En la liga hay partidos de máxima rivalidad, decisivos, clásicos, derbis y están los que son un engorro, también considerados de trámite y que algunos prefieren adjetivar con la palabra trampa. Ejemplo de esto último sería el que hoy acoge San Mamés, aunque el Athletic no podrá alegar que no esté advertido. Siempre que le visita el colista o un rival hundido en la clasificación, toda prevención es poca. Así lo recomiendan los antecedentes, ese goteo de tropiezos contra clubes en crisis que tanto sulfuran a la grada y que, cual tradición, se repiten año tras año.

Tres puntos de 24, ningún triunfo y 21 goles recibidos, datos que aparecen en la tarjeta de presentación del Almería, más que infundir optimismo, invitan a ponerse en guardia. Si los rojiblancos interiorizan esa predisposición y despliegan sus recursos, cuesta imaginar que la noche se vaya a torcer. Pero esto mismo seguro que se ha hablado en el vestuario cada vez que tocaba recibir a adversarios con el agua al cuello y sin embargo no se ha podido evitar el batacazo de rigor, esa samaritana costumbre de socorrer al necesitado.

Por todo lo apuntado, cabría cuestionar que el cruce con el Almería fuese el ideal para olvidar las recientes decepciones ante Getafe y Real, aunque objetivamente resulta innegable que medirse al peor conjunto de la categoría constituye una ventaja. Que se refleje en el marcador, por mucho que el fútbol a menudo burle el pronóstico, dependerá básicamente del funcionamiento de los chicos de Valverde.

La victoria permitiría continuar disfrutando de una plaza europea hasta que la liga se reanude, allá por el 22 del mes, en el Olímpico de Montjuïc, sede temporal del Barcelona. Otro motivo para no fallar, se dirá, no sin razón claro, si bien carece de sentido ponerse a elucubrar con lo que vaya a suceder ante los azulgranas justo en los prolegómenos de otro compromiso que además es el inminente.

El técnico recupera para la ocasión a Oihan Sancet y Nico Williams llegará en mejor situación que hace una semana a Anoeta. Dos bazas que deben dejarse sentir y que, a expensas de que Guruzeta confirme las buenas sensaciones que al parecer ha tenido en el trabajo de estos días, devuelven al Athletic su fisonomía habitual en ataque. La puntería asoma como el argumento ineludible, máxime si el de enfrente acredita serias dificultades para candar su portería. No lo ha logrado de momento. Cierto que solo en la primera jornada dejó el Almería su casillero a cero, o sea que en ataque anda más atinado, pero la sangría en su sistema de contención no cesa. Sirva de exponente el reciente 3-3 que firmó en su campo con el Granada.

En el resto de las líneas persiste alguna incógnita. No obstante, según la impresión de Valverde, tampoco Herrera tendría problemas para ser alineado de inicio. Sería su tercera titularidad consecutiva. Quien está descartado es Vesga, que no acaba de resolver la lesión que le ausentó del derbi, por lo que en principio Dani García sería el escogido para ejercer de ancla en la zona ancha al lado de Herrera. Sin Galarreta, al que se espera para después del parón del campeonato, y con Unai Gómez renqueante, la nómina de centrocampistas se completa con Prados, una opción improbable estando aptos los que están. Acaso tenga minutos en la segunda mitad.

Los cambios en defensa son poco habituales, por lo que merece apostar por el cuarteto formado por De Marcos, Vivian, Yeray (que estrenó titularidad en la jornada anterior) y Yuri. Los mismos del derbi, donde el hecho de encajar tres goles les colocó en el punto de mira de las críticas. Es la consecuencia de un marcador tan duro en una trayectoria que previamente había sido envidiable, con cuatro porterías a cero en ocho jornadas.