En pleno Jueves Santo, 52.114 feligreses peregrinaron hasta La Catedral del fútbol para ayudar a levantar al Athletic la cruz del empate a cero del Ibrox Stadium. 52.114 devotos que firmaron el récord de asistencia de San Mamés, superando los 52.061 de la semifinal de Copa ante el Atlético de Madrid y quedándose muy cerca de los 52.282 asistentes que acudieron a las finales de rugby de 2018. Este jueves, en fechas sacras, los fieles rojiblancos se echaron el equipo de Valverde a los hombros, como devotos costaleros que quieren cargar a su equipo en procesión hasta la final de la Europa League. Porque el paso de los leones sobre el verde estuvo, como ocurrió en la vuelta ante la Roma, marcado por los rugidos de un San Mamés que volvió a bramar como acostumbraba el antiguo y como ya casi había olvidado el nuevo. Y es que después de unos meses de conflicto y reproches en la grada, la comunión de la masa social repitió el éxito de cuartos y proyectó de nuevo la imagen de una parroquia unida.

Esta vez no hubo monstruos en los lagos escoceses ni alegorías protestantes, el Rangers no pudo tirar ni de fe ni de épica, se olvidó de venerar a sus santos -como su guardameta Ryan Kelly- y por eso La Catedral fue testigo de su última cena en competición europea. Porque solo una cofradía podía pasar a semifinales y este jueves el Evangelio fue leído por Oihan Sancet y Nico Williams. Los profetas que hacen creer en el 21 de mayo y que en San Mamés convirtió a los 52.114 aficionados en sus apóstoles. Esos costaleros con los que el 8 y 10 del Athletic compartieron el pan y el vino y a los que, tras sus goles, se dirigieron con los brazos abiertos y una sonrisa. Como diciendo: “Celebrad esto en conmemoración mía”.