GIRONA: Gazzaniga; Arnau (Min. 69, Yan Couto), Èric, Blind, Miguel; Herrera (Min. 85, Ibrahima Kébé), Aleix García; Tsygankov (Min. 85, Valery), Iván Martín (Min. 77, Pablo Torre), Sávio; y Stuani (Min. 69, Portu).

ATHLETIC: Unai Simón; De Marcos, Vivian, Paredes, Íñigo Lekue; Galarreta (Min. 81, Ander Herrera), Vesga; Iñaki Williams (Min. 90, Adu Ares), Oihan Sancet (Min. 90, Unai Gómez), Nico Williams (Min. 81, Berenguer); Guruzeta (Min. 74, Raúl García).

Goles: 1-0: Min. 55; Tsygankov. 1-1: Min. 67; Iñaki Williams. 

Árbitro: Melero López (comité andaluz). Amonestó al local Blind y al visitante Guruzeta.

Incidencias: Partido de la decimocuarta jornada de LaLiga EA Sports disputado en el Estadi Municipal de Montilivi ante 13.123 aficionados.

Punto de prestigio el que sumó el Athletic en Montilivi, escenario donde tuteó al equipo que viene siendo la gran sensación del campeonato; incluso llegó a superarle en diversas fases y, lo principal, nunca renunció a un premio mayor. Fue una actuación coral compensada e interesante, quedó constancia de la existencia de un repertorio que debería servir para que los rojiblancos gestionasen cualquier compromiso con garantías. Habrá a quien le sepa a poco el empate porque con semejante rendimiento en ese campo se entendería legítima la reivindicación de la victoria, pero lo cierto es que el desenlace estuvo en el aire hasta el final. También el Girona sacó a relucir sus virtudes y a ratos provocó inquietud con la variedad táctica que le caracteriza y la fe de la que hacen gala sus componentes.

En suma, se asistió a un bonito encuentro, con un tremendo nivel de exigencia por el despliegue realizado. Nadie se reservó nada y todo el mundo se implicó al máximo para brindar un fútbol de vértigo, con alternativas, idas y venidas que menudearon hasta cuando los protagonistas sintieron irremediablemente el peso de las botas. Correr se corrió lo indecible y el Athletic transmitió más fortaleza en el plano físico según avanzaba el cronómetro. Sin embargo, el Girona acertó a templar los ánimos en el último tramo y la incertidumbre volvió a sobrevolar sobre el césped.

Se había especulado con la posibilidad de que Girona y Athletic se enzarzasen en un intercambio de golpes para mayor gloria del espectáculo y por ahí fueron las cosas desde el mismo comienzo. Con personalidades distintas, aunque con similar vocación ofensiva, ambos buscaron el gol con ahínco y esa apuesta de algún modo revalorizaba la actitud de los de Valverde. Al fin y al cabo, rendía visita al equipo que ha monopolizado el liderato desde el verano y ello, en vez de atenuar o modular su ambición, pareció impulsarla. Se apreció enseguida la intención de asumir la iniciativa, percutir a la mínima, afán que se fundamentó en un enorme trabajo de presión que claramente incomodó al anfitrión.

Salió mordiendo el Athletic, explorando sin remilgos terreno rival, bien coordinado y ágil para proyectarse en ataque. Así, no tardó en generar la primera oportunidad de la noche, pero Guruzeta remató flojo y al muñeco tras magnífico servicio al espacio de Vesga. Una advertencia a la que siguieron varias más, quizá no tan nítidas, pero válidas para intimidar y crear dudas en las filas catalanas. La respuesta, a cargo de Stuani, titular de última hora por lesión del goleador Dovbyk, no llegó hasta cumplido el cuarto de hora. El uruguayo dispuso de un remate más peligroso poco después, Simón palmeó a córner.

El paulatino asentamiento del Girona no evitó que Gazzaniga estuviese ocupado con disparos de Sancet y Guruzeta, aunque fue De Marcos quien gozó de la mejor ocasión, en un balón suelto en el área chica que le pilló a contrapié y empalmó alto. En adelante, dotar de profundidad al juego resultó más complicado para todos, hubo alguna llegada en cada lado, nada relevante porque las estructuras se fueron ajustando. Eso sí, el atractivo del duelo no decayó en absoluto gracias a que, dentro del equilibrio, cada bando expuso sus bazas con desparpajo y convicción.

El empate sin goles al descanso no reflejaba el grado de ambición mostrado, cualquier otro marcador hubiese sido más fiel a lo ocurrido. Era impensable que persistiese y, en efecto, pronto Tsygankov batió a Simón a centro de Savio, cuyas correrías amargaron la vida a De Marcos. Tres cuartos de lo mismo sucedió en la banda opuesta con Nico Williams y Arnau, pero este tuvo más ayudas que el capitán del Athletic, al que las subidas de Miguel dejaban en inferioridad.

Con ventaja, el Girona contemporizó, quería atraer al rival y replicar a la contra. Fue una fase delicada para el Athletic que interrumpió Iñaki Williams en un avance pleno de poderío y culminado con un zurdazo ajustado a la madera. La acción nacida en el área de Simón se armó en dos pases, Lekue a Sancet y este al goleador, imparable para la zaga. Aún quedaba media hora, con el añadido, y se abrió el turno de los cambios.

El desgaste era evidente, más entre los catalanes, que vieron cómo sus delanteros quedaban aislados ante la buena presión y la vivacidad del Athletic en las disputas. No podía el Girona con el poderío de su oponente y optaba por hilar pases y más pases en terreno propio, no arriesgar la posesión y orientar el partido hacia su tramo más anodino.

Sin embargo, pareció que la elección de Míchel sobre la marcha rindió más beneficios que la de Valverde a medida que se aproximaba la conclusión. De nuevo se fue igualando todo, el Girona recuperó la chispa, Savio cambió de banda para formar dúo con su compatriota Yan Couto, mientras los Williams mostraban sus ganas por enredar. Las revoluciones subieron y hubo una serie de sustos para los porteros. Especialmente a raíz de una cabalgada de Lekue, que cedió a Iñaki Williams para que este buscará con una rosca el poste contrario. Gazzaniga se estiró todo lo largo que es, más o menos como tuvo que hacer Vivian para neutralizar con el cuerpo y desde el suelo el remate de Pablo Torre, que se vio totalmente solo después de que Savio atrajese para sí a toda la defensa.

A esas alturas, un gol más se hubiese interpretado como un castigo muy ingrato tanto para el Athletic como para el Girona. De escoger el ganador moral, sería razonable primar la puesta en escena y la constancia de los de Valverde en el feudo del favorito, mas un recuento de los méritos y deméritos, de los lances acumulados en los metros finales y de la calidad de las propuestas, abocaría seguramente a dar por bueno el reparto de puntos. Desde luego, lo presenciado no defraudó ni al espectador más inconformista. Partido de muchos kilates se mire como se mire. El Athletic vuelve a casa con la autoestima reforzada.