Óscar de Marcos va a hacerlo de nuevo. Guiado por la prudencia, en años anteriores se había mostrado muy prudente a la hora de decidir su futuro, optando por tomar la decisión muy avanzada la temporada, tras analizar su situación en el equipo y su estado físico. En vísperas de cumplir 34 años, en apariencia al menos, estaría más que justificado que quisiera seguir siendo futbolista profesional, así como que el club le extendiese una oferta. A diferencia de otras veces, el acuerdo entre ambas partes estaría plenamente avalado por el hecho de que lo ha jugado prácticamente todo a las órdenes de Valverde.

Con un tercio del calendario por celebrarse, De Marcos está próximo a superar la totalidad de sus estadísticas del último lustro gracias a que ha tomado parte en 31 encuentros. Únicamente se ha perdido uno de los disputados por el Athletic, contra el Eldense en la tercera ronda de la Copa. Con este registro qué duda cabe que se halla en una privilegiada posición para alargar su estancia en el club, donde cumple su decimocuarta campaña.

Al margen de la confianza que le ha dispensado el entrenador desde la pretemporada, el factor diferencial respecto a cursos recientes radica en la ausencia de lesiones. Diversos problemas, en especial uno de tobillo que tardó en resolver mucho más de lo previsto en primera instancia, le persiguieron hasta incluso hacerle dudar seriamente de que podría recuperar el nivel preciso para ser competitivo. Consciente de la importancia del poderío físico en su modo de interpretar el juego, llegó a barajar las hipótesis más pesimistas cuando su nombre empezó a figurar con asiduidad en los partes médicos. Desde la temporada 2019-20, la peor de todas dado que apenas intervino en trece partidos, pasó más tiempo en la enfermería que en la década previa al completo.

En este contexto, el año pasado se dio la extraña circunstancia de que en la plantilla se juntaron cuatro futbolistas que opositaban a la demarcación de lateral derecho: Capa, Lekue, Petxarroman y De Marcos, que siendo el titular en la primera jornada cayó lesionado. Fue Lekue quien le relevó y Marcelino, satisfecho con su aportación, le mantuvo en el puesto hasta diciembre. A la conclusión del calendario, Lekue y De Marcos presentaron unos números casi clavados con una ligera ventaja del vizcaino, muy por delante de Petxarroman y un Capa que permaneció inédito.

LA CIFRA: 2.372 

Son los minutos que lleva De Marcos este curso entre liga (1.974) y Copa (398). Ha disputado 31 partidos, 28 de ellos de titular.

Las alternativas

Aún es pronto para saber qué hombres formarán parte de la línea defensiva del Athletic la temporada que viene. Tanto De Marcos como Lekue terminan su vinculación el 30 de junio, pero los dos han respondido con nota en sus actuaciones, el primero en la derecha y el segundo, ahora lesionado, en la izquierda, por lo que su continuidad se antoja más que probable. No tiene pinta de que Capa se halle en el mismo supuesto, pues tras firmar el pasado julio un contrato que supeditaba el segundo año a una serie de variables, ha quedado claro que no cuenta para Valverde. Es previsible que se registre la incorporación de alguien del filial, además del regreso de Imanol Garcia de Albeniz, titular en su cesión al Eibar y víctima de una lesión de larga duración, para el ala izquierda, máxime a la vista de que Balenziaga no entra en los planes del técnico.

Volviendo a De Marcos, falta por conocer su opinión. En definitiva, que comunique si se siente con ánimo para realizar a partir del verano su clásico despliegue pegado a la cal. En principio, no se intuyen motivos que indiquen lo contrario, pero hablamos de una cuestión muy personal y seguro que lo último que desea el alavés es verse incapaz de dar la talla en la que pudiera ser la antesala de su despedida del fútbol profesional. Trámite que acometerá vistiendo de rojiblanco, según adelantó en su momento.

Sentirse útil hasta el día de la despedida es el objetivo que se impone a sí mismo un futbolista con una carrera poco común debido a la variedad de funciones que le ha tocado desempeñar desde sus tiempos de juvenil, cuando ejercía de delantero en las filas del Alavés. Extremo, interior, lateral en los dos costados, de todo ha hecho De Marcos en la máxima categoría. Un lujo para quienes le han dirigido y para el equipo.

Aparcado el pasado, que en el fútbol posee un valor muy relativo, no es normal a su edad firmar un balance individual tan brillante como el que De Marcos, a la chita callando, ha forjado de agosto hasta la fecha en curso. La solución al enigma sobre su porvenir, en breve.