En algunas ocasiones, las individualidades prevalecen sobre el colectivo en un juego asociativo como es el fútbol. Este domingo en Vallecas se asistió a un ejemplo paradigmático del rol determinante que puede llegar a asumir un solo jugador. En apenas un cuarto de hora con dos remates, a cada cual más complicado y estético, la aportación de Oihan Sancet otorgó el triunfo a un Athletic rezagado en el marcador e incapaz de emitir vibraciones positivas que indujesen a creer en la remontada. La genialidad del media punta, que acumula ya siete goles en liga, transformó por completo el desarrollo y el signo de un encuentro mal encaminado.
Parecía que, al igual que tras cada cita de la Europa League, el Athletic abonaría la tasa que se cobra el exigente calendario que debe gestionar. En medio de una pelea que discurrió equilibrada, que tuvo un nivel calificable de discreto, tirando a malo por parte de los dos equipos, surgió la estilizada figura de Sancet para destrozar al Rayo y sumar tres puntos que valen para ganar un puesto en la tabla. El Athletic es ahora cuarto, un logro parcial, aunque no exento de significación.
Hacía falta un cambio de tónica y fue a producirse en un escenario que suele ser propicio. Este domingo durante muchos minutos costó creer, confiar en que impondría su ley a costa de un adversario que no atraviesa un momento feliz, pero que se benefició de las dudas ajenas para adquirir ventaja y luego gestionó con relativa solvencia el botín. Hasta que Sancet sacó su magia a pasear y dejó boquiabiertos a los espectadores. Este protagonismo estelar que ensombreció el resto de lo acontecido en la bombonera madrileña, puede aportar un plus de energía de cara a lo que aguarda a la vuelta de la esquina, empezando por el clásico del miércoles en San Mamés. Cabe que el éxito se deje sentir en el ánimo y las piernas de un Athletic que, las cosas como son, este domingo anduvo por debajo de las expectativas, flirteando en exceso con un tropiezo que le hubiese bajado de la nube en que se había instalado tras el derbi y el paseo frente al Elfsborg.
De salida hubo media docena de novedades, una sola obligada por sanción y la impresión de que Valverde también pensaba en el Madrid al decidir varios de los descartes. El enésimo baile de nombres que aconseja el calendario no incluía aspectos extraordinarios, salvo el regreso de Lekue, ausente del once inicial desde septiembre, en un día comprometido por el punzante juego del Rayo por las alas. Tampoco la puesta en escena pilló nadie con el paso cambiado: dos conjuntos laboriosos, presionantes y siempre dispuestos a correr en vertical hacia las áreas.
En ese ir y venir que tanto gusta al espectador, el Athletic empezó más entonado, con un par de llegadas muy profundas, ambas mal resueltas por Nico Williams y Guruzeta. Un síntoma alentador que se desvaneció bruscamente a raíz de una acción defensiva que incluyó dos errores: un despeje corto de Yuri hacia dentro y, sobre todo, la cesión que de memoria ejecutó Paredes permitiendo que Nteka alcanzase el balón con amplia ventaja para superar la salida del marco de Agirrezabala.
Tremendo chasco que no rebajó las ansias de los de Valverde, pero tuvo un efecto tranquilizador en los locales. Al Rayo no le importó que su producción con balón fuese prácticamente nula en la fase siguiente, hasta el intermedio, porque continuó mordiendo por todo el terreno generando una evidente incomodidad en un Athletic al que la inspiración le abandonó demasiado pronto. Pese a que se registraron hasta cuatro chuts desde la frontal, el más venenoso a cargo de Yuri, con gran respuesta de Batalla en el complicado palmeo a córner, menudearon los errores en las entregas, faltó entendimiento y una pizca de temple para romper líneas con criterio y que la iniciativa fuese rentable.
Los minutos se consumieron condicionados por la pegajosidad de los pupilos de Iñigo Pérez. Prueba de ello la escasa paciencia de Valverde, que metió a De Marcos, Unai y Sancet antes de la hora. El efecto de esta maniobra no se sustanció en un cambio de registro apreciable. El Rayo, que forzó en dos lances a Agirrezabala, solo tenía que preocuparse de anular a un Nico Williams al que se ha de agradecer el tesón exhibido. Pese a que no acabó la mayoría de sus intervenciones, se le ha de adjudicar la génesis del empate. Fue una jugada larguísima, que pareció que también se malograría, pero el extremo recibió la pelota, levantó la mirada y detectó la posición de Sancet a la espalda de la zaga. El centro templado llegó a su destino casi a ras de césped y con escaso ángulo para embocar al marco, detalles sin importancia cuando uno está sobrado de clase.
Golpe duro para el Rayo, que no vio venir las tablas y menos aún la voltereta. Ahora, en otro avance trompicado, fue De Marcos el que conectó con Sancet, ubicado en la frontal para, según recibía soltar un latigazo con rosca imposible para Batalla. Entró besando el palo más alejado. El asunto no estaba finiquitado, restaban veinte largos minutos, pero el Athletic supo sufrir y anular la desesperada reacción del anfitrión. Al menos hasta el tiempo añadido, cuando un violento golpe franco de Lejeune, exigió firmeza a Agirrezabala. Fue el único sobresalto digno de reseñar, pero el temor a un disgusto de última hora planeó sobre un conjunto con varios elementos bastante desacertados. Nico Williams pudo incrementar el margen casi al final, pero no hubiera hecho justicia a lo presenciado: un duelo de perfil bajo iluminado por la clase de Sancet.
RAYO VALLECANO: Batalla; Ratiu, Lejeune, Mumin, Chavarría; Valentín (Min. 82, Pedro Díaz), Pathé Ciss (Min. 74, Gumbau); Isi (Min. 74, Trejo), Embarba (Min. 64, Jorge de Frutos), Álvaro; Nteka (Min. 64, Camello).
ATHLETIC: Agirrezabala; Lekue (Min. 56, De Marcos), Yeray, Paredes, Yuri; Jauregizar (Min. 56, Unai Gómez), Ruiz de Galarreta (Min. 75, Vesga); Iñaki Williams (Min. 63, Djaló), Berenguer, Nico Williams; y Guruzeta (Min. 56, Sancet).
Goles: 1-0: Min. 13; Nteka. 1-1: Min. 64; Sancet. 1-2: Min. 77; Sancet.
Árbitro: Melero López (Comité Andaluz). Amonestó a Pathé Ciss, Gumbau y Álvaro, del Rayo.
Incidencias: Partido correspondiente a la décimo quinta jornada de la Liga EA Sports, disputado en el estadio de Vallecas ante unos 13.000 espectadores, entre ellos más de un millar de aficionados del Athletic.