Que el Athletic no es como los demás equipos es algo sabido. Al margen de cuestiones de fondo, filosóficas o identitarias, rasgos que le distinguen del resto, destaca también porque compitiendo en un hábitat deportivo adverso se codea con los mejores. En los últimos tiempos, como ha ocurrido en diversas etapas de su historia, poco o nada tiene que envidiar a los conjuntos poderosos. Al contrario, posee argumentos (colectivos e individuales) de similar valor a los que ofrecen las plantillas más caras y alguno concreto que cabría catalogar como exclusivo. En este apartado figura su nómina de porteros, sin la cual resultaría inimaginable la dinámica ganadora del último año y medio.

De siempre ha sido una demarcación bien cubierta. En un rápido repaso a la historia, salen media docena de nombres que marcaron época, gozaron de la máxima consideración en su momento y se fueron sucediendo en la portería para recorrer gran parte de los 125 años de existencia de la entidad. Tampoco faltaron porteros eficientes, buenos, pero que no alcanzaron la talla de un Blasco, de un Lezama, de Carmelo, de Iribar o Zubizarreta; o porteros que, sencillamente, pasaron desapercibidos porque les tocó vivir a la sombra de los citados. Pero lo de ahora acaso no tenga precedente.

No es preciso extenderse sobre la talla de Unai Simón. En un período relativamente breve, solo tiene 27 años, se ha ganado un reconocimiento que trasciende todas las fronteras. Una realidad objetiva que pone en valor la talla de quien le sigue en el escalafón: fácil no debe ser triunfar en la élite compitiendo por el puesto con semejante referente, pero es exactamente lo que ha conseguido Julen Agirrezabala, a punto de cumplir los 24.

Esta pareja carece de réplica. Es posible que el Madrid esté en condiciones de contradecir dicha impresión, pero cuesta hallar otro ejemplo práctico de dos metas tan fiables compartiendo vestuario. Simón y Agirrezabala juntos aportan una singular garantía en una posición básica. Estas campañas se han turnado según un criterio que no admite demasiada discusión, aunque en instantes concretos, como sucede con cualquier asunto futbolístico, haya aflorado cierta controversia que el discurrir de la competición ha aplacado por sí solo.

Afirmar que son intercambiables no es faltar a la verdad, en cuanto a que los dos cumplen su cometido a satisfacción del entrenador y de los compañeros. No obstante, existe una jerarquía que responde a los méritos acumulados por cada cual, factor que sin duda sitúa a Simón por delante. Tal ha sido la tónica hasta la presente temporada, que nació condicionada por un problema físico de larga duración que impidió a Simón estar disponible hasta finales de noviembre.

El tercero

No fue este el único contratiempo en la portería rojiblanca, pues asimismo Agirrezabala tuvo que ausentarse por lesión en el inicio del calendario. Tan excepcional circunstancia permitió descubrir a un tal Alex Padilla. Con veinte añitos entonces, el chico del filial dejó sentado que ahí estaba él, para lo que se necesitase. Una agradable sorpresa que vino a reforzar la certeza de que el Athletic no tiene igual en lo que a la portería se refiere. Padilla participó con nota alta en cinco encuentros, tres como titular. Por lo demás, ejerció de suplente hasta que Simón se estrenó en una convocatoria, el día del derbi con la Real en San Mamés.

El de Murgia reapareció por fin cuatro días más tarde, frente al IF Elfsborg. La visita de los suecos se reveló un trámite de lo más asequible, tanto que Simón permaneció inédito los noventa minutos. En las cuatro citas siguientes, el puesto fue de Agirrezabala. Era la decisión lógica. Valverde estimó que la dilatada baja de Simón reclamaba un plazo extra de trabajo antes de asumir responsabilidades y Agirrezabala, totalmente integrado en la exitosa inercia del equipo, se había ganado a pulso continuar jugando.

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El entrenador eludió dar explicaciones, nunca anticipó cuál era su visión de un asunto que se había convertido en la comidilla favorita de los medios de comunicación y, seguramente, de muchos aficionados. Simón regresó para los derbis con el Alavés y Osasuna. Había tenido veinte días más para machacarse en Lezama y Valverde ya no dudó. Era hora de que el titular recobrase su estatus y le mantuvo a pesar de que en Mendizorrotza acaparó de forma involuntaria una cuota de protagonismo por el gol recibido, que significó el empate en el resultado final. En El Sadar ya dejó su sello.

A la vuelta de las vacaciones terminarán de despejarse las dudas en torno al reparto de minutos en la portería. Desde luego por partidos no va a quedar. Conviene recordar que aparte de la liga y la Europa League, el Athletic va a competir en la Supercopa y en breve iniciará su andadura en la Copa. Y está por resolver el futuro de Padilla en la inminente apertura del mercado invernal. Saldrá cedido a fin de evitar su inactividad en los próximos cinco meses. Pretendientes tiene unos cuantos, aunque solo ha trascendido el nombre de uno, Pumas, radicado en México, tierra de su madre.