Los sucesivos fiascos en las dos recientes finales de Copa en La Cartuja han dejado al Athletic y a su entorno en un profundo estado de shock del que es complicado recuperarse a cortísimo plazo. La plantilla de Marcelino García Toral volvió ayer lunes al trabajo en Lezama aún lamiendo las desgarradoras heridas que produjeron la humillación sufrida por el conjunto rojiblanco ante el Barça en el sexto intento baldío, el quinto en este siglo XXI, por conquistar un título que se le resiste desde 1984. El golpe moral no lo causó solo el resultado, ya de por sí muy abultado para tratarse de una final de Copa, sino también las sensaciones, muy pobres, que ofrecieron los leones, similares a las proyectadas en la final frente a la Real Sociedad, y que delatan el momento crítico por el que pasa el Athletic, que experimenta el pico más bajo de la etapa de Marcelino en el banquillo rojiblanco. Todo lo que se vivía como una euforia mal entendida, sobre todo por la adjudicación de la Supercopa y el trayecto posterior en el torneo del K.O, se ha convertido en una depresión después de arrojar a la basura dos momentos históricos, que abocan a los leones a un fin de curso que se puede hacer largo al no contar prácticamente con alicientes por los que pujar.

El vía crucis particular del Athletic comienza miércoles mañana en el Benito Villamarín, un estadio al que regresa dos meses y medio después de que lo hiciera dentro de los cuartos de final de la recién finalizada edición de la Copa. Por entonces, el conjunto de Marcelino nadaba en la abundancia futbolística y le salía prácticamente todo. Solo cabe recordar cómo transcurrió aquel duelo ante el Betis, que en esas fechas no atravesaba precisamente por su mejor momento. El equipo de Manuel Pelligrini se adelantó, en un encuentro muy táctico, por medio de Juanmi a los 85 minutos y todo parecía indicar que la eliminatoria estaba ya sentenciada y mandaba al Athletic a casa. Pero los rojiblancos se agarraron al efecto Marcelino de la Supercopa y en prácticamente la última acción del tiempo reglamentario llegó un centro preciso con la zurda de Iñigo Martínez que cabeceó de forma magistral Raúl García al fondo de la red. Un gol que forzó la prórroga y la consiguiente tanda de penaltis, que descubrió a un Athletic inspiradísimo desde los once metros y a un gigante Unai Simón, que detuvo los lanzamientos de los béticos Canales y Juanmi para certificar el billete a las semifinales que posteriormente también superó el Athletic frente al Levante.

Pasados 75 días de aquel episodio, el conjunto de Marcelino vive la otra cara del fútbol. La más dura, la de la derrota en toda su crueldad. El Betis lo conoce. Aquel Athletic que le superó en una noche brillante para sus intereses poco o nada tiene que ver con el que comparecerá mañana en el Benito Villamarín. El actual está en plena caída. El conjunto verdiblanco, en cambio, presume de mejor color, es sexto en la tabla, situado en zona europea y supera a los rojiblancos en once puntos, una distancia que habla por sí sola de las dinámicas opuestas que lucen los dos conjuntos. Es más, el partido es clave para los intereses del Betis, que el domingo empató en su feudo ante el Valencia, y casi un trámite para un Athletic que encadena siete partidos consecutivos, ente liga y Copa, sin conocer la victoria.

Lo cierto es que aquel duelo de Copa el pasado 4 de febrero asomó un Athletic creíble, eficaz con el sistema Marcelino y subido a la ola del título de la Supercopa. Todo eran parabienes para el conjunto rojiblanco, que después de aquel compromiso en el Villamarín firmó otros momentos muy gratos, como la goleada en Cádiz (0-4) y que encumbró a Álex Berenguer, que ya se hizo un hueco en el once tipo del asturiano en detrimento de Ander Capa, que no viajará a Sevilla al tener que cumplir un partido de sanción después de ver ante el Alavés, en el anterior choque de liga, la quinta amarilla del ciclo. También se produjo la enorme remontada en el Ciutat València ante el Levante que llevó a los leones a la final del pasado sábado en La Cartuja.

Fue precisamente la cercanía con la dos finalísimas de Copa la que inició la decadencia del Athletic desde que superara al Granada, al último equipo al que ha vencido. Desde entonces, prácticamente no ha rascado bola, ha sufrido los dos varapalos en La Cartuja y suma una derrota y cuatro empates consecutivos en liga, con un paupérrimo bagaje de tres goles en esta tanda de siete encuentros, en los que también ha encajado nueve tantos. Al margen de las estadísticas, emergen los síntomas y estos diagnostican a un Athletic enfermo en cuanto a fútbol y que requiere de un certero plan reanimador. Quién te ha visto y quién te ve.