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Villarreal 0-0 Athletic

El punto compensa la mala noche del Athletic

Después de estar el primer tiempo a merced del Villarreal, logra equiparar fuerzas y conducir el partido a unas tablas que le consolidan en la cuarta plaza

El Villarreal-Athletic, en imágenesAgencias

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Menos mal que anoche en La Cerámica al Athletic le servían dos de los tres resultados posibles. Por descontado que la victoria, pero también el empate constituía un objetivo interesante para mantenerse en la cuarta plaza al final del campeonato. Y, para qué engañarse, es a cuanto aspiró. A sumar un puntito, que deja como estaba la distancia respecto al Villarreal, al que supera asimismo gracias al 2-0 de San Mamés. El comportamiento del conjunto de Ernesto Valverde resultó decepcionante en líneas generales, siendo especialmente flojo hasta el descanso. Luego, se vio otra cosa, nada del otro mundo, pero no el desbarajuste previo, que pudo costar carísimo. El rival acusó el paso adelante dado por los rojiblancos, también el esfuerzo invertido, y extravió el gobierno del juego. Los minutos discurrieron anodinos, sin que sucediera nada reseñable, salvo la expulsión de Gueye. Pero tampoco entonces supo el Athletic aprovechar la circunstancia y la tan cacareada “final” terminó siendo un auténtico mazacote, muy difícil de digerir, salvo por el desenlace.

Sería el típico día negado que se produce sin que se sepa muy bien el porqué. Desde luego, alicientes no faltaban, sin embargo, el Athletic estuvo muy lejos del nivel que suele brindar. Como si fuesen víctimas de un repentino contagio, la inmensa mayoría de los jugadores fracasó, estuvo muy por debajo de lo que reclamaba la trascendencia de la cita. Unos arrastraron a los otros y no hubo forma de que el bloque actuara conforme al rigor que se le supone, ni siquiera en tareas de contención. Con el balón solo dio muestras de cierto fundamento en la segunda mitad, pero igualmente careció de claridad de ideas. La acumulación de errores desbordó la previsión más pesimista.

El Villarreal sí acertó a exponer su repertorio hasta el intermedio, lo que ocurre es que se trata de un grupo sin excesiva fiabilidad y no muy amigo de los partidos exigentes en el plano físico. Mientras el Athletic no se enteraba de la fiesta, propuso fútbol y amenazó, pero luego se fue apagando y los cambios de Marcelino no trajeron una reactivación de enjundia para opositar al triunfo, que era lo único que le valía.

Reaparición de Vivian, turno de Gorosabel, una media de brega, poco utilizada, con Prados, Jauregizar y Unai, Sancet en la recámara, y Guruzeta arriba. Eran las novedades de Valverde, que sería el primer sorprendido por el modo en que el equipo al completo, sin excepciones, entró al partido. No hay duda de que el Villarreal puso mucho de su parte, tomó la iniciativa con la máxima convicción y estableció un ritmo alto, pero quizá en toda la temporada no haya ofrecido el Athletic una imagen tan paupérrima. Zarandeado durante muchísimos minutos, sin oler la pelota, forzado a correr hacia atrás dada la inutilidad de su presión. Bueno, lo de presión es un decir porque nadie llegaba a tiempo a nada, lo cual permitió que el anfitrión tocase y hallase espacios para progresar.

Aunque no se abonase factura, se asistió a un caos que duró demasiado, un espectáculo penoso, con el personal rebasado en todos los conceptos del juego. La cosa arrancó con sendas pérdidas en zona comprometida de Jauregizar y Prados, luego de Yuri. Una tónica apenas interrumpida por un centro que puso Gorosabel, en la cabeza de Guruzeta, que remató alto. Corría el minuto 15 y era la primera ocasión en que el Athletic enlazaba unos pases. Dicha acción no alteró el guion, el Villarreal siguió a lo suyo. Comesaña y Parejo dirigían con comodidad, Ayoze mostraba los colmillos y Cardona acarició el 1-0 tras una bonita combinación. El lateral zurdo remató con la mala y Simón detuvo sin problemas.

El susto no despertó al Athletic: un minuto después, nueva pérdida y Ayoze alcanzaba el área entre los centrales para desperdiciar el regalo de Comesaña con una deficiente volea ante Simón. El encuentro se internaba en un callejón sin salida y, para colmo, Yuri solicitaba el cambio agarrándose un gemelo. Por fortuna, se pudo llegar al descanso sin mayores contratiempos entre la mala puntería local y algún rebote al límite que neutralizó el peligro. Es verdad que cerca del intermedio se observó un bajón del Villarreal, como si la frustración por no rentabilizar su más que correcta puesta en escena le pasase factura en el plano anímico.

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En la caseta, Valverde pediría a su tropa que, por favor, adoptase un perfil  mínimamente reconocible o aquello terminaría como el rosario de la aurora. Los chicos le hicieron caso. A una correcta colocación sumaron basculaciones colectivas acertadas y poco a poco aumentaron el porcentaje de posesión, que no era difícil. Enfrente no hubo respuesta, Al Villarreal se la acabó la gasolina, ya no tenía la pelota en exclusiva y lo de correr tras ella le gusta más bien poco. Un cuarto de hora tardó en acercarse al área de Simón. Prados se entonó, empezó a coleccionar robos, el resto serio, aunque sin chispa para proponer algo decente en ataque. Nico Williams y Unai dejaron sus plazas a Berenguer y Sancet. El panorama había cambiado y se intuía la opción de rascar algo jugoso.

La tuvo sin embargo Barry en una contra resuelta por el amago de salida del portero y un leve toquecito de Vivian que arruinó el remate del ariete. Aún hubo otro susto gordo, pero el VAR señaló mano previa de Barry, que ya había recibido la felicitación del equipo. No tardó en meter la pata Gueye, clavando los tacos en la pierna de apoyo de Maroan. Para entonces Nuñez hacía gala de su contundencia en los despejes, pues Paredes también tuvo que retirarse tocado. El cuerpo de Foyth evitó el gol de Maroan, que enganchó un balón suelto en el área con Junior batido. Lo único reseñable. Se agradeció que el árbitro mandase a la ducha a los contendientes.