ESE es el tiempo que muchas generaciones llevan sin ver al Athletic campeón. Los que tienen cuarenta años, obviamente, no se enteraron, nunca pensaron que iba a durar tanto la sequía. Algunos con más calendarios tienen vagos recuerdos, algunas fotos de los viejos álbumes que quedan en las casas de los aitas y poco más. Demasiado tiempo, pero la ilusión y la pasión siempre han estado ahí. Por supuesto que hay momentos de duda, todos los tienen, hasta los que están acostumbrados a ganar. La diferencia radica en la forma y el cómo. En eso no hay nadie que nos iguale.

Es verdad que el torneo copero no se le da nada mal al Athletic. Cinco semifinales consecutivas y tres finales en los últimos cinco años. Dos finales en pandemia que la afición no pudo disfrutar y dos derrotas, una más dolorosa que la otra. La grada vacía anticipaba que sin nuestra gente nada sería igual, así fue. Las lágrimas de nuestros futbolistas en un solitario estadio nunca pasarán a la historia, no era el momento. No sin los nuestros.

El fútbol ha querido que esta campaña los leones nos regalen grandes momentos y otra final. Esta vez, con el mismo escenario, pero aforo completo. Si La Cartuja tuviese 150.000 espectadores se llenaría fijo. La pena es que solo algo más de diecisiete mil socios han tenido la fortuna de tener entrada, y algunos miles más la van a encontrar por otras vías. La elección del recinto no es buena ni en localización ni en tamaño, pero los contratos publicitarios mandan y cierto es que para Andalucía es un puntazo recibir a tanta gente durante esos días.

En lo deportivo, si atendemos a los datos de unos y otros, hay una conclusión clara, el Athletic es favorito. Otra cosa es que el partido va a ser durísimo y que el Mallorca de Javier Aguirre es un equipo muy bien trabajado, con las ideas claras y que a un partido puede pasar cualquier cosa. No hay que perder la perspectiva, ellos están ante una grandísima oportunidad y, probablemente, como para nuestros futbolistas, una ocasión única. El premio es pasar a la historia, esto no sucede todos los días. En muchos casos ni siquiera en toda la carrera deportiva.

El carácter del grupo y las características individuales invitan al optimismo. Este equipo tiene de todo, y esto es lo mejor. Desde la sobriedad de perfiles, como el del portero y los defensas, al trabajo y calidad del medio campo o el descaro y la juventud desinhibida de alguno de los de arriba. Un cóctel que está rindiendo al máximo nivel y que, además, cuenta con un buen ramillete de jugadores que saben lo que puede venir tras una hipotética victoria.

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La tranquilidad que transmite el míster y la convicción propia en el plantel es otra de las situaciones que nos hace creer en la consecución del objetivo. Probablemente, Valverde sea el que más ha creído en ellos desde el primer minuto y gracias a eso estamos en este punto. Un triunfo copero supondría no un broche, pero sí quizá su logro más importante más allá de los conseguidos con Olympiakos y Barcelona.

De lo que no hay duda es de la victoria de la afición. Fiel donde las haya acudirá a Sevilla, a San Mamés, donde habrá pantallas, en sus propias casas, peñas, desde cualquier lugar del mundo, orgullosos de sus colores, como siempre. Disfrutemos todos de este regalo, pongamos a nuestras vidas un título visto y disfrutado por nosotros mismos. Goazen Athletic, aurten bai!