El 14 de mayo de 1980, Martin Zabaleta y Pasang Temba colocaron la ikurriña en la cima de la montaña más alta del mundo. El 14 de mayo de 1980, el alpinista hernaniarra y el sherpa nepalí hollaron la cima del Everest, con sus 8.848 metros de altura, convirtiéndose en la primera expedición estatal que lograba ascender al techo del planeta. A la historia pasó su hazaña y a la historia pasó la ya mítica foto de Temba sujetando la bandera vasca con orgullo. Porque ese día cambió el devenir del alpinismo vasco y ahora el Athletic quiere volver a recordar tal hazaña.

Por eso, aprovechando la breve estancia de Temba en suelo vasco y el retorno a casa de Zabaleta desde Estados Unidos, el Athletic quiere aplaudir a ambos. Así, tanto el herniarra como el nepalí harán el saque de honor del encuentro que los leones jugarán el sábado en San Mamés (14.00 horas) ante el Espanyol. "Aprovechando su reencuentro, y en el marco de la gala del centenario de la Federación Vasco-Navarra de Alpinismo, San Mamés les rendirá un merecido homenaje en la previa ante el Espanyol, donde realizarán el saque de honor acompañados por Jose Angel Iribar y Alex Txikon", expuso el club rojiblanco mediante un comunicado.

El segundo intento de una expedición vasca

La expedición vasca que conquistó el Everest fue la segunda en intentarlo. Antes, en 1974, es decir hace 50 años, varios alpinistas vascos tuvieron la oportunidad de intentarlo en la expedición Tximist. 16 integrantes pusieron rumbo al techo del mundo, que les ganó la batalla cuando esta montaña aún mantenía su mística. Sin embargo, seis primaveras después, un desconocido Zabaleta consiguió hollar su cima. Fue el primer vasco en pisar esa nieve y lo logró tras 12 horas larguísimas por la vía del collado sur, un camino lleno de nieve blanda y congestionado por la niebla. 

Fue una ascensión muy complicada, caótica, en la que tanto Zabaleta como Pasang Temba sufrieron por la escasez de oxígeno artificial. De hecho, el sherpa habló de retirarse, pero el hernaniarra vio tan cerca la cima que aceleró el paso. Fueron tantas horas de ascenso que, cuando hicieron cima alrededor de las 15.35 horas, ya era muy tarde para bajar.

La noche se les echaba encima. Montaron un vivac improvisado en una grieta, se sentaron sobre sus mochilas y vieron la noche pasar. Sin comida, ni bebida. Pero en cuanto el sol salió, pudieron regresar a campo base, donde sus compañeros celebraron como propio, porque así lo era también, el éxito.