El cambio de guion vivido en el partido entre el Athletic y la Unión Deportiva Las Palmas se resume perfectamente con la frase que dejó en la sala de prensa del Estadio de Gran Canaria Ernesto Valverde. “En el descanso he pensado en hacer algún cambio, pero he preferido esperar 10 o 15 minutos y he llegado tarde”. El técnico fue uno de los señalados ayer en un choque que el conjunto rojiblanco tenía totalmente encarrilado gracias a la renta de dos goles que obtuvo en los primeros treinta minutos, pero en el que acabó pidiendo la hora porque en el ADN del conjunto rojiblanco está grabada la palabra sufrimiento. Eso y, porque Valverde, que acostumbra a medir muy mucho sus palabras, no dijo nada que no fuera cierto. Cuando apuntó aquello de que había llegado tarde se refería, sin discusión alguna, a que no sustituyó antes de tiempo a alguno de los dos centrocampistas por los que apostó ayer de inicio: Iñigo Ruiz de Galarreta y Mikel Jauregizara, que cargaban con sendas cartulinas amarillas desde la primera mitad.
Valverde quiso apurar, tenía motivos para no cambiar nada tras un primer tiempo muy bueno de su equipo, que apenas concedió un par de acciones de peligro de su rival y que puso en muchos apuros a la zaga canaria. Pero claro, jugar con fuego puede conllevar situaciones como las de ayer, en las que un mínimo despiste, que fue en cadena en este caso, acabó con Jauregizar expulsado y el técnico, con razón, lamentándose en la banda y maldiciendo su tardanza el cambio, pues junto a él recibía las últimas instrucciones Beñat Prados, que iba a ser el primer cambio, y que terminó entrando al campo de la mano de Mikel Vesga. A falta de uno, dos.
La pasividad en recuperar la posición de Yuri Berchiche tras recibir un pésimo pase de Gorka Guruzeta, la nula actitud defensiva de Nico Williams, un exceso de confianza del expulsado Jauregizar y Aitor Paredes y Dani Vivian como punta del iceberg rompiendo el fuera de juego dieron forma a una jugada que, además de con la roja al joven centrocampista, acabó con el gol de Sandro tras un grosero error de Julen Agirrezabala. El portero tampoco estuvo nada atinado en el segundo tanto de Las Palmas. Otro que vivió una tarde para olvidar, como la de Jauregizar, en la que fue su primera expulsión en el fútbol profesional.
A diferencia de otras ocasiones, al menos ayer el Athletic pudo regresar con los tres puntos a Bilbao, una circunstancia que no siempre ha podido repetir ante situaciones similares con expulsiones más o menos tempranas de por medio. Y el triunfo, aunque se tratara solo de la quinta jornada, urgía en cierta medida, pues el arranque del curso, con solo cuatro puntos en otras tantas jornadas, tres de ellas además disputadas en San Mamés, no había sido todo lo positivo que cabría esperar. Ahora, con siete puntos en el casillero, las cosas se ven de otra manera.
Y es que al margen de la victoria hubo otro puñado de noticias positivas en Las Palmas de Gran Canaria. A nivel global, el equipo dejó una imagen muy seria ante un rival al que supo cómo hacerle daño. El denominador común fue la velocidad y la inspiración en el pase de Iñaki Williams, de cuyas botas nacieron los tres tantos del Athletic gracias a su hat-trick de asistencias, un hecho a todas luces singular y muy poco habitual. Al extremo bilbaino le acompañaron ayer, por fin, los otros tres jugadores de ataque: un Oihan Sancet que sigue de dulce, su hermano Nico, que estrenó por fin su casillero, y un Gorka Guruzeta al que se le vio más participativo que hasta la fecha. Funcionó también Ruiz de Galarreta en su regreso y Yuri y Óscar de Marcos volvieron a cumplir. El Athletic jugó con fuego, sí, pero ganó, que es lo que vale.
La cifra
113
Son los días que ha necesitado Iñigo Ruiz de Galarreta para volver a jugar un partido con el Athletic. El centrocampista participó en el último encuentro del pasado curso, celebrado el pasado 25 de mayo, pero hasta ayer no pudo jugar de nuevo después de perderse la pretemporada por una lesión.