Los tres últimos goles del Athletic en LaLiga, conseguidos en el curso de una semana, llevan la firma de Oihan Sancet y se han traducido en seis puntos. El primero, en San Mamés, solucionó el siempre complejo derbi con la Real Sociedad; los dos siguientes, en Vallecas, le dieron la vuelta a una tortilla que empezaba a oler a quemado. La combinación de ambos resultados ha servido, además de para acceder a una plaza de Champions, de revulsivo en las expectativas.
De una parte, porque coincide con un tramo de calendario mediatizado por la identidad de los próximos adversarios: mañana y el domingo pasarán por Bilbao el Real Madrid y el Villarreal, nada más y nada menos. No es preciso señalar la transcendencia de lo que deparen estos 180 minutos de alto voltaje si se repara en la presión añadida que supone la escasa distancia que existe entre el Athletic y el amplio grupo de equipos que le persiguen en la clasificación.
El otro aspecto que invita a mirar el futuro con optimismo se refiere a la paulatina progresión que protagoniza Sancet, un futbolista especial del que se espera lo máximo. No es de ahora, siempre, desde que fuera captado en edad cadete de Osasuna, los técnicos de Lezama tuvieron claro que atesoraba una calidad superior. De ahí la celeridad en las gestiones y la inversión económica que entonces tuvo que realizar el club.
Seguro que nadie recuerda la operación, que tuvo lugar en 2015, porque al contrario que en la actualidad, que se publicita a bombo y platillo el fichaje de cualquier promesa, la discreción era una norma muy arraigada en el Athletic. Fue preciso negociar con Osasuna una contrapartida para que pudiera empezar a entrenarse; de hecho, pese a que llegó en julio a Lezama, hasta octubre no estuvo disponible. Soltado el nudo, a Sancet se le extendió un contrato encadenado, esto es, que contemplaba los diversos escalones o categorías por las que debía transitar hasta acceder al primer equipo, con sus cláusulas correspondientes.
Se trataba de una apuesta firme y la fórmula comentada se estimó necesaria para evitar la intromisión de posibles pretendientes, pues en juveniles ya fue convocado por la selección española, un escaparate muy sugerente, y no faltaron insinuaciones sobre movimientos procedentes de la Premier, que en aquella época ya pescaba chavalitos en otros caladeros de la liga, en Can Barça por ejemplo.
El informe que puso en marcha el fichaje de Sancet destacaba la capacidad física de un medio centro espigado, muy dotado para tomar decisiones correctas con el balón, de toque fácil. En suma, reunía las virtudes propias de un jugador de máxima proyección. Una predicción que fue tomando cuerpo en los años siguientes en niveles inferiores. En el verano de 2018 participó en la pretemporada del primer equipo a las órdenes de Eduardo Berizzo.
AÑO PERDIDO
Se acercaba su debut en la élite, pero el 3 de septiembre cayó lesionado en un partido con el Bilbao Athletic. El parte médico sonó muy mal: rotura del ligamento cruzado anterior y del menisco interno de la rodilla izquierda. Se perdió prácticamente toda la temporada, solo participó en una decena de citas con el filial. El verano siguiente, ya con Gaizka Garitano en la dirección, volvió a entrenar con los mayores y se estrenó en Primera el día en que Aduriz marcó su famoso gol contra el Barcelona, el que cerraría su prolífica cuenta anotadora en el Athletic.
A lo largo de la 2019-20 alternó el filial con el Athletic, donde intervino en 19 encuentros, nueve como titular. Consiguió un gol, en la portería del Mallorca en el inolvidable año de la pandemia. Ello explica que esa primera celebración tuviese lugar el 27 de junio, pues las competiciones se interrumpieron en marzo para reanudarse tres meses después.
A partir de ahí, superado el susto y el consiguiente retraso en su evolución, Sancet fue poco a poco ganando en presencia y dejando muestras de su talla. No obstante, la competencia (Raúl García y Muniain) y luego la decisión de Marcelino García de ubicarle en una demarcación muy próxima al ariete, aplazaron su explosión, que coincidió con el regreso de Ernesto Valverde: 41 partidos y diez goles en la 2022-23.
LA LUPA
La afición disponía ya de información suficiente para reconocer en Sancet a un futbolista de esos que salen muy de vez en cuando. Lo mismo que los dirigentes: en abril de 2023 se comprometió con el Athletic hasta 2032. El vaticinio que los ojeadores de Lezama hicieron ocho años antes estuvo cargado de fundamento. La clase de Sancet no se discute, pero sí que le acompaña un cierto halo de recelo. A menudo sucede con las figuras, que son analizadas con lupa.
En su caso, entre problemas físicos no graves pero reiterados y una tendencia a enlazar altibajos en el rendimiento, se ha generado en torno a él una especie de espera permanente. En sus buenos días, Sancet ejerce de faro, desparrama calidad en acciones inimitables (controles, giros, conducciones, pases, remates) y el Athletic adquiere un perfil temible para los rivales.
El contraste entre la exhibición de poderío y los apagones de los días que le salen cruzados, se ha convertido en un reto personal que quiere dejar atrás. Así lo manifestó hace unos meses. Admitió ser consciente de que en adelante ha de mejorar en dos cuestiones: constancia y acierto ante la portería.
A sus 24 años de edad, Sancet sugiere sobre el césped que está mentalizado y dispuesto a corresponder a la estima que le profesa la afición rojiblanca y al caché brindado por el club. Arrancó la temporada como un tiro, le penalizaron un par de contratiempos físicos y ha recuperado el tono. Ocho goles y una apreciable serie de actuaciones brillantes le contemplan. El Athletic tiene un tesoro en sus filas.
La cifra
8
Goles son los que suma Oihan Sancet en lo que va de temporada entre LaLiga (7) y la Europa League (1). El navarro, que el curso pasado firmó 6 dianas en todas las competiciones, acumula este año 15 partidos, en los que ha participado en 937 minutos.