Cuando uno visita Estambul por segunda vez y lo hace, además, pocas semanas después de la primera, el caos que se vive en el seno de la gigantesca urbe se asume con cierta natualidad. Cuesta bastante más acostumbrarse a vivir con esa sensación de que a uno le quieren timar prácticamente en cada establecimiento que visita o en cada taxi en el que se monta. Cuestión cultural, dicen. Y qué decir de ese estruendo ensordecedor de los campos turcos. Si uno lo mira desde la perspectiva de quien está trabajando, convivir con ello durante un tiempo prolongado tiene que ser insufrible. En el campo del Fenerbahce apretaban, pero en el del Besiktas los decibelios se dispararon mucho más. Esto era el temido infierno turco, una caldera que empequeñeció a los leones, convertidos en alguno de los miles de gatos que pululan a sus anchas por las calles de Estambul viviendo casi como seres sagrados. Y hasta hace poco el Athletic vivía como uno de esos gatos, pero ayer perdió esa aura y bajó a los infiernos para toparse con la derrota más justa y amplia de las pocas que ha sufrido este curso.
El conjunto rojiblanco nunca se sintió cómodo en el partido. Es posible que el maltrecho estado del césped no le ayudara a desarrollar su juego, que el lógico desconocimiento por lo que se iba a encontrar con el estreno de Ole Gunnar Solksjaer al frente del Besiktas fuera un gran hándicap, pero lo de dar una imagen tan pobre como la que ofreció el equipo a lo largo de los 90 minutos en tierras turcas seguro que merece una reflexión bastante más profunda como para no achacarlo únicamente a las dos circunstancias citadas. Que sí, que no tiene que ser fácil preparar un partido con todos esos condicionantes, pero el mínimo exigible es otro.
Empezando por la decisión del técnico de alinear a dos centrales que si algo han hecho en las últimas semanas ha sido dejar muchas dudas. Ernesto Valverde puso juntos de inicio a Aitor Paredes y Unai Nuñez, que fueron un flan en defensa. Hicieron aguas, aunque el segundo, que apenas ha comparecido este curso, realizó hasta tres acciones defensivas de enorme mérito. Una pena que un desajuste suyo diera pie al primer tanto del Besiktas. Cómo lo estaría viendo Txingurri que mandó calentar a Dani Vivian a la vuelta de vestuarios, aunque finalmente el defensa no jugó ni un solo minuto y el Athletic siguió haciendo aguas en defensa durante los 90 minutos, como quedó reflejado con la goleada que encajó y que no fue mayor por la inspiración de Julen Agirrezabala, salvador hasta en dos ocasiones con dos paradas de enorme mérito.
Ahora, el conjunto rojiblanco deberá esperar acontecimientos. Si en la previa del choque ante el Besiktas todos los cálculos iban encaminados a estar en la pelea por la primera posición de la liguilla de la Europa League, ahora deberá esperar a los resultados que se den a lo largo del día de hoy para, por un lado, saber si se clasifica matemáticamente para los octavos de final y, por otro, ver si mantiene vivas sus opciones de ser primero. Para ello necesita que la Lazio pierda ante la Real Sociedad, ya que de lo contrario, debido a la diferencia de goles, solo un milagro en la última jornada lo permitiría.
Para colmo, además de sufrir una goleada, el Athletic, que aguarda como agua de mayo el regreso a Oihan Sancet, perderá por algún tiempo a Iñigo Ruiz de Galarreta. El centrocampista de Eibar entró en el minuto 61 al campo y tuvo que ser sustituido seis después por unos problemas musculares cuyo alcance se conocerá a lo largo del día de hoy. Esto era el infierno turco.
La cifra
600
Es la cifra de partidos que suman los disputados por los hermanos Williams, Iñaki y Nico, con el Athletic. El mayor salió desde el banquillo para alcanzar, ante el Besiktas, su encuentro número 450 como león. El menor, por su parte, fue titular en la cita ante el conjunto turco y jugó su partido número 150.