinco. Mal asunto.

En la reanudación, el cuadro colegial salió decidido a explotar el emparejamiento entre Avramovic y Brown y la apuesta le salió de maravilla. Mientras que al ataque bilbaino le costaba horrores generar ventajas, más aún con Rousselle dirigiéndose al banquillo con tres faltas, el serbio se ganó constantes viajes a la línea de tiros libres además de castigar las ayudas con pases de oro para sus compañeros. Dos canastas del activo Miniotas igualaron a 51 puntos a 2:51 de la conclusión del tercer acto, pero era el Estudiantes el que controlaba el ritmo del duelo y el 54-60 con el que se llegó a los diez minutos finales no presagiaba nada bueno. Sin embargo, el descaro de Reyes abortó el intento de demarraje visitante (66-65 a falta de seis minutos) y el partido pasó a ser un intercambio de aciertos y errores. Con el empate a 73, Rousselle se marchó a la calle con una falta y una técnica que Avramovic castigó metiendo los tres tiros libres. Brown y Huskic respondieron con cuatro, un triple de Kulboka se salió de dentro, Reyes estuvo a punto de robar un saque de fondo y una falta sobre Zyskowski a 13 segundos del final y con 77-76 parecía sentenciar la cita, pero Murphy sacó a pasear su maldita ley.

Dos más uno

1

Reyes. El alero jugó su mejor encuentro como 'hombre de negro'. Fue el máximo anotador de los anfitriones con 21 puntos y un magnífico cinco de seis desde más allá de la línea de 6,75 y tampoco flaqueó en labores de retaguardia. Cada vez más adaptado al equipo y a la Liga Endesa.

2

Rousselle. Su eliminación por cinco faltas, la última de ellas una técnica, a menos de dos minutos y medio del final hizo mucho daño al Bilbao Basket, que se quedó sin su principal batuta para jugar los momentos de la verdad. El galo tiene que controlarse más, sobre todo sabiendo que Hakanson está lejos de su mejor momento.

3

Del Val. El canterano debutó ayer en la Liga Endesa y como 'hombre de negro'. Mumbrú le sacó a escena para defender la última acción del primer acto.