El Athletic dio un paso más en su escalada con una victoria merecida en El Sadar. Prevaleció su inercia ganadora, aunque Osasuna plantó cara durante el primer acto y se adelantó en el marcador. Guruzeta no tardó en igualar el tanto de Torró y según avanzó el derbi fue minando al rival. Si desde el arranque se equiparó en laboriosidad y agresividad al anfitrión, en la reanudación, con una propuesta muy pragmática, sin exponer lo más mínimo, fue paulatinamente imponiendo su poderío. Apenas concedió nada atrás, taponó las bandas, fabricó las escasas jugadas profundas de este período y, para redondear su actuación, contó en sus filas con el elemento diferencial. Berenguer, que salió por el lesionado Sancet, enmudeció a la grada a un cuarto de hora de la conclusión y, por si cupiese alguna duda, transmitió con su golazo que el partido tenía dueño y no era otro que el Athletic, que en ningún instante vio amenazado su éxito.

Como se vaticinaba, los puntos no estuvieron baratos, pero el conjunto dirigido por Valverde ha adquirido un nivel competitivo que le garantiza opositar al máximo en cada cita. Si no establece la pauta en el juego y en el resultado, posee argumentos suficientes para sobreponerse e insistir, sabedor de que somete a sus rivales a un desgaste importante y siempre, o casi, acaba hallando alguna solución que refrende el hambre que le caracteriza. Este sábado se asistió al enésimo ejemplo de cómo rentabilizan su ilimitada ambición los rojiblancos. A Osasuna no le quedó más remedio que asumir que hoy por hoy su propuesta no es equiparable en términos de seguridad y eficacia.

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Las notas de Aitor Martínez: Iñaki Williams pone la precisión Aitor Martínez

En apariencia y según lo que decía el marcador, la primera mitad discurrió equilibrada. Ambos bandos hicieron gala de su intensidad, no regatearon ni una gota de sudor y gozaron asimismo de momentos de inspiración. Ningún espectador pudo sentirse defraudado viendo cómo los futbolistas peleaban por arrimar el ascua a su sardina: a la mínima oportunidad se proyectaban en ataque, pero con escasa pericia. En este capítulo, no obstante, se impuso el Athletic, con mayor número de llegadas y dejando claro que posee un repertorio más variado.

Un detalle clave que refuerza esta impresión fue el hecho de que Budimir prácticamente no olió el balón en toda la tarde. Fruto de la firmeza del sistema defensivo visitante, sus compañeros no pudieron abastecer al croata y cuando esto ocurre, las probabilidades de remate del cuadro navarro se reducen de manera drástica. El peligro rondó más el área de Herrera. Pese a que Simón se apuntó la parada más espectacular y complicada, al repeler un chut a bocajarro de Aimar Oroz, el impacto de Sancet y en especial Iñaki Williams, la figura del derbi, fue muy superior.

Juan Cruz no pudo nunca con el capitán rojiblanco, fuente de múltiples problemas para la zaga rojilla. Cada intervención suya y fueron unas cuantas generaron inquietud y una de ellas, un centro templado con mucho gusto, valió para que Guruzeta igualase el acierto de Torró. Este gol hacia justicia y compensaba los perjuicios derivados del criterio de los jueces. Primero dejaron de señalar un penalti por mano clarísima de Herrando, que cortó un centro de Iñaki Williams. Intervino el VAR, pero para advertir a Quintero González que, en la génesis del ataque y en terreno del Athletic, hubo una posible falta de Galarreta que el árbitro no estimó en directo. 

Por si fuera poca cosa, cinco minutos después, señaló falta de Nico Williams sobre Barja en un lateral del área, aunque resultó evidente que la infracción correspondió al jugador local. Del saque de ese indirecto vino el gol de Torró, quien agarró una volea cruzada tras defectuoso despeje de Galarreta. La pelota se coló sin que Simón, pendiente del vano intento por tocar la pelota de Budimir, pudiese reaccionar. El revés no alteró el pulso del Athletic, cuya reacción se materializó en un espléndido cabezazo de su ariete, que le ganó la partida a Boyomo y picó lejos del alcance de Herrera.

Osasuna aún tenía combustible en el depósito, realidad personificada en Areso, que no conforme con anular a Nico Williams percutía como un poseso por su costado. De ahí salió un centro que Oroz empalmó durísimo dando pie al lucimiento de Simón. Antes de retirarse a vestuarios, Iñaki Williams filtró en el área un caramelo al que Sancet no llegó por centímetros. Estaba animada la cosa, sobre todo cuando nada más regresar al verde, Sancet se coló hasta la cocina y cruzó sin veneno. En la acción se lastimó el tobillo derecho y solicitó el cambio.

La incidencia dejó su factura, el Athletic no ligaba acciones para progresar y Osasuna tampoco daba muestras de ingenio o atrevimiento. Fue un tramo anodino que dio paso a la mejor jugada del derbi, una internada de Iñaki Williams yéndose de tres rivales para servir en bandeja a Guruzeta. Era un gol cantado, el remate fue bueno, pero la pierna que sacó Herrera fue de sobresaliente. 

Volvió a tomar el mando el Athletic, mientras que Osasuna parecía más interesado en protegerse. La verdad es que no pasaba nada digno de mención hasta que Simón sacó larguísimo y Torró cabeceó mal, descolocando a sus defensas y dejando un balón franco en el área que Berenguer resolvió a la perfección con un zurdazo que besó el palo opuesto. Lo más difícil estaba hecho, se trataba de resistir los embates de un enemigo bastante castigado ya y huérfano de ideas. A dicha labor se encomendó el Athletic, que terminó replegado con tres centrales y tres centrocampistas, pero sin sufrir. Budimir se fue a la ducha inédito. El Athletic quería cerrar 2024 a lo grande y nadie pudo impedirlo.