Para no ser menos que otras competiciones, las rondas coperas en formato de partido único en campo del equipo más modesto genera su particular ración de tópicos. Los prolegómenos siempre giran en torno a la responsabilidad de los clubes de la máxima categoría, sometidos a un examen ingrato donde el error se penaliza severamente. No deben ni pueden perder, al margen de cuáles sean las circunstancias concretas (en especial, medidas y superficie del campo), están advertidos y sin embargo en cada edición unos cuantos se van para casa antes de tiempo. Desde la perspectiva del débil, el planteamiento es diametralmente opuesto y la eliminatoria, además de un acontecimiento social, se convierte en terreno abonado para buscar la hazaña, pasar a la historia e incluso sanear las cuentas con otra gran taquilla.

La cantinela que ambientó los cruces con Alzira y Sestao River, vuelve a sonar en la antesala de la visita a un Eldense con un mayor potencial teórico, por aquello de que es líder en un escalón superior al de los adversarios previos. En un intento por ahuyentar fantasmas, sale a colación que el Athletic acumula dos décadas sin tropezar en este tipo de eliminatorias, así se olvidan las angustias y los golpes de fortuna que hicieron posible la estadística. Son compromisos complejos, más de lo que aparentan, como subrayó recientemente Ernesto Valverde en tono un tanto molesto, como si no se valorase el mérito que encierra salir indemne de un trámite que no es tal. Los malos ratos son una tónica: como muestra ahí quedan los lloros de Carlo Ancelotti, el hombre tranquilo, tras salvar la visita al Cacereño.

Así que el Athletic promete, a través de su técnico, no dormirse en el Nuevo Pepico Amat. Se entiende que la consigna prioritaria versa sobre gobernar el pulso desde el comienzo, antídoto ideal para eludir sustos y tratar de cobrar ventaja cuanto antes porque en noches como esta el 0-0, máxime si se prolonga, ejerce de aliciente extra para el conjunto local y al favorito le pesa más a cada minuto que pasa. Tampoco permitirán el más mínimo relajo las 5.200 almas allí reunidas, varios cientos ocupando uno de los fondos en representación de las múltiples peñas rojiblancas de la provincia.

De la alineación no hay noticias, salvo que Agirrezabala será quien ocupe la portería. Es lo que Valverde dio a entender, aunque lo hiciese con rodeos. De Marcos, Vivian, Yeray y Yuri se perfilan como los integrantes de la línea defensiva, dado que Iñigo Martínez continúa mermado por una fascitis plantar en el pie derecho, una lesión latosa. Está descartado, al igual que Capa, que salió a colación en la rueda de prensa por su ausencia en un par de sesiones a cuenta de unos dolores de espalda, si bien ni estando disponible tendría cabida.

El resto se encuentra hábil para competir, con la incógnita de Iñaki Williams, aquejado de un “problemilla” de rodilla que se habría manifestado en el Mundial y no acaba de remitir. No fue titular en las rondas anteriores y quizá repita de salida en el banquillo, pero si es preciso seguro que asoma en la segunda mitad. Vesga, Sancet, Dani García, Zarraga, Herrera y Muniain, en ese orden, son candidatos a las tres posiciones de la zona ancha, mientras que Nico Williams y Raúl García, además de Berenguer o Guruzeta, aspiran a formar en ataque. En definitiva, un bloque diseñado para confirmar el pronóstico y acceder a los octavos de final.