EL Athletic ha pasado página sin pestañear. Por definición, la visita al Santiago Bernabéu supone un trámite engorroso, la estadística así lo evidencia, pero en esta oportunidad, por coincidir con las vísperas de la final de Copa, se veía como un imposible desde la perspectiva deportiva, además de un riesgo para la integridad física de los futbolistas. Nada bueno puede extraerse de un partido de competición que se encara en estas condiciones, salvo que, como ocurrió, el marcador resulte asumible y el parte médico sea intrascendente. No lo fue del todo porque Yeray se retiró dolido. Descartado para La Cartuja, de nuevo el equipo se queda sin alternativas en la demarcación, por lo que habrá que confiar en la excepcional disponibilidad acreditada por Vivian y Paredes desde agosto.

Siguiendo con el tema físico, aún faltarían por despejar un par de dudas: Yuri Berchiche y Nico Williams. El lateral se probó durante media hora ante el Madrid, señal de que existe cierta prevención, tanto por su parte como del servicio médico. Una semana más de margen quizás sea mano de santo en su caso. Tres cuartos de lo mismo sería aplicable al extremo. Una sobrecarga reclama descanso y por eso fue excluido de la convocatoria.

En la esperanza de que estén listos para la final, conviene detenerse un rato en el valor que tuvo el compromiso del domingo pensando en el siguiente. De entrada, el único beneficio a extraer sería el hecho de que los protagonistas cumplieron con el mandamiento de competir. Muchos de ellos, durante las dos semanas previas se habían limitado a entrenar, sin la oportunidad de activarse con un adversario delante y algo en juego.

La particularidad de esta cita oficial estribó en que el Athletic eludió apostar como acostumbra. Por primera vez en la temporada, la preparación no estuvo exclusivamente enfocada a la obtención de un resultado favorable. Se notó demasiado y tampoco causó extrañeza. Era previsible que la versión habitual del equipo se resintiese. En otras circunstancias, la complejidad objetiva del reto no hubiese logrado rebajar los niveles de agresividad, valentía y tesón que distinguen a los rojiblancos. Pero todos eran conscientes de que se trataba del peor día para mirarle a los ojos al líder de la categoría.

Al margen del reconocimiento de varios de los interesados sobre esta cuestión, ha de considerarse que Valverde diseñó un plan de reparto de minutos desde el inicio, al que dio continuidad en la segunda mitad con los cambios, que priorizaba el duelo con el Mallorca. Con estas premisas, aspirar al asalto del Bernabéu carecía de sentido. De modo que, sin renunciar a una versión digna, el Athletic transmitió una imagen de víctima propiciatoria a sabiendas de que nadie se lo iba a reprochar.

La consecuencia de lo anterior fue que, actuando a medio gas, el Madrid se alzó con la victoria y punto. Pero, lo dicho, en contexto tan singular, la derrota carece de relevancia. Margen para pelear por la cuarta plaza hay de sobra, ocho jornadas.

De momento, la liga se aparca, acaba de ponerse en marcha la cuenta atrás que desemboca en el evento más trascendental del curso. Es tiempo de pronósticos, elucubraciones, cálculos y poses, cómo no. Valverde abrió este apartado antes de regresar de Madrid cuando, con semblante serio, soltó: “Está todo abierto. En una final no hay favoritos, salvo que estén el Madrid o el Barcelona”. Añadió que las distancias que separan a Athletic y Mallorca son “mínimas; somos equipos parecidos”.

A ver, el Athletic ha demostrado por activa y por pasiva hallarse en un escalón superior al conjunto de Javier Aguirre. A la elocuencia que se desprende de la clasificación (25 puntos de ventaja), se suma el 4-0 registrado en San Mamés dos meses atrás. En realidad, el factor que les equilibra se llama final de Copa: esto es, ambos se han ganado el derecho a alzarse con el título y eso relativiza la importancia de todo lo que haya ocurrido entre ellos o a cada uno por su lado.

Ahora bien, a noventa o 120 minutos, debería reflejarse la capacidad de cada cual, el potencial, la calidad de los futbolistas, también la experiencia en este tipo de situaciones límite. Al respecto, apuntar que, si alguno intentará en La Cartuja ser fiel a la propuesta por la que se le reconoce, solo cabe imaginar que ese será el Athletic. Por supuesto, cabe que el Mallorca intente poner en práctica su estilo de corte conservador, áspero, especulativo, tendente a lograr que el marcador apenas se mueva. Aunque conviene reparar en la variante táctica que desplegó en Anoeta, en la vuelta de las semifinales, para amargar la vida a la Real.