De todos los ecos generados por la exitosa visita del Athletic al campo del Cádiz, ni el demoledor resultado, ni su traducción en la tabla, ni el estreno goleador de Guruzeta, ni ninguna otra cuestión resonará tanto a lo largo de la semana como la lesión de Iñaki Williams. El contratiempo físico que cerca de la hora de partido forzó la retirada del delantero constituye la gran noticia porque pudiera traer aparejada la interrupción de su extraordinaria trayectoria, esa que le ha valido para establecer una marca insuperable de partidos consecutivos en el campeonato de liga. De momento, su presencia el próximo domingo en San Mamés para recibir al Espanyol está en el aire, por lo que resultará inevitable que hasta entonces, si no media una información concluyente sobre el estado de su tobillo lastimado, la atención esté focalizada en su persona.

Los datos que se manejan apuntan a que Iñaki Williams causará baja, pero tampoco cabe afirmarlo con absoluta certeza. La propia incertidumbre supone un motivo más para que se le vayan a dar mil vueltas al tema. Si fuese otro futbolista cualquiera, no habría caso, pues todos ingresan en la enfermería más tarde o más temprano y no pasa nada, menos aún si es como consecuencia de una torcedura de tobillo. Pero este chico está hecho de otra pasta, nadie se le puede equiparar en términos de disponibilidad y participación, lo que convierte su actual circunstancia en un episodio a seguir con la máxima atención. Así se vivió, con un inusitado despliegue mediático, el antes y después del récord de partidos que estableció en el transcurso de la pasada temporada. Récord que fue valorado como un acontecimiento sin igual, para lo que contó con la incondicional y entusiasta implicación del club.

Ahora, el club vuelve a jugar un papel relevante. El comunicado emitido ayer al mediodía por el Athletic bajo el epígrafe “Parte médico de Iñaki Williams” se limitaba a corroborar lo que vio todo el que siguió el desarrollo del encuentro que la víspera acogió el Nuevo Mirandilla. No aportaba el detalle que permitiría hacerse una idea sobre la importancia del contratiempo. Acaso la inflamación de la zona afectada que suele provocar una torcedura impidiese emitir un diagnóstico más preciso. Las pocas horas contabilizadas desde el incidente quizá retrasasen la resonancia, prueba que arroja luz sobre la gravedad de la lesión.

Decir que Williams “sufre un esguince en el ligamento lateral externo de su tobillo derecho”, si no se acompaña del dato específico sobre cuál es el grado de dicho esguince equivale a alimentar la especulación. Incluso, la falta de concreción pudiera interpretarse como que en principio el servicio médico no descarta que el protagonista de la historia se recupere a tiempo para que su nombre figure en la convocatoria que Ernesto Valverde elaborará el sábado.

Un tobillo tocado, aunque sea de forma muy leve, conlleva un período de rehabilitación no inferior a la semana, más bien sobre los diez días como mínimo. Plazos que con los actuales métodos en fisioterapia se pueden acortar, si bien tampoco es aconsejable forzar, menos si el siguiente compromiso se llama cuarta jornada del campeonato. Seis días separan el pulso con el Cádiz del que se celebrará contra el Espanyol, por lo que sobre el papel, que esto va de salud no de matemáticas, no extrañaría que Iñaki Williams se ausentase el domingo que viene.

Recordar que el jugador no pudo continuar. Sintió dolor en una disputa en la que por dos veces le golpearon en el tobillo derecho, probó en primera instancia tras ser atendido por el médico, intentó terminar el partido, pero a los pocos segundos tuvo que solicitar el cambio. Se sentó sobre el césped para dar margen a que su relevo se preparase y pasó a ocupar plaza en el banquillo, donde se le vio haciendo gestos que revelaban su contrariedad. Una reacción natural, pese a que fuese una novedad en toda regla.

No está acostumbrado Iñaki Williams a pasar por trances de este estilo o carecería de sentido la expectación que provoca el dichoso esguince. Dotado de una carrocería fuera de serie, lleva años y años eludiendo el amplio capítulo de dolencias que salpica a los profesionales del fútbol. Tampoco el desgaste parece hacerle mella, los entrenadores que le han dirigido saben que siempre está apto. Ofrece las máximas garantías y de ahí que, de repente, concentre todas las miradas. Un once del Athletic en liga sin él es algo inaudito.